Aquella confesión lo hizo disociarse por un momento. Pestañeó un par de veces sin expresión alguna, ¿a que se estaba refiriendo? Si era a lo que él creía, lograba hacer que su corazón palpitara tan fuerte que podía escucharlo y su cuerpo tenía una sensación extraña, era como si sus músculos sintiera pequeños tirones detrás de los antebrazos y pantorrillas, más bien era como si fuera perdiendo la fuerza de ellos poco a poco. Pero ¿y si era por otra cosa? se sentiría lastimado, rechazado como venía sintiéndose desde hace años. No podría soportarlo, no de aquel Alpha que conocía solo desde hace unas cuantas horas, ya que para él era como si Alastor llevara años apreciándolo.
Dio un largo suspiro, removiéndose para acomodar la bata que ya resbalaba un poco por sus hombros.
—No comprendo a que se refiere, sea más claro quiere—
Alastor en cambio se sintió ofendido, mirándolo con los ojos entrecerrados de pies a cabeza en un semblante jurídico, analizando si se estaba haciéndose el desentendido por naturaleza o solo era estupido. No iba a permitir humillarlo de tal manera, no había dejado sus planes que iban de acuerdo a un itinerario para que aquel Omega se sintiera con el derecho de rechazarlo.
Pudo olfatear el dulce aroma como el día anterior; fuerte y atrayente. ¡No podía estarlo engañando! Se paseaba a su alrededor soltando sus feromonas con toda la intención.
—¡Parece que ambos estamos en la misma sincronía! No veo porque hacerse el indiferente su majestad— llevo sus manos detrás la espalda, entrelazándolas para poder inclinarse lo suficiente, sonriendo a labios cerrados. —Pude sentirme atraído por su dulce aroma el día de ayer, distinguí que era a mi quien su cuerpo llamaba necesitado y debo admitir que no era mi plan venir hasta acá; de solo estar invadiendo el territorio de otro Alpha me hace sentir como un asqueroso usurpador y mentiroso también debido al gran acoplamiento que logre con su esposa—
Lucifer yacía dándole la espalda, recargando su peso en el escritorio; observando los patitos de goma sin terminar, sobre este mismo. Tratando de prestarle atención aquel muñequito con los ojos chuecos, y vaya que le era difícil escuchando las palabras certeras del Alpha detrás suyo. No podía hacer nada más que sentirse juzgado, indefenso y culpable.
—¿Y entonces por qué vino? Si lo dice como si esto le molestara, no veo el porque intentar ayudarme. Lilith me hablo de usted y se que es el tipo de pecador que solo busca su propio beneficio, jamás ayuda a alguien si no requiere algo a cambio— era un mal momento para mostrarse a la defensiva aún si esto no le salía como todos los días. Ni siquiera deseaba mirarlo porque se mostraría avergonzado de haberse esforzado en verse bonito y deseado por alguien que solo había ido a reclamarle. —Dígame entonces, ¿por qué? ¿Que le daría yo a cambio? No me diga que quiere mi alma —
El Alpha esperaba verlo así: dudoso, intimidado y a la vez en alerta de lo que pudiera hacer o decir. Claro que obtendría algo a cambio, ya lo tenía más que garantizado el no irse de aquella casa sin su pequeño truco debajo de la manga, pero no era su alma.
—¿Su alma? ¡Por mi orejas, no! No soy tan idiota como para pedirle su alma al gran soberano solo por ayudarlo con su problema del Celó, ¡que ridiculez!—
Volvió a menear la cabeza conforme negaba aquella idea maravillosa pero no convincente para asegurar su lugar reinando el infierno. Fingir desinterés era algo nato del locutor pero esta vez no podía hacerlo por mucho o sería como verse en una mala interpretación actoral suya.
Escurridizo y viscoso como la sangre, se acercó al Omega, notando la gran diferencia de estaturas, apenas y le llegaba a la altura del pecho. Sus manos sujetaron al ángel por lo hombros, enterrando sus uñas sobre la piel, notando que si era tan suave como añoraba. Pudo sentir como la cercanía lograba tensarlo, queriendo que se quitara de encima suyo pero este no cedió. En cambio fue bajando su rostro; olfateando su cabello, pasando por detrás de su oreja hasta llegar a su cuello justó donde la glándula Omega secretaba las feromonas más fuertes y dulces, deseando enterrar sus caninos en aquella parte. Lamió la zona más de una vez, notando que por si solo él pequeño echaba su cuello a un lado para darle mejor acceso, logró sentir como movía sutilmente las caderas contra su pelvis, despertando a su cuerpo. Se sentía demasiado bien, mejor que todas las veces donde desmembraba cuerpos. Alastor también empujó sus caderas, chocando el creciente bulto de sus pantalones contra las nalgas cubiertas por la tela de la bata. Sus manos fueron inquietas, yendo la zurda a la cintura ajena, notando que si podía tomarlo con solo esta, quería sentir el bulto que se formaría cuando su miembro se enterrara en el interior del Omega. Su diestra quería quitarle la estorbosa bata rosita, así que comenzó a bajarla hasta permitirle morder uno de sus hombros provocando un grito pequeño del Ángel como queja, notando que brotaba un líquido dorado... ¡que maravilla!
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𝐀𝐝𝐮𝐥𝐭𝐞𝐫𝐲❦ 𝐑𝐚𝐝𝐢𝐨𝐀𝐩𝐩𝐥𝐞
Fanfiction"Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mateo 5:27-28)." Alastor es el verdadero padre de Charlie.