Capítulo 3

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Ala de Perdiz cruzó la cortina de liquen tras sus compañeros. Estrella de Buitre levantó la cabeza, parpadeando, y se incorporó. 

- Hojas Caídas, Espino, Ala de Perd... - una tos desagradable y rasposa convulsionó su robusto cuerpo.

- ¡Estrella de Buitre! - exclamó Espino, adelántandose consternado, pero el líder le indicó que se detuviese con una sacudida de la cola.

- Estoy bien - afirmó en un maullido ronco -. Chapuzón dice que es solo tos blanca, y que con reposo y algo de nébeda estaré bien. Aunque conviene que no se acerque nadie.

- ¿Hay suficiente nébeda? - quiso saber Hoja de Arce.

- Sí, Aguilucho ha encontrado una mata en un jardín de Dos Patas - el gato pardo se dejó caer nuevamente en su lecho.

- ¿En un jardín de... de Dos Patas? - repitió Ala de Perdiz, y su pregunta quedó prendida en el aire, seguida de un incómodo silencio.

Los demás intercambiaron una mirada significativa. Que Estrella de Buitre permitiese que un aprendiz entrara en el territorio de Dos Patas con tal de encontrar una hierba medicinal, no era buena señal. Aunque, claro, la nébeda escaseaba mucho y cualquier brote se apreciaba.

- ¿Cómo van los aprendices? - rompió al fin la pausa el líder.

Espino carraspeó, tomando la palabra.

- Les hemos enseñado el territorio y después los hemos llevado a cazar - informó.

- ¿Y? ¿Cómo son? - Estrella de Buitre maseajeó el musgo con las almohadillas.

- Zarpa de Roca tiene muy buen olfato y es sigilosa, pero le falta pulir su técnica - afirma el lugarteniente.

- Zarpa de Fresa es muy veloz - Ramas Caídas hinchó su blanco pecho, orgulloso.

- Y Tinta - Ala de Perdiz se adelantó un paso - es simplemente maravillosa. Ha atrapado una paloma - se mofó, mirando de soslayo al resto de mentores -. ¡Yo ni siquiera la había visto!

- ¿Una paloma? - los ojos ambarinos del líder se abrieron de sorpresa -. ¿En su primera cacería?

- Sí - Ala de Perdiz se golpeó la cabeza al levantarla con sorna, y tanto Hoja de Arce como Ramas Caídas ronronearon de risa. La gata los fulminó con la mirada.

- ¿Y qué hay de Leopardo? - preguntó Estrella de Buitre, dirigiéndose a la mentora del aludido.

Hoja de Arce soltó un gruñido bajo.

- Es irresponsable, ruidoso, impulsivo, impaciente, inmaduro, desobediente... - la atigrada bufaba cada adjetivo.

- ¿Tengo que llamar a Soplón para que describa a su última aprendiza? - la interrumpió su líder, con una mirada significativa.

A Ala de Perdiz se le escapó una risita al ver como su hermana se tensaba ante la simple mención de su mentor.

- No hará falta - respondió la gata al fin, agitando su oreja desgarrada con fastidio.

- Eso pensaba - el gato pardo parecía divertido -. Hoja de Arce, Ramas Caídas, Ala de Perdiz, podéis retiraros. Espino, quédate.

Ala de Perdiz salió la última, viendo como Parcheada entraba en el campamento y se lanzaba a la carrera hacia sus hijos, que comían junto al montón de la carne fresca. Los ojos amarillos de la gata se tiñeron de añoranza.

Aunque era un miembro leal y útil para el clan, nunca sería una cazadora tan hábil como Parcheada o una guerrera tan formidable como Hoja de Arce. De hecho, Ala de Perdiz quería ser curandera hasta que vio a los primeros cachorros de su vida, quienes eran Zarpa de Estepa y su hermano, Aguilucho, el aprendiz de Chapuzón. Desde ese momento, lo único que quería era ser madre.

Como el Clan Estelar mandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora