Dioses crueles -Lucerys-

Guerra, Vengazas y angustias, Lucerys

En realidad, no sobrevivió por alguna mordedora o algún dragón. Murió. Genuinamente muerto.

Por dos minutos treinta y seis segundos, su corazón bombeó tan rápido que simplemente freno de golpe y la sangre en su cuerpo circuló por el bombeo tan radical que había tenido antes del freno, sus ojos no se cerraron como dicen en las canciones de los bardos y su piel ya pálida no pasó a un gris sin vida del que todos hablan. Pero estaba muerto. Un suspiro y no había más aire en sus pulmones, su cerebro se apagó y su corazón se detuvo. Muerto.

En físico al menos, por qué espiritualmente tenía a 14 dioses Valyrios observarlo fijamente, cada uno en su trono.

No tenían forma, no tenían algo que él pudiera de cintar más que un resplandor cegador en dorado, pero no hacía falta verlos, sabía quienes eran cada uno y lo que hacían.

Así que, mientras que los maestres y las sirvientes, las septas y los caballeros entraron en un estado de pavor puro por esos dos minutos y treinta seis segundos, Lucerys  había pasado más tiempo del que podría ser contado en una sala con deidades Valyrias.

Con Dioses Crueles.

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—Un ataque, Es lo que quiero — habían llamas encendida en los preciosos ojos púrpura de su madre.

Llamas dirigidas a él.

— Recién salida de tu trabajo de cama, tienes al príncipe prendado en tu pecho madre, no podríamos hacerlo. Balerion es muy grande, podríamos ganar la guerra contigo montada en Vhagar y yo en Cannibal, pero tú no puedes montar hasta en 6 lunas. No te arriesgaré.

— Jamás pensé que dejarías solo a tu esposo con ese hombre — atacó.

— La reina está siendo rescatada, ¿Creíste, madre que yo invitaría a Aegon aquí sin tener al menos dos planes de contingencia? Viserys estará aquí antes del anochecer.

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— Mostrarme esto... ¿Por que?

Sus lágrimas secaron hace tiempo, dejó de lamentarse también, sólo existe vacío en su corazón.

Pero no recibe respuesta.

Lo siguiente que lo ciega es una luz resplandeciente y nuevamente su corazón hecha marcha, su boca toma aire y su cerebro comienza a trabajar.

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— Será el heredero — anuncia una vez observa al cachorro correctamente. — Hasta que Viserys tenga la suficiente madurez, será el heredero, tal vez lo case con alguno de mis hijos, para honrarlo y que no sienta resentimiento por su condición de tercer hijo.

— Aemond será grande, tengo el presentimiento.

— Yo también lo siento, pero a diferencia del instinto maternal... es como si fuese un gran problema. ¿Pero que Targaryen no lo es?

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Se lo llevan en la noche.

Aegon lo vio un par de horas antes de ser nuevamente secuestrado, esta vez por su marido.

El hombre de alguna forma se miraba... afectado.

No se ocultó el hecho que murió y de alguna forma bendita regresó a la vida.

No existía nada bendito en ello.

Lucerys se quedó quieto cuando entraron y cuando los hombres de su marido le pidieron moverse, contestó con un hilo de voz ; — No puedo.