Capítulo 10

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Leopardo procuró no perder de vista a su mentora, mientras ahuecaba su pelaje para protegerse del frío. El sol comenzaba a izarse sobre los árboles, coloreando el cielo de naranaja e intentando en vano calentar el ya helado aire de la Estación de la Caída de la Hoja.

- ¿Te gustan las patrullas fronterizas, Leopardo? - le preguntó Nube de Rosa, la cuál, al igual que él, intentaba seguirles el paso a Hoja de Arce y Tormenta de Nieve con sus patitas cortas.

- No estoy seguro - sopesó el aprendiz -. No es más que la segunda a la que voy. Pero me gustan más que las de caza, eso seguro.

- Eres igual que tu tía - señaló la guerrera.

A Leopardo le decían eso demasiado a menudo.

- Aunque prefiero no salir del campamento nada más romper el alba - añadió, algo molesto.

Nube de Rosa ronroneó, divertida.

Alcanzaron la barrera de setos y la cruzaron con cautela. Leopardo arrugó la nariz al sentir la peste del Sendero Atronador.

- ¿Por qué tenemos que patrullar la frontera con el Clan de la Sombra? - quiso saber el gato con irritación.

- Solo por precaución - le respondió su abuelo, dirigiéndole una mirada alentadora.

Leopardo bufó, pero no dijo nada más. Olisquearon la zona y dejaron marcas olorosas. De repente, un quejido al otro lado del Sendero Atronador hizo que toda la patrulla mirase en esa dirección.

- ¡Intrusos! ¡Fuera de nuestro territorio! - exclamó un gato joven con toda la pinta de ser un aprendiz, que los observaba con recelo en sus ojos verdes y había sacado las uñas.

A pesar de que Leopardo lo había reconocido, no pudo evitar erizar el pelo del lomo.

- ¡Envaina esas garras, Zarpa Tiznada! - un segundo gato apareció, mirándolo con reprobación. 

Era Garra de Lechuza, el lugarteniente.

- Tranquílizate, no es más que una patrulla fronteriza, igual que la nuestra - dijo un atigrado gris claro de ojos ámbar. 

- ¿¡No ves que ni siquiera han traspasado la frontera!? - una guerrera marrón con manchas doradas y ojos verdes le dio un coletazo en la cabeza.

Zarpa Tiznada comenzó a protestar, y pronto se armó un revuelo de maullidos al otro lado. Tormenta de Nieve ladeó la cabeza con curiosidad.

- ¿No deberíamos hacer algo? - propuso el gato blanco.

- Nah, divirtámonos un rato - contestó su hija, aparentemente encantada, sentándose.

- ¿Quién es el guerrero gris? - Leopardo se acercó a Nube de Rosa.

- Garra de Roca - le dijo la gata melada.

''Garra de Roca'' el nombre rebotó en su mente. Ese era el gato que su hermana contemplaba como su posible padre.

- Creo que es el mentor del gato - continuó su compañera.

El aprendiz asintió, tragando saliva. Al fin recuperó el habla.

- ¿Y..? ¿Y la marrón? - maulló en un hilo de voz.

- Esa es Víbora.

Leopardo volvió a centrar su atención en los gatos del clan vecino. Finalmente habían tranquilizado a Zarpa Tiznada, que aún tenía el pelaje bufado.

- Uau, Colmillo de Roca, que bien controlas a tú aprendiz - comentó con sarcasmo Hoja de Arce.

- ¡Métete en tus propios asuntos! - replicó Víbora, mordaz.

Como el Clan Estelar mandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora