5

348 43 12
                                    

- ¿Porqué no me invitaron?

La pequeña de cabello castaño al hombro, tenía las mejillas rojas y sus ojitos marrones hinchados, rojos de lo mucho que había llorado después de haberse enterado, que sus dos amigos habían tenido una pijamada juntos. Eran apenas unos pequeños, pero los niños comprendían muchas cosas, y con esto, la pequeña Shoko creía que sus amigos nuevos no la aceptaban.

- Ya no llores Shoko. - Suguru se encontraba detrás de Shoko, y con sus cortos brazos, rodeo los hombros de la pequeña que lloraba desconsolada, mientras frente a ella, el albino trataba de limpiar su rostro con un pañuelo, retirando así sus lágrimas, con cuidado de no lastimar su delicado rostro.

- ¿Pero porqué no me invitaron? - cuestionaba nuevamente la pequeña, sollozando desconsolada, ella solo quería comprender a sus amigos.

Ambos pequeños no sabían que hacer ni como hallar la forma de tranquilizarla. Apenas le habían dicho que el peliblanco fue a dormir a casa del pelinegro, los miro con un puchero que terminó en llanto, terminando así, rodeada por sus dos amiguitos, tratando de consolarla. Afortunadamente se encontraban en el recreo, por lo que nadie los molestaba en la burbuja de los tres amiguitos.

- ¿Yo no soy su amiga? - susurró con su voz en quiebre, mientras trataba de morder su labio inferior para calmar ese llanto que amenazaba con salir de lo más profundo de su ser. - ¿No me quieren con ustedes?

- Shoko, no digas eso. - habló con firmeza el peliblanco, cruzándose de brazos frente a ella, mirándola con el ceño fruncido. Llevaban varios minutos así, y el pequeño entro en desesperación, a veces no se le daba bien la paciencia. - Nosotros tenemos más tiempo juntos y es normal que hagamos esas cosas, pronto podrás hacer lo mismo.

Suguru observó el rostro del peliblanco frente a ellos, y volvió abrazar a la pequeña nuevamente, está vez dándole la espalda al peliblanco, ya que se le había hecho grosera la forma en que el albino se desesperó tan rápido con la de cabello castaño. Ella escondió su rostro en el pecho del menor, devolviendo el abrazo.

- Claro que eres nuestra amiga, y claro que te queremos, ya no digas esas cosas tristes, nos lastimas también. - de la forma más sincera, Suguru se esforzó en hablar con ella, alejándose para verla. La pequeña tenía las mejillas rojas y después de unos largos segundos, comprendió lo que su amigo le dijo, por lo que asintió, calmando su respiración y dándole una sonrisa más tranquila, lo único que ella requería en ese momento, eran esas cortas palabras de afirmación sobre su amistad.

- Lo siento, yo no quiero hacerles daño. - negó efusivamente la pequeña, con un puchero en su rostro. - ¡Yo los quiero mucho a los dos! - dicho esto, con sus cortos brazos, rodeo del cuello a sus amiguitos, formando así un abrazo entre los tres. - Y está bien, seguro después podamos hacer una pijamada juntos, ¡Los invitaré a mi casa! - la pequeña les sonrió una última vez y antes de alejarse del abrazo que había hecho con ellos, les dejo un beso en la mejilla a los dos, para después retirarse al baño. Suguru había soltado una risita, sin embargo, el único que no se veía muy contento, era el albino.

- Satoru.

No había respuesta.

- Satoruu.

Nada.

- ¡Satoruuu!

- ¡¿Qué?!

Suguru se sorprendió del grito que había recibido en respuesta por parte del peliblanco, extrañado se acercó hasta él para tomar su mano.

- ¿Estás enojado?

- No.

Suguru comenzó a jalar de su mano para que el albino volteara a verlo, lo cuál resultó ser inútil, ya que no le hacía caso. Optó por ponerse delante suyo y sostener sus hombros para que así, ambos pudieran verse.

Since kidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora