De compras con un extraño

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Pasadas dos semanas en la cual el sueño no se hacia presente hasta altas horas de la noche, sueños de los cuales se adueñaban un par de ojos azules, que la observaban con total profundidad como si la estuviese estudiando y tratando de meterse hasta lo más recóndito de su mente, decidió salir a despejarse el fin de semana, decidió ir por algo de ropa nueva que le hacía falta para el invierno que ya se hacía presente con las frías mañanas, apoyadas por las gélidas noches que pasaba con más de tres cobertores para mantener una buena temperatura.


La mañana del sábado, luego de desayunar, salió a las vacías calles de la ciudad, rodeada de una helada brisa matutina, observó atenta los autos cuyos parabrisas se hallaban congelados, los pequeños charcos de agua solidificada en los bordes de las esquinas y las hojas teñidas de matices otoñales, desplegadas por toda la acera le brindaban un tranquilizador aspecto de la ciudad, a una hora en la que no había demasiada gente, un momento perfecto para disfrutar del paisaje solitario. Dentro del centro comercial comenzó a pasearse por las diferentes tiendas, se armó con dos pares de botines nuevos, una chaqueta, camisas y polerones, más grande fue su sorpresa al estar al interior de un probador del cual salió para comprobar que los jeans de tono azul oscuro le quedaban bien, fue entonces cuando a su espalda una voz un tanto grave, pero no demasiado, exclamó. -A juzgar por todas esas bolsas, pareces saber mucho sobre ropa...¿Te molesta si pido tu opinión acerca de estos pantalones?- Se volteó encontrandose de frente con el mismo joven...sólo que ahora este usaba un par de pantalones de un color rojo intenso que le quedaban fatal, respiró profundo, entro a su probador nuevamente y sólo luego de cerrar la puerta, se atrevió a hablar.- Ese color no te queda....deberías buscar algo más sobrio.- Fue todo lo que dijo, se cambió y agarró los pantalones que quería llevar, luego de pagar estaba caminando por los pasillos cuando sintió que alguien caminaba junto a ella, no le tomó importancia hasta que notó que la seguía al entrar en otra tienda.


Sabía perfectamente quien era, sabía muy bien que la estaba siguiendo, pero en vez de molestarse y siquiera reclamar que la dejase en paz, no mencionó palabra alguna. Entró en otro vestidor para probarse un vestido rojo y negro, aprovechando que usaba zapatos de tacón alto de un lindo rojo terciopelo, luego salió a verse al espejo en el mismo instante en que detrás de ella se encontraba el muchacho, vistiendo una camisa negra con corbata roja, ia a juego con su vestido, le hizo gracia y una ínfima sonrisa se curvó en sus pálidos labios.- Oh, así que puedes sonreír....interesante.- Borró su sonrisa para volver a cambiarse y comprar el vestido. As siguió hasta pasado el medio día, siendo acompañada por un completo extraño con el cual sólo intercambiaba un par de palabras como "Una talla más grande y te quedará bien" o "Simplemente fatal" incluso un "Deberías aprender a vestirte" y es que le estaba ayudando a hacer sus compras invernales, por lo visto carecía de sentido de la moda.


Así pasaron toda la mañana hasta pasadas las dos de la tarde, ella dándole consejos sobre como vestir y él cargando amablemente sus bolsas de compra, no intercambiaron muchas palabras, él hablaba todo el tiempo pero la timidez femenina sólo le permitía asentir y, sólo de vez en cuando responder cosas como "Una talla más pequeña", unos cuantos "Ese color no te favorece" y sólo unos muchos "Hablar contigo es como hablar con una pared...me gusta" esos de parte del joven, le agradaba ese extraño sentimiento de plenitud, de calma, de confianza, de saber que podía ir sin cuidado por las tiendas para confiarle sus compras, darle consejos. A pesar de ello, las palabras no brotaban de sus rosados labios, sentía que si hablaba de más terminaría fastidandolo eventualmente.


Ya se hacía tarde, a pesar de que su departamento sólo la esperaba a ella, no gustaba del centro en la tarde, sin más cosas que comprar o mejor dicho, sin más dinero que gastar, comenzó a caminar a la salida en la cual le pidió al chico sus bolsas, sin embargo se negó, quiso agradecerle el favor pagando por ella un taxi para luego irse. No le dijo su nombre, no le dio su correo ni mucho menos su numero de teléfono, sólo le otorgo una sonrisa leve y amistosa, una sonrisa que la petrificó y sólo cayo en cuenta de que ya no estaba cuando el taxi partió, quiso verlo una vez más pero, cuando miró hacia atrás por el parabrisas trasero, él ya no estaba.

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