Una molesta luz extrañamente brillante se colaba por su ventana, su persiana yacía completamente abierta y gracias a esto la luz solar de medio día entraba con todo su esplendor, o más bien con toda su molestia.
El cuarto era un desastre, ropa tirada en el suelo, algunos de sus libros junto a la ropa, una taza de café junto al televisor que había permanecido encendido toda la noche, esto era típico de sus maratones de lectura desenfrenada y es que cuando comenzaba una zaga de libros que lograban atraparla por completo, simplemente no podía parar de leer hasta que terminara los volúmenes o que el sueño la venciera que era lo cual casi siempre ocurría.
Se sentó en la cama dejando caer un paquete de galletas a medio comer al suelo, tocó su cabello despeinado, observando a su alrededor para poder bajar de la cama con cuidado de no tropezar con la ropa en el suelo, llegó hasta su cuarto de baño en el cual se dio un prolongado baño de agua caliente, luego de vestirse, peinarse y amarrar su cabello en un moño despeinado recién en ese momento prestó atención a su celular, tenía dos mensajes nuevos de un número desconocido en cuya foto de whatsapp habían sólo dos manos tocando un piano, sabía de quien se trataba por lo que respondió enseguida.
Corrió a su vestidor para elegir algo decente que usar, era una sensación extraña y, sin darse cuenta, escogió sus mejores ropas, la que más la favorecían.
A pesar de ser invierno, el clima se mantenía algo cálido al mediodía y por la tarde, por lo que se decidió a usar una camisa algo holgada, una falda blanca de material ligero en capas, bajo sus panti medias negras a juego con sus zapatos de tacón, sí, estaba usando aquellos zapatos de tacón tan lindos que vio una vez en una vitrina, le recordaban los zapatos de charol que usaba cuando era pequeña, tan negros, brillantes y con un adorable lazo de decoración, sólo que estos poseían un pequeño tacón.
Dejó que sus rizos se secasen al aire fresco, asegurándose de usar crema para el cabello para que mantuvieran su forma, se pintó los labios de un rosado cálido, discreto, algo de máscara de pestañas, un chaleco negro algo holgado y ya estaba lista, tomó su bolso y salió al encuentro del pianista.
Habían quedado en frente a la escuela y para cuando llegó, él estaba parado en la entrada, no era a quien esperaba ver, no era el muchacho discreto de los dedos ágiles quien le había prometido enseñarle a tocar piano, era un joven más alto, de ojos azules profundos que jamás cerraba la boca y cuya sonrisa era tan amplia que llegaba a molestarle, se sonrojó.
La estaba mirando de pies a cabeza, asombrado, como si jamás esperara verla vestida de esa forma. –Debo admitirlo, te ves preciosa – Musitó con una sonrisa casi de orgullo, Le ignoró.
Tomó su celular, buscó en este el contacto el cual había guardado como pianista y marcó, el tono sonó una, dos, tres e iba por la cuarta cuando una voz algo agitada le respondió. –Voy retrasado pero, llegaré en cinco minutos, espérame en la sala de música.- Luego de responder con un simple "si" pasó junto al muchacho de cabellera rizada, se sentía algo molesta, tratando de ignorar lo estúpida que se había sentido una semana atrás, cuando luego de su encuentro en su lugar de emergencia ella se había decidido a saludarlo en el pasillo, agitando su mano de forma tímida y este...sólo la miró con desdén, ignorando su presencia para irse con su grupo de amigos, cada quien más cretino que el otro, aparentemente los esperaba un grupo de chicas de hermosura envidiable, figura delgada y faldas demasiado cortas para su joven edad.
Llegó a la sala de música consiente de que él la estaba siguiendo, de que había entrado junto con ella y que la observaba desde de la puerta mientras ella dejaba su bolso sobre el piano, levantando la tapa de este para luego sentarse a practicar el fragmento de La Valse D'Amelie que había aprendido junto al amable pianista, actuando como si él no la estuviera observando fijamente luego de haber tomado asiento en una de las sillas del salón. -¿Estás enojada conmigo?- No respondió, o hacía falta gastar palabras en alguien quien no las merecía, alguien que por un instante le había dado la estúpida ilusión de que ya no era una marginada social, de que tenía un amigo, no valía la pena hablar con una persona que se avergonzaba de ella.
Las puertas se abrieron de pronto, llamando su atención, tras ellas aparecía la figura del joven músico talentoso a quien esperaba ver, se levantó , esbozando una pequeña sonrisa para ir a saludarlo con un corto abrazo, el cual fue correspondido y recibido con una sonrisa algo leve y ruborizada. –Te ves muy bonita- Su voz sonaba algo nerviosa, aquello le agradaba, los dos eran seres de pocas palabras cuando estas no eran necesarias, de pronto Él se levantó de la silla bruscamente, observó al pianista con algo de enfado, un enfado que la confundió, ella estaba molesta con él por haberla ignorado, aquel ser superficial no tenía motivos para molestarse aunque luego volvió a sentarse.
Ignorando ambos al intruso en el salón de música, se sentaron frente al piano como la primera vez.- Esta vez será una melodía diferente, intenta adivinar cuál es- Una suave sonrisa se plasmó en su rostro al oír la dulce tonada de "Song of the beach" era tan suave, le daba la impresión de hallarse de pronto en un mundo de colores pastel, en un eterno atardecer, una tonada tan cálida como el sol rojizo perdiéndose entre las aguas del océano.-Por lo que veo la conoces, entonces comencemos-
Así pasaron hasta las seis de la tarde, para esa hora ya había aprendido a tocar la dulce melodía de forma algo torpe puesto que no acostumbraba a tocar piano, mucho menos con un chico tan cerca de ella, hasta que a través de la ventana ya hacía las siete de la tarde, podía ver como la luz solar se iba apagando, así sabía que ya era hora de dejar la escuela, al observar nuevamente el salón aquel individuo superficial seguía sentado en medio del salón, observando hacia donde ellos estaban, pero sus ojos estaban fijados en el joven músico, con el ceño fruncido y un rostro de seriedad que nunca creyó iba a ver en ese muchacho, pero que luego se suavizó y hasta dejó ver algo de vergüenza al cruzarse con su mirada, no comprendía absolutamente nada de lo que sucedía, de pronto ambos jóvenes parecían tener un profundo resentimiento el uno hacia el otro aunque eso no era asunto suyo.
Estaba perdida en sus intentos de averiguar que sucedía que el ambiente era tan denso, cuando sintió como alguien tomaba su mano y se la llevaba fuera del aula apresuradamente, era Él, no había alcanzado a tomar su bolso cuando ya estaban en la puerta de entrada de la escuela, se soltó bruscamente del agarre cuando tuvo oportunidad, y le miró frunciendo el ceño, había apretado su mano y sus manos, eran su posesión más preciada.
El joven se sorprendió y cayó en cuanta de que había dejado sus muñecas algo rojizas. –Lo siento...es sólo que necesito hablar contigo, quiero saber por qué me estás ignorando.- Era una situación tan ridícula que no podía soportarla. –Te trato como tú me tratas a mí, si me ignoras así lo haré yo y si te avergüenza tener amistad con una marginada, a mí me avergüenza tener amistad con un superficial.-
Los ojos azules se abrieron de par en par, recordó el día en que una chica de cabello despeinado, que usaba lentes, le había saludado con un ligero movimiento de su mano, era ella...había sido ella todo el tiempo sólo que no la reconoció por las gafas, eran diferentes a las que había visto la última vez, por eso no la reconoció, por esa razón no la saludó como hubiera deseado haberlo hecho. No había excusas que valieran, la ignoró de forma monumental dejándose llevar por las apariencias, era un superficial y lo sabía.
-¿Te acompaño hasta la estación? Está anocheciendo, habrá luna llena y los lobos saldrán a cazar.- Dijo detrás de ella el otro muchacho de ojos verdosos como un prado de verano y a pesar de que aquél comentario se le había echo algo peculiar sólo asintió con una suave sonrisa, notando como entre los dos jóvenes se fulminaban con la mirada. Sintió el peso extra de una chaqueta sobre sus hombros, aquello la hizo sonreír mientras tomaba su bolso, que gracias a dios, el muchacho le había traído, así partió con él a la estación dejando a un molesto y arrepentido chico de ojos azules como la oscura noche, de pie frente a la escuela sin nada que hacer más que mirar y podría jurar haber escuchado un gruñido, pero al momento de voltear un poco para comprobar que aquel gruñido provenía del alto chico de cabellos rizados, él ya no estaba ahí.
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N/A: No me había dado cuenta de que ya 30 personas habían leído esto!!, puede que sea un pequeño número pero significa muchísimo para mi, espero que no me odien por no revelar los nombres de los personajes.....AÚN! eventualmente lo haré, déjenme sus comentarios y díganme que les parece la historia ¿si?, de a poco voy escribiendo más y más, sólo que sepan que algunas veces me tardaré en actualizar, tengan paciencia conmigo <3
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Él
WerewolfUna relación de eventos plasmados sobre un lienzo completamente monótono, conformado por una escala de grises urbanos hasta que una mancha de color cae de forma súbita, tratando de mimetizarse con los grises a pesar de poseer un tono azul profundo...