Capítulo 7

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—Me estás tomando el pelo, ¿Cierto? —Louis levanto un par de vaqueros al menos una talla demasiado pequeña para él. Descartándolos hacia un lado, buscó por la bolsa, casi tragándose la lengua, cuando vio numerosos tangas. —Realmente tienes que estar bromeando.

—Bueno, esos solo son para andar por casa—dijo Harry, señalando la fina tira de tejido en su mano. El hombre no había parado de sonreír desde que había llegado a casa.

—¿Exactamente cuándo te di la impresión de que me gustaban los tangas?

—Bueno, parece que te gusta tener mi polla en tu culo. ¿Qué hay de malo en un poco de tela? —Harry contoneó sus pestañas juguetonamente.

—Tienes tu punto. Eso no significa que quiera ir por ahí, con mi culo todo el día al aire.

—Y eso es una pena. —Harry meneó su cabeza en una parodia de decepción, mientras hacía un puchero con su labio inferior y lo hacía temblar.

Puso los ojos en blanco, pero no podía parar de reír.

—¿Me trajiste verdadera ropa?

Harry continuó haciendo pucheros, mientras señalaba una gran bolsa en el sofá—Aunque no me gustan.

Sacando la ropa, prenda a prenda, asintió con la cabeza su aprobación antes los vaqueros holgados, las camisetas sencillas, sudaderas, boxers y calcetines.

—Esto es más mi estilo.

—No me gustan —repitió Harry, mientras lo observaba cuando sacaba un par de pantalones de deporte negros.

—Eres un idiota. No puedo andar desnudo todo el tiempo, Hazz.

—No veo por qué no. Haría mi vida mucho más placentera. Sin mencionar que tendría un acceso mucho más fácil a ese magro cuerpo tuyo.

Decidiendo ignorar a su amante, miró alrededor de la habitación.

—Así que, ¿Dónde está la pizza? Tengo hambre.

—¡Ni siquiera miraste la última bolsa! —Harry se apresuró y quitándola de mesita del café, presentándosela, mientras pensaba que contenía regalos dignos de un rey.

Curioso a pesar de todo, tomó la bolsa y miró en su interior. Sus ojos y su boca se abrieron de par en par.

—¿Dónde demonios conseguiste esto? —Sacó un plug anal liso y negro de silicona, dos anillos para el pene y un par de esposas forradas de terciopelo.

—Condom Sense —dijo con orgullo Harry. —Tienen lo mejor de lo mejor allí. Tendrás que venir conmigo la próxima vez—le robó la bolsa de las manos y sacó dos botellas de lubricante de aspecto sofisticado. La botella negra tenía pequeños diamantes de imitación en la maldita cosa.

Los sostuvo en alto, pasándolos de un lado al otro, sonriendo como el gato Cheshire2.

2El gato de Alicia en la país de las maravillas.

—Caliente o sabroso. ¿Cuál quieres probar primero?

—¿Qué más tienes en esa pequeña bolsa de juguetes? —Cruzó los brazos sobre el pecho e inclinó la cabeza hacia un lado. No tenía problemas en hacer las fantasías de su amante realidad, pero primero quería saber en que se estaba metiendo.

—Solo una cosa más—Harry sacó algo que parecía una piruleta.

—Pleasure pops—dijo, mientras se lo pasaba. —No lo necesitamos, pero era demasiado lindo para no comprarlo.

Con una inspección más cercana, se percató que no era para nada una golosina. Realmente era un condón de sabor, envuelto en celofán y unido a un pequeño palito blanco. Tenía que admitir, que era algo ingenioso.

Fuego y cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora