Capítulo 4

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Louis se deslizó por la puerta y se apresuró a cruzar el jardín trasero para tomar su teléfono móvil y su billetera. Gracias a los dioses que la llovizna había cesado. Ahora solo esperaba que su teléfono móvil aún funcionara. La respuesta llegó en segundos cuando su teléfono comenzó a sonar justo cuando lo alzaba de la hierba húmeda. Mirando el nombre y el número en la pantalla, sonrió ampliamente, mientras respondía.

—Hola dulce.

—¡No me llames así! Vuelvo a casa para encontrar la ducha en funcionamiento, alfombra quemada, y tu ropa en el medio del maldito suelo. ¿Dónde estás?

—Cerca de Chattanooga, Tennessee, creo.

Una larga pausa se encontró con sus palabras, ante la voz de su mejor amigo sonando a través del teléfono. —¿Exactamente por qué estás en Tennessee? —Habló lentamente, como si tratara de armar un rompecabezas.

—Bueno, mi compañero vive aquí. ¿Dónde más estaría, Colt? — Podía imaginárselo sacudiendo la cabeza con exasperación.

—Lo entiendo. Sin embargo, al menos podrías habérmelo dicho. Desapareciste justo después del anuncio de los Ancianos, hombre. Acaso no merezco saber a dónde diablos fuiste. —Aww, te preocupas por mí.

—No dejes que se te suba a la cabeza, imbécil—dijo bruscamente Colton. —Así que, supongo que esto responde a la pregunta sobre la ducha y la alfombra chamuscada. No leíste la carta, ¿Verdad?

—Cállate—se quejó.

Colton solo se rio. —¿Volverás o me necesitas para que te prepare tus cosas?

—Uh, todavía no estoy seguro. No hemos discutido los detalles, ¿Sabes?

—Bueno, sí vuelves, debes saber que tenemos un nuevo huésped en casa.

—Tu compañero—dedujo.

—Sí, y chico, es un tipo duro. Casi hace que nos arresten en el maldito aeropuerto.

Una amplia sonrisa se deslizó sobre sus labios. Colton necesitaba un poco de condimento en su vida, y parecía que su nueva pareja era la persona que iba a animarle las cosas. —Está bien, necesito volver a entrar antes de que Harry piense que lo abandoné de nuevo. Ya te diré sobre qué hacer con mis cosas.

—¡Espera!

—¿Qué? —Frunció el ceño confundido.

—No es a ti—suspiró Colton. —Sí, solo llámame cuando te hayas decidido. —Gruñó profundamente. —Tengo que dejarte hombre.

Rió mientras cerraba su teléfono y regresaba dentro de la casa. El olor dulce de galletas de suero de leche flotaba a través de la cocina, haciendo que se le hiciera agua la boca y le gruñera el estómago.

—Eso huele increíble, pero no tienes que cocinar.

Harry estaba de pie cerca del horno, todavía completamente desnudo. Le sonrió sobre el hombro y se encogió de hombros.

—Realmente no tenía nada para comer ya preparado. Las galletas son rápidas y fáciles.

—¿Te importa si tomo una ducha rápida? —Hizo una mueca, mientras corría una mano sobre su pecho. —Estoy totalmente pegajoso en este momento.

—Por supuesto. Al final del pasillo, la segunda puerta a la izquierda es mi habitación. El baño adjunto tiene jabón y esas cosas, y puedes tomar una sudadera de mi mueble-cómoda.

Inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. —Comida, ducha y ropa. Sabía que me gustarías.

Se rió entre dientes y movió la mano. —Date prisa. —Golpeó los nudillos contra el frontal de la puerta. —Ya están casi están listas.

Fuego y cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora