Capítulo 1

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Diez lunas más tarde

- ¡Estoy muy agradecida de que Estrella de Buitre os haya elegido como mentoras de mis hijos! - dijo Parcheada, observando con cariño a dos de sus hijos, que esperaban emocionados al lado de su mentoras.

- Sí... Y a Ramas Caídas también... - Hoja de Arce le dirigió una mirada significativa a Ala de Perdiz.

- ¿Sigues con eso? - protestó ella -. ¡Solo dije una vez que era atractivo!

Hoja de Arce ronroneó de risa, mientras que Leopardo, su nuevo y primer aprendiz, daba vueltas a su alrededor, ahuecando su pelajo amarillo moteado por causa del frío. Hoja de Arce no pudo evitar hacer lo mismo. La Estación sin Hojas estaba cerca.

- ¿Podemos entrenar ya? - Leopardo la observó con sus ojos ámbar brillando. 

- Creo que deberíamos ponernos en marcha - observó Ala de Perdiz al ver como su aprendiza, Tinta, una gata negra con una pata blanca de ojos ámbar, le tiraba de la cola -. Si quieres ser una guerrera, empieza a comportarte como una en lugar de una cachorrita - le dijo con voz suave pero firme, mirándola fijamente.

- Sí - Tinta agachó sus orejas, avergonzada. 

- Buena idea - suspiró Hoja de Arce.

Estaban a punto de salir por el túnel de frondas cuando alguien las detuvo.

- ¡Ey, Ala de Perdiz! ¿Vas a enseñarle el territorio a Tinta? - un gato esbelto de pelaje marrón con manchas negras, vientre blanco y ojos azules se aproximó. Lo seguía Zarpa de Fresa, una gata rojiza con el pelo alrededor de los ojos, el pecho y las patas marrón, de ojos azules, su aprendiza y hermana de Leopardo y Tinta.

- Eh... S-Sí - musitó Ala de Perdiz, tensándose un momento -. Digo, sí, Ramas Caídas. ¿Por? ¿Te gustaría acompañarnos?

- Claro - a Ramas Caídas le brillaban los ojos.

Hoja de Arce no pudo evitar poner los ojos en blanco. La atarcción entre ellos dos era demasiado obvia como para no reparar en ella. Por supuesto que se había dado cuenta de que el gato solo se había dirigido a Ala de Perdiz y a ella no. Suspiró antes de buscar a Espino con la mirada.

- ¡Espino! - lo llamó al divisarlo junto al montón de la carne fresca -. Vamos a salir a enseñarles el territorio a los nuevos aprendices. ¿Os venís Zarpa de Roca y tú?

- ¡Buena idea! - el lugarteniente llamó a su aprendiza, una gata atigrada marrón con rayas grises y ojos ámbar -. ¡Zarpa de Roca!

La gata apareció junto a él y se acercaron al grupo.

- ¿Falta algún hermano? - Ala de Perdiz apartó a duras penas la mirada de Ramas Caídas para hacer un recuento.

- No - dijo Leopardo, agitando la punta de su cola, impaciente -. ¡Vamos! - despareció por el túnel.

Hoja de Arce bufó molesta. Le había tocado un primer aprendiz tan impulsivo como ella misma. ''Este es mi castigo por haberle dado tantos problemas a mi propio mentor'' pensó cansada. Se apresuró en ir tras Leopardo para que asegurarse de que no le pasase nada.

Salió y, tras regañar al joven gato e indicarle que no se separase de ella, precedió la marcha del grupo. Los llevaron por todo el territorio, mostrándoles los mejores lugares de caza. Los advirtieron de los peligros que podían encontrarse, como las serpientes en las Rocas de las Serpientes, o los zorros, tejones y, a veces, algún lobo, en las madrigueras del bosque.  

Se estaban dirigiendo hacia la frontera con el Clan del Río cuando Tinta hizo una pregunta que le erizó el pelaje a Hoja de Arce.

- ¿Quién es nuestro padre? 

Como el Clan Estelar mandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora