Sollozos

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El demonio infiltrado se encontraba cara a cara con el ejercito divino, en el trayecto de su visita inesperada al cielo el pelinegro le contó a los ángeles que siempre quiso conocer a las exorcistas.

No era secreto al menos para ellos que el azabache admiraba sin lugar a duda a los ángeles exterminadores.

Adán y Lute querían impresionarlo, y hacer una pequeña reunión con las hermanas de la albina sería pan comido.

El problema? Las demás féminas no debían enterarse de que el azabache era un demonio, pero nada que el uniforme del ejército no solucionase.

Ya tenían el casco solo faltaba la túnica, en un inicio pensaron usar el uniforme de Lute pero Ofel se resistió a la idea, le parecía vergonzoso el utilizar la ropa de la mujer sin mencionar que aquella prenda utilizaba una falda corta.

Usarla no era el problema, sino el parecer "ridículo" frente a sus ídolos.
Fue entonces que optaron por una túnica parecida a la de Adán, después de todo era este el único hombre en el ejército divino.


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- Aquí tienes el uniforme sonrisa ardiente, en cuando te cambies conocerás a las demás chicas - dijo el castaño entregándole el conjunto al moreno.

- Me encargue de decirles que es una supervisión por parte de Azrael - termino la albina a un lado de su líder.

Frente a ellos un sonrojado Ofel analizaba la situación, este esperaba el momento en que el mayor le indicará donde debía de cambiarse pero al ver la mirada fija de ambos ángeles se atrevió a preguntar.

- Dónde puedo cambiarme? - su voz tímida por la cercanía de los otros era notable.

- Aquí obviamente - contesto Adán sin apartar la mirada.

- ¿Les importa? - dijo avergonzado el pelinegro mientras hacía señas con la mano dando a entender que les pedía se dieran la vuelta.

- No - contestaron inocentes ambos ángeles mientras negaban con la cabeza, más al ver y comprender la vergüenza del tercero se voltearon de mala gana.

- Por favor! Soy el primer hombre! - se quejo Adán siendo consolado por Lute a su lado - Yo soy la primera verga del mundo, se cómo se lucen! -

Ofel aprovecho el berrinche del castaño para poder cambiarse, si bien los comentarios del hombre eran vergonzosos le causaban cierta gracia al demonio.

Desde que conoció personalmente al ángel en aquella reunión, la actitud de este le fascinaba, era como conocer una nueva faceta suya, aquella que había surgido después de la muerte del primer hombre, después de convertirse en líder del ejército divino.

Una vez termino de arreglarse con las blancas ropas del uniforme, con el puño delante de su rostro tapando su boca y cerrando los ojos carraspeo buscando llamar la atención de los otros dos allí presentes.

Al voltear los ángeles se encontraron con un pelinegro algo sonrojado, esté desviaba la mirada lo que ha ojos de Adán y Lute lo hacía ver como un ser débil y sumiso.

Ambos ángeles consideraban gracioso ver de manera tan patética a un demonio.

Siguiendo su recorrido visual Adán noto que aquel traje le quedaba como anillo al dedo, aquella prenda blanca con bordes azules y dorados era la que usualmente él vestía debajo de su túnica, por lo que al ser más ceñida al cuerpo dejaba ver la condición física del moreno.

El contraste entre el blanco de sus ropas y el negro cabello del otro creaban un bello panorama a los ojos de los ángeles.

- De no se por los cuernos naturales creería que eres una de las hermanas de Lute - dijo Adán siendo el primero en acercarse al chico - ¿Qué se siente el usar las ropas de un ser divino? - le susurro al oído viendo el rápido sonrojo que crecía en el rostro del sucesor de Mefistófeles.

One-shot's Hazbin Hotel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora