⋆⁺₊⋆ ☀︎ CHAPTER FOURTEEN

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சி°⚽_# CATORCE;

"Entre Derrotas y Consuelo!!

˚ ♡ ⋆。˚ ❀ El día del partido entre España y Japón había llegado, y la expectación flotaba en el aire. Nos dirigimos al estadio con las camisetas que llevaban impresas el apoyo a nuestros seres queridos: Julia con la de su hermano Pablo, Gala con la de Ferran, y yo con la de Marco Asensio, un gesto de amistad hacia el talentoso futbolista.

El encuentro comenzó con una explosión de emoción cuando, en el minuto 11, Álvaro Morata anotó un impresionante gol para España. La alegría se reflejó en los rostros de los aficionados españoles, pero sabíamos que el partido aún tenía mucho por ofrecer.

La segunda mitad trajo giros inesperados. En el minuto 48, Doan marcó para Japón, igualando el marcador y sembrando una sombra de incertidumbre. La tensión aumentó cuando, apenas tres minutos después, Tanaka anotó otro gol para Japón, dejando a España en desventaja.

La desilusión se extendió entre los aficionados españoles, y en el estadio reinaba un silencio roto solo por los cánticos japoneses. Nos aferrábamos a la esperanza de una remontada, pero al final, el resultado quedó sellado: España 1, Japón 2.

La tristeza y la decepción se reflejaban en los rostros de los jugadores al salir del campo. Nos dirigimos al vestuario para reconfortar a nuestros amigos, sabiendo que estas derrotas pesaban en el corazón de cada uno.

—Chicos, lo siento mucho —comentó Julia, abrazando a su hermano Pablo.

—A veces se gana y a veces se pierde. Lo importante es aprender de cada experiencia —añadió Gala, abrazando a Ferran.

Los chicos asentían con gestos de agradecimiento, apreciando el consuelo de sus seres queridos y amigos. El vestuario estaba cargado de emociones, pero también de la certeza de que el fútbol era un juego impredecible.

—Gracias por estar aquí —dijo Morata, con gratitud en sus ojos.

—Siempre estaremos aquí para apoyarlos, en las victorias y las derrotas —respondí, recordando las palabras de aliento de mi abuela cuando era niña.

Después del partido, decidimos tomarnos un tiempo para reflexionar y asimilar la derrota. En una ciudad que vibraba con la emoción del fútbol, entendimos que cada partido era un nuevo capítulo, y que, aunque la trama pudiera dar giros inesperados, la conexión entre nosotros permanecía inquebrantable.

Mientras los chicos se retiraban al vestuario, me encontré con Pablo en un pasillo más tranquilo del estadio. Sus ojos reflejaban la decepción del momento, pero también una determinación palpable.

—Fue un duro golpe, ¿verdad? —comenté, buscando las palabras adecuadas.

Pablo asintió, su expresión revelando una mezcla de frustración y resignación.

—Sabemos que estos momentos son parte del juego, pero siempre duele. —añadí, tratando de transmitir consuelo.

Pablo me miró, agradeciendo el gesto.

—Esperaba verte después del partido. —dijo, ofreciéndome una sonrisa leve.

—Siempre estaré aquí para apoyaros, Pablo. —respondí.

La conexión entre nosotros parecía intensificarse en esos momentos difíciles. Habíamos compartido risas, sueños y ahora también las tristezas del fútbol. Y en esa conexión, en medio de la derrota, surgía algo más profundo y significativo.

Pablo se tomó un momento antes de hablar, sus ojos buscando los míos con una intensidad que no podía pasar por alto.

—Elara, ¿te gustaría llevar mi camiseta en el próximo partido? —preguntó, su voz revelando una mezcla de timidez y esperanza.

La propuesta de Pablo resonó en el pasillo silencioso del estadio, y por un instante, el peso de la derrota se desvaneció ante la posibilidad de un nuevo capítulo, uno donde la conexión entre nosotros tomara un giro inesperado.

—Claro, Pablo. Será un honor llevar tu camiseta en el próximo partido. —respondí con una sonrisa, sintiendo cómo la esperanza brillaba en sus ojos.

Pablo agradeció con gestos y palabras que no necesitaban ser pronunciadas. Habíamos encontrado un consuelo mutuo en medio de la adversidad, una chispa que prometía iluminar los días venideros.

Con la mirada puesta en el futuro, nos dirigimos hacia el vestuario, donde el eco de la derrota comenzaba a desvanecerse. A medida que nos sumergíamos en la conversación con los demás, la promesa de un nuevo partido y las emociones compartidas nos recordaban que, en el fútbol y en la vida, cada capítulo era una oportunidad para crecer, aprender y fortalecer nuestras conexiones.

Bajo el Cielo de Barcelona || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora