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Los pequeños se encontraban en el recreo. Habían pasado un par de años, por lo que los cuatro se encontraban más grandes, sin embargo, no dejaban de ser unos niños que cursaban el cuarto grado de primaria.

Así como también, había pasado bastante tiempo desde la última vez que alguien se había tomado el atrevimiento de molestarlos, recordando que fue así en el preescolar. En esta ocasión, los niños no dejarían en paz a Suguru, quien era el blanco y lo tenían encerrado en un cubículo del baño.

— ¡Ya déjenme salir! — exclamó el pelinegro, quien golpeaba la puerta del baño con fuerza. Se había levantado para ir al sanitario y dejo a sus amigos sentados, por lo que se encontraba solo en esta situación.  

— ¡Te quedarás aquí todo el día! — entre carcajadas, los niños se encontraban recargados en la puerta del baño, creando así el suficiente peso para no dejar que el pelinegro saliera.

— ¿Qué rayos les pasa? Ni siquiera los conozco, ¡quítense! — esta vez, Suguru empujó con tanta fuerza que logró mover un poco a los traviesos que se encontraban fuera de la puerta.

— Te dejaremos salir con una condición... — susurró uno de ellos, creando así silencio, Suguru con eso les dió a entender que podían continuar.— Corta tu pelo.

— Sí, porque así pareces una niña. — respondió otro de los niños por fuera, a lo que Suguru rodó sus ojos. — Además, estamos esperando que tu novio venga.

Suguru sabía que esos insultos no eran nada, realmente no le afectaba mucho lo que dijeran de su apariencia. Él sabía que no había nada malo con su cabello, pero en cuanto escucho aquellas últimas palabras, se quedó helado.

— ¡Es cierto, Satoru! Deberíamos decirle que estas aquí... 

— ¡No, a él no le hagan nada! — vociferó con fuerza Suguru, que impaciente golpeó la puerta del baño nuevamente.— ¡Déjenme salir! 

— ¿Ya ves como si es tu novio? — soltó una carcajada el líder del trío, que entre susurros le dijo a otro de sus amigos que fuera a buscar a Satoru. Pero antes de que pudiera salir del baño, Satoru iba caminando hacía la entrada de los baños.

Ambos se observaron y Satoru se adentró.

— ¿Suguru, estás aquí? — gritó Satoru con una extraña sensación, ya que vió a dos niños recargados en una puerta y el otro que estaba detrás, que disimuladamente le empujó, quedando así encerrado entre los niños.

— Suguru, llegó tu novio. — ante aquellas palabras, el rostro del peliblanco enrojeció con fuerza, logrando que con esto, los niños solo se burlaran de él. 

— ¿Quén hacen? ¡¿Estás dentro, Suguru?! — Satoru estaba a punto de acercarse a la puerta donde provenían los gritos, justo detrás del par de niños recargados.

— ¡No me quieren dejar salir! — exclamó el pelinegro, que volvió a empujar la puerta.

— ¡Ya se me hacía raro que todo el tiempo estuvieran juntos! — en un movimiento rápido, el niño que se encontraba detrás había empujado a Satoru contra una de las puertas del baño. — Además, siempre estan agarrados de las manos, ¿son novios, verdad?

— ¡Oye, no me toques! — Satoru entró en pánico cuando sintió dolor en su espalda, mirando con el ceño fruncido al niño que lo tenía encerrado.

— ¡Estoy seguro de que se dan besos! — exclamó uno de ellos. El rostro de Satoru se encontraba rojo y sintió sus ojos humedecerse, pero con el coraje que encontró en su ser, empujó al niño que lo encerraba, logrando que este se cayera, sorprendiedo a sus amigos.

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⏰ Última actualización: May 02 ⏰

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