Capítulo 4

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Zarpa de Fresa se acomodó entre Tinta y Leopardo. La ausencia del aroma cálido de la maternidad la hacía sentir extraña, fuera de lugar. Sin embargo, el familiar contacto de sus hermanos compensaba esa sensación.

- ¡POR FIN! - chilló alguien emociado -. Ya no voy a estar sola.

Zarpa de Estepa daba vueltas sobre sí misma frenéticamente. Como su hermano aspiraba a ser curandero, la aprendiza había pasado varias lunas durmiendo sin compañía.

- Ahora tienes cuatro compañeros de golpe - ronroneó Zarpa de Roca, acurrucándose contra Leopardo.

- Síiii - Zarpa de Estepa se apretó junto a ella -. ¿Qué tal vuestro primer día?

- ¡Genial! - Zarpa de Roca erizó el pelo de la nuca -. No me puedo creer que mi mentor sea el lugarteniente.

- ¿Ah, sí? - Leopardo le propinó un zarpazo amistoso -. Pues mi mentora y la de Tinta son nuestras tías.

- Mmm ya, me sigo quedando con el futuro líder - la gata le devolvió el golpe a su hermano. Ambos bufaron, juguetones.

- Venga, venga, que es muy tarde - Zarpa de Fresa se escurrió entre ellos. Leopardo y Zarpa de Roca llevaban tirándose de la cola desde la maternidad, y ella, junto con Tinta, actuaban de mediadoras entre ellos.

- ¿Tu mentor es Ramas Caídas, verdad, Zarpa de Fresa? - preguntó Zarpa de Estepa.

- Sí - contestó la aludida -. Simplemente Ramas Caídas - había más tristeza de la que pretendía en su voz. Apreciaba a su mentor, era un guerrero diestro y un cazador remarcable, pero no era nadie especial para el clan, como Espino, o para la familia, como Ala de Perdiz y Hoja de Arce.

Zarpa de Estepa abrió mucho la boca, soltando aire, y fingió sentirse ofendida.

- ¿Cómo te atreves? - se enfadó en broma -. ¿Solo Ramas Caídas? Perdona que te diga, jovencita, pero él es el guerrero más joven del clan. ¡Deberías sentirte agradecida! - meneó la cabeza, en ademán exageradamente decepcionado -. Las generaciones de hoy en día...

Incluso Tinta ronroneó de risa.

- Oye, Zarpa de Estepa - Leopardo se inclinó para poder verla -. ¿Quién es tu padre?

- Ni idea - la gata se encogió de hombros -. Solo sé quien es mi madre.

- Ya, no me digas - Zarpa de Roca intervino -. ¿Aguilucho y tú sois hijos de Flor Amarilla, no?

- Sí - bajó la voz -. Yo sospecho que mi padre es Tormenta Blanca, pero no estoy segura...

- Tormenta Blanca es nuestro abuelo - informó Zarpa de Fresa -. Los únicos cahorros que tuvo fueron Parcheada, Ala de Perdiz y Hoja de Arce.

- Entonces a lo mejor es Espino - Zarpa de Estepa apartó la mirada, concentrada -. Eso explicaría el secretismo...

- ¿Y el nuestro? - Leopardo se removió, inquieto -. ¿Será Espino también?

- No sé, pero nuestras mentoras - señaló a su hermano - se ponen nerviosas al preguntar por él - Tinta se incorporó un poco.

- Ellas saben algo - decidió Zarpa de Roca, convencida.

- Oye... Mira, no es por nada, pero... Tal vez... - Zarpa de Estepa se mostraba insegura -. Sea un gato de... No sé... Cómo... ¿Otro clan? - se encogió, esperando que los hermanos salten sobre ella.

Zarpa de Fresa sintió un nudo en la boca del estómago. ¿Otro clan? No, no podía ser. Sin embargo, encajaba. Pero no, no podía aceptarlo. No era cierto. Su madre se mostraba reacia porque la avergonzaba que el gato con el que los había engendrado no era su pareja. Sí, era eso.

Como el Clan Estelar mandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora