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Dazai iba caminando por las calles transitadas de Yokohama, estaba algo nervioso, ya no sabía a quién creer, su cerebro le decía que el no era el real, pero su corazón no quería aceptar eso.

Había salido de la reunión por qué no aguanto seguir viendo al que se supone que es la copia de su chuuya, Ranpo estaba equivocado el no era alguien peligroso, todos estaban equivocados.

Chuuya Nakahara. Pensó.

Ver sus ojos azules todos los días era como ver un océano, pacífico y tranquilo. Y el era fuego, violento y quemando todo a su pasó, pero vino el océano, con sus aguas tranquilizo al fuego, el fuego se enamoro del océano, siempre intentaba acercarse a el fallando en el intento, ambos eran diferentes, no podían estar juntos. Tiempo después el fuego conoció al metal tranquilo y calmado, ambos se complementaban, el no podía quemarlo o el no podía apagarlo. Pero, su amor siempre estuvo con el océano.

El hierro se volvió su mejor amigo, no se separaban y eso hizo enojar a una fuerte llama de fuego, enojado el hizo que el metal desapareciera y se derritiera.

Con miedo el fuego huyó con una promesa en la cabeza, dejo aquel lugar, dejo a su océano.

Tiempo después el fuego logro calmar sus llamas, fingiendo no estar enojado todo el tiempo, fingiendo no sentirse culpable por haber dejado al océano.

Pero su océano tiempo después apareció en su vida de nuevo, lo ayudaba y solo con el no ocultaba sus verdaderas llamas.

Pero, el agua siempre apaga a el fuego, y tarde o temprano eso pasaría, pero el fuego no podía escuchar a los demás cuando el hermoso océano bailaba en sus oídos.

El castaño perdido en sus pensamientos no se dió cuenta cuando llegó al departamento del pelirrojo.

Saco la copia de las llaves que le dió el pelirrojo y abrió la puerta.

Al entrar llamo a chuuya quien estaba sentado en el sofá de la sala de estar.

- Ven. - dijo el pelirojo desde el sofá haciéndole señas al castaño para que se acercará.

El castaño se acercó y se sentó al lado del pelirrojo recostando se por las piernas del contrario. El pelirrojo acaricio el cabello castaño del menor.

- ¿Te gustaría ver alguna película? - pregunto suavemente chuuya, el castaño asintió en señal de acuerdo.

- ¿Cuál quieres ver? - Volvió a preguntar Chuuya mientras con el control buscaba alguna película en la TV y con la otra mano acariciaba el cabello del castaño.

- Cualquiera. - susurró suavemente, y gracias a que Chuuya estaba cerca de el pudo escucharlo.

- ¿Una de perritos? - Bromeo Chuuya intentando hacer reír al castaño.

- No, no me gustan los perros, chibi. - Respondió el castaño con una pequeña sonrisa, y chuuya se aplaudió mentalmente por eso.

- ¿No te gustan? Pero si tú eres uno. - Dijo mirando al castaño con falso asombro, el vendado arqueo una ceja, aunque el pelirrojo no lo vio por la forma en la que estaba recostado.

- Yo no soy un perro, tu lo eres, chibi tonto. - Se burló el castaño, mientras se levantaba del regazo del contrario para mirarlo a los ojos.

- Lo se, yo soy tu perro y tú eres mi perra. - Admitió con seguridad.

Dazai abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar al no encontrar palabras.

- E-eres un idiota. - Dijo al fin el castaño cruzándose de brazos y dandole la espalda al pelirrojo, quien sonrió.

Siempre volviendo a ti..~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora