Capítulo 7

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Zarpa de Roca caminó detrás de Parcheada, con Leopardo pegado a su costado.

Estrella de Buitre los guiaba por el bosque hacia la frontera del Clan del Río para acudir a la Asamblea. Además de su madre y su hermano, la acompañaban también Espino, Chapuzón, Aguilucho, Corazón de Zorro y Hoja de Arce.

Zarpa de Fresa y Tinta irían en la siguiente Asamblea, según les había prometido el líder antes de salir. Zarpa de Roca intentó animarlas asegurándoles que les contaría cada detalle, pero sus esfuerzos se fueron al garete en cuanto Leopardo decidió burlarse de ellas.

- ¡Qué ganas! - maulló el gato, con el pelaje erizado por la emoción.

- ¡Sí! - coincidió ella, reprimiendo apenas el impulso de ponerse a dar saltitos -. Conocer al resto de clanes...

- Sí, y descubrir a quién-sabes-tú... - susurró Leopardo, señalando a su madre con la cola.

- ¿Qué estáis cuchicheando allí atrás? - quiso saber Parcheada, aminorando la marcha para ponerse a su altura.

- Nos preguntábamos si los gatos de los otros clanes apestarán - improvisó Zarpa de Roca, intentando sonar convincente.

- ¡Ah, no, en absoluto! - Parcheada rechazó su idea con un latigazo de su cola -. Bueno... - se lo pensó de nuevo -. A ver, no huelen mal, solo distinto.

- ¿Podremos distinguirlos? - preguntó Leopardo.

- Claro - Parcheada sacudió las orejas -. En el Clan del Viento tienen un ligero matiz a polvo, y son pequeños y ágiles. Los del Río huelen a, bueno, a río. Y un poco a pescado. Sus pelajes son lustrosos por el agua. Y los de la Sombra tienen un aroma a pino, y son bastante grandotes, parecidos a los del Clan del Trueno.

- ¿Mamá, a qué huele el pescado? - Leopardo la miró con las pupilas dilatadas por la curiosidad.

- Créeme, lo reconocerás en cuanto lo percibas - le dijo la gata, agitando los bigotes.

- ¿A qué olemos los del Clan de Trueno? - Zarpa de Roca estaba acostumbrada a olfatear a sus compañeros, y nunca se le había ocurrido pensar que otros gatos lo percibiesen como algo fuera de lugar.

- Bueno, dicen que olemos a musgo - repuso Parcheada, lamiéndole la mejilla.

- ¡Ah, Parcheada! - la aprendiza apartó la cabeza, enojada, y su madre ronroneó de risa -. ¡Ya no soy una cachorrita!

- Para mí siempre seréis mis bebés - le propinó un lametón a Leopardo, que reaccionó de manera parecida a la de su hermana. 

Se mantuvieron en silencio mientras bordeaban el arroyo que separaba su territorio con el del Clan del Río, hasta llegar a un claro con cuatro árboles en medio, y una roca frente a ellos.

- Los Cuatro Árboles - le susurró Leopardo a Zarpa de Roca, la cual asintió.

Los aprendices se adelantaron hasta quedar junto a Estrella de Buitre. La impaciencia era visible en sus colas erizadas, en sus ojos desorbitados y en el temblor de sus bigotes. 

El líder los miró de soslayo y señaló el claro frente a los Cuatro Árboles con las orejas.

- Corred - les indicó.

- ¿En serio? - Zarpa de Roca ya estaba de puntillas.

Estrella de Buitre asintió, y los hermanos no necesitaron más. Salieron disparados como si los estuviese persiguiendo una jauría de perros. Llegaron derrapando a la zona iluminada por la luna, donde un numeroso número de gatos los observaron extrañados y ligeramente asustados.

Como el Clan Estelar mandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora