Capítulo 9

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Gimiendo y jadeando, Louis rodó de un lado a otro sobre el colchón, empapando las sábanas con su sudor. Se le hizo un nudo en el estómago, se le erizó la piel y su corazón se aceleró dentro de su pecho. Su polla palpitaba, sacudiéndose y goteando pre-semen entre sus piernas.

Extendió su tembloroso cuerpo. Siseó de dolor mientras envolvía sus dedos alrededor de su caliente eje. Sus bolas se tensaron tanto en su cuerpo que solo notaba como si estuvieran subiendo por el interior de su cuerpo.

Sus músculos se tensaron, y la electricidad corrió a través de él, poniéndolo en tensión y dejándolo nervioso y ansioso. Le dio una caricia lenta a su exigente polla y gritó, mientras su espalda se arqueaba sobre la cama. Nada se había sentido tan doloroso. Era como si alguien le hubiera pateado la polla y después le prendieran fuego por si acaso.

Todavía enojado por las palabras negligente de Harry, no se deleitó con la idea de tener intimidad con el imbécil. Desafortunadamente, no tenía otras opciones. El calor se extendía a través suyo y se apoderaba de él, eso sería suficiente para llevarlo pronto a la locura. No sabía que las personas podían soportar esta temperatura y seguir viviendo. Demonios, prácticamente podía sentir su cerebro chisporroteando dentro de su cráneo.

Luchó de lado, jadeando mientras trataba de levantarse de la cama.

Sin embargo, antes de que pudiera salir del colchón, la puerta del dormitorio se abrió de golpe, rebotando contra la pared con un fuerte crujido. Harry estaba de pie en la entrada, son los ojos muy abiertos, las aletas de su nariz dilatadas y el pecho agitado. Su pálida piel, brillaba a la luz de la luna que se filtraba a través de las ventanas, resbaladiza y empapada en sudor. Sus largos rizos yacían húmedo y lisos sobre sus hombros, y sus manos se apretaron y relajaron mientras lo miraba.

Sin pensarlo, rodó sobre su cuerpo como si este hubiera sido entrenado para hacerlo en cuanto viera a su amante. Abrió los brazos y movió los dedos, haciendo señas a su compañero para que se acercara. Harry ni siquiera lo dudó. Dio dos pasos y se lanzó sobre la cama, cubriendo su cuerpo con el suyo.

—Lo siento, mi amor. No quise decir esas cosas estúpidas. —Las manos de Harry lo estaban acariciándolo por todas partes, y habló entre los besos desesperados que le daba a lo largo del cuello y los hombros. —Te llamaré bebé todos los días. Así será la única forma en la que te llamaré. Lo siento mucho. No te enojes. Por favor, no estés enojado conmigo.

Gimió y se retorció cuando sus brazos rodearon el cuello de Harry y lo atrajeron más cerca, presionando sus bocas mientras luchaban por el dominio. En este punto, ni siquiera podía recordar por qué se había irritado con el fae. Su fénix gritó, una hermosa canción que llenó su corazón y su alma, regocijándose por la cercanía con su pareja.

Mientras Harry lamía su boca y mordisqueaba sus labios, decidió que estaría molesto después y ahora, disfrutaría el placer del momento. El toque de Harry calmó su fuego interno, incluso cuando avivó las llamas de su deseo en un furioso incendio. Tal vez era por el truco de los Ancianos, pero él no se cansaba de compañero.

Una pequeña voz en su cabeza, lo llamó sucio mentiroso. Incluso cuando no estaba en medio de su calor de apareamiento, todavía deseaba al hombre grande. Desafiaría a cualquiera a mirar a su amante y no desearlo. Maldita sea, el hombre era maravilloso.

—Te necesito, Hazz.

—También te necesito cariño. Lamento haber comportado como un idiota. —Harry se estiró sobre él, para alcanzar el lubricante de la mesita de noche. —Dime lo que quieres Lou. Todo lo que quieras.

—Quiero esposarte a la cama y cubrir todo tu cuerpo con chocolate para lamer cada centímetro de tu piel. Después, quiero enterrarme en tu culo apretado y follarte hasta que te desmayes. —Sonrió mientras Harry gemía y su cuerpo se sacudía. —Pero por ahora, solo quiero cabalgarte.

Fuego y cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora