Llegamos a una casa muy bonita, quedé impresionada al ver lo grande que era. Era aún más grande que mi casa. Esta era de tres plantas y era gigante. Al verme Matts dijo:
- Esta es la casa de uno de mis mejores amigos. Que no te intimide el tamaño.
- ¡GUAO! Es súper grande. Y yo que pensaba que la mía era grande. - dije riendo un poco nerviosa.
Entramos a la casa, era bellísima, tanto por fuera como por dentro. Tenía cuadros por todos lados, uno me llamó la atención. Eran unos ojos un poco abstractos, me pareció interesante. Al frente de la puerta había una escalera tipo caracol con un pasamanos de madera, las escaleras eran de marmol color crema. El piso era como granito rosa claro. Matts me llevó a la cocina, todo era de marmol gris, una nevera como tres veces yo y una lavavajillas en dos partes. Que hermosa es esta casa. Mientras pensaba, Matts me preguntó:
- ¿Quieres algo de beber?
- Sí, por favor.
- ¿Qué quieres nena?
Ese apodo que me dio es muy lindo, pero nosotros no somos nada.
- Agua, por favor. - dije amablemente. Me prometí a mí misma que hoy trataría de no ser odiosa.
Nos dirigimos a la sala y nos sentamos en un mueble que debe ser más caro que los carros de mis padres. Empezó a llegar gente, no conocía a nadie. Me sentía como una extraña. Toda esta gente debe ser de la otra facultad. Matts interrumpió mis pensamientos, como si pudiera leerme la mente y dijo:
- Todos son de la facultad de Ingeniería.
- Umm, vale.
- No te sientas incomoda. Estas conmigo. - dijo como si lo conociera de hace años. Solo llevamos un mes siendo amigos.
Empezó a sonar una música lenta y me dijo:
- ¿Quieres bailar?
- Lo siento, yo no se bailar. - le dije
- Venga, no tengas pena. Me hago responsable. -dijo y me dio esa hermosa sonrisa que creo me estaba empezando a gustar.
- Vale, esta bien. - y le sonreí sin darme cuenta. ¿Me estará gustando este chico? Pensé, pero no le hice caso a mi mente.
Me llevó al centro de la sala, me agarró por la cintura y yo instintivamente le puse los brazos alrededor de su cuello. Empezamos a bailar lento, él me acercaba a sí cada vez que podía, pero yo me alejaba. Lo pisé como unas cuatro veces hasta que agarré el ritmo. Empezamos a hablar y a reírnos juntos. Cuando terminó la canción, me dio un beso en la mejilla y yo medio sonreí. No se que me pasa con este chico, he salido con varios chicos en mi vida, pero nunca había sentido algo así.
Mientras esperaba a Matts, un chico me invitó a bailar. Yo acepté porque ya estaba aburrida. Tenía como 20 minutos esperando que llegara de hablar por teléfono. Este chico también era alto, rubio y de ojos azules. Tenía un piercing en el labio y otro en la ceja. Le quedaban muy lindos. Estuvimos bailando e intentó propasarse conmigo. Yo estaba un poco tomada pero no para tanto, así que le di una cacheta y le dije:
- ¿QUÉ TE CREES IMBÉCIL? ¡YO NO SOY UNA CUALQUIERA COMO ESTAS CHICAS! A MI ME RESPETAS.
Y en ese momento llegó Matts y le grito al chico:
- ¿Qué demonios te pasa Manuel? - por su tono estaba molesto.
- Joder hombre, cálmate. Solo andaba bailando con esta.
- ¡Esta tiene nombre cabrón! - dije molesta.
- Nena, cálmate. Yo arreglo esto. - dijo Matts mientras me hacía un gesto para que me fuera.
Le hice caso y salí de la casa. Por eso no me gustan las fiestas, todos piensan que pueden meterle mano a cualquier chica que se le atraviese. ¡Y ellas que se dejan! Que falta de respeto por sí misma. Quiero irme de aquí, ya no aguanto mis pies y quiero quitarme toda esta mierda de la cara y este vestido ya me está empezando a picar. Decidí entrar a la casa en busca de Matts, pero no lo encontré en ningún lado. Decidí subir a ver si estaba y escuché unos gritos y creo que era Matts el que estaba discutiendo.
- ¡QUE CARAJOS TE PASA MANUEL, NO TODAS LAS CHICAS SON COMO TÚ PIENSAS! MALDITO IMBÉCIL.
- ¡Calma tío, joder no sabía que era tu novia!
Matts tardó en responder y finalmente dijo:
- No es mi novia Manuel. Es, es... una amiga, creo.
- Pero te gusta, se te nota. Nunca te habías puesto así por una mujer.
- Cállate, no, no me gusta... - hubo un silencio y sentí que algo se quebraba en mí. ¿Qué me está pasando? - bueno sí Manuel. Si me gusta. Es jodidamente preciosa, sus ojos me hacen perderme en otro mundo... y esa risa, ¡diablos, esa risa me encanta! - dijo. Al escuchar eso mi corazón se aceleró y sin darme cuenta algo cayó al piso ¡mierda, lo que me faltaba!
- ¿Qué fue eso? - dijo Manuel.
- No se, déjame revisar afuera. Tu chequea por la ventana.
Justo cuando estaba a punto de huir Matts abrió la puerta y me vio.
- ¿Qué haces aquí? - parecía molesto.
- Yo, yo.. lo siento. Te estaba buscando.
Él abrió los ojos como platos y nervioso preguntó:
- ¿Escuchaste algo?
- Yo... sí. Lo siento. Debo irme. - dije nerviosa y ya estaba sintiendo ese familiar familiar calor en la cara, me estaba poniendo roja.
- Ginny, espera... - sin darme tiempo a bajar me tomó del brazo y me jaló hacia él. ¿Qué hace? ¿Por qué se acerca tanto? ¿Va a besarme? ¡Ay madre mía, va a besarme! Y juntó sus labios contra los míos.
- ¿Qué, qué haces Matts? - dije sorprendida. Y me volvió a besar. Sus labios estaban fríos y sabían a vodka. Yo esperaba una respuesta, no otro beso.
- ¡Matts, basta! - dije con la respiración agitada.
- Vamos nena, sabes que te gusto. - y medio sonrió.
En realidad si me gustó, pero me pilló por sorpresa.
- Llévame a casa. - dije como orden. - Por favor. - añadí.
Pasamos el trayecto en silencio. Él me miraba de vez en cuando... era una linda mirada, pero no voy a ceder así tan rápido si es lo que piensa él. Cuando llegamos a casa, se bajó del carro primero y me abrió la puerta. Es muy caballeroso, eso algo bueno. Y aunque no lo quiera admitir, me gusta mucho.
- Gracias por la noche, y disculpa por lo del beso. - dijo algo tímido.
- Gracias a ti. No te preocupes, eso nunca paso. - le di un beso en la mejilla y me fui adentro.