Decepción.

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El suave atardecer se presentaba como una de las más hermosas pinturas, con las nubes teñidas en tonalidades que iban de un suave naranja hasta el azul característico de la noche. El frío recorría el amplio jardín adornado de rosas por lo cual ella tuvo que cerrar el abrigo masculino que traía sobre sus hombros mientras esperaba a que el joven frente a ella se decidiera a hablar.

-Lo que quiero decirte es de suma importancia, necesito que me escuches muy atenta y que por ningún motivo me interrumpas puesto que es un tema algo delicado.- Sólo asintió ante sus palabras, era algo extraño para comenzar una disculpa que era precisamente lo que ella esperaba luego del momento de humillación que sufrió al ser ignorada completamente por él; Escuchó como se aclaraba la garganta, luego un suspiro y por fin su voz – Yo...quería hablarte un poco sobre cierta persona...esta persona es alguien que sin duda te va a enterrar los dientes en el cuello en cuanto pueda ¿sabes? Es alguien en quien no tienes que confiar, a pesar de aparentar ser alguien muy amable, no lo es créeme. Él...bueno se trata de Andrew.-

Los ojos de la joven se abrieron como platos, no podía creerlo si quiera, había estado esperando por una disculpa por más pequeña que fuese y ahora venía a atacar al único chico que era cien por ciento amable con ella, que jamás la ignoraba y que sin falta la saludaba cada vez que se topaba con ella por los pasillos, quien la iba a buscar al almuerzo para comer juntos en la terraza, aquel guapo muchacho que tan gentilmente le estaba enseñando a tocar piano.

Ahora fue ella quien se aclaró la garganta, el ambiente tan cálido se había perdido por completo al igual que el sol cuya luz rojiza ya no se reflejaba con intensidad en las rosas -¿Eso es todo lo que tienes que decirme? ¿Estás absolutamente seguro de que no viniste aquí para hablarme de nada más?- Le miró fijamente a los ojos, sabía que aquello le incomodaría en demasía por ello lo hacía, a pesar de ser considerablemente más baja que él; en estos momentos era preciso sostenerle la mirada para aplicar algo más de presión.

-Pues no, eso era todo lo que quería decir...uhm...Podrías dejar de...mirarme tan fijo por favor.- Agregó observando cualquier punto en especial que no fuesen los ojos adversos, pero cada vez que el volteaba ella se colocaba frente a él nuevamente hasta que de pronto no lo hizo más.

-Esto es ridículo, no vuelvas a hablarme- Le dijo tajante a medida que se abrigaba más con la chaqueta del joven músico que en ese momento oportuno había salido a buscarla; Rodeó sus hombros con su brazo para irse juntos, no sin antes dedicarle una burlona sonrisa al muchacho de cabellos rizados el cual en no más de tres segundos, ya se había ido completamente molesto por la situación.

Ella miró hacia atrás con la esperanza de ver si lo que le dijo le había afectado aun que fuera un poco pero, como siempre, desaparecía cada vez que ella intentaba llegar a él. Poco importaba ya, a partir de ahora se esforzaría en ignorarlo y se concentraría de lleno en Andrew, quien justo en ese momento comentó algo para romper el silencio. –Pasé a la final del concurso...-

Su voz la hizo salir de sus pensamientos para luego dedicarle una cálida sonrisa –Eso es fantástico-
El joven asintió a medida que sus mejillas se coloreaban de un rosa pálido, de pronto el muro se había vuelto muy interesante hasta que decidió volver su vista a la pequeña figura femenina junto a él -¿Te gustaría acompañarme a la cena de celebración? Van a estar presentes todos los concursantes o bueno...casi todos, sólo los que nos llevamos bien, nos quieren apoyar a mí y a mi contrincante y...bueno...es de gala ya sabes, tengo que llevar a una acompañante.- De pronto su corazón ya no se hallaba tan tranquilo como antes, sentía su rostro arder mientras que se miraban; Asintió luego de unos breves minutos –Estaré encantada de acompañarte – Una suave sonrisa acompañaba la tierna escena a medida que ambos se iban.

Lo que no sabían es que cierto ser exterior escuchaba todo lo que decían desde un árbol cercano, su rostro inexpresivo, sus nudillos blancos de lo apretados que tenía los puños, estaba inmensamente molesto. Primero ella se enojaba quien sabe por qué, buscando alguna otra razón por la cual él quisiera hablarle y ahora resulta que saldría a cenar con ese imbécil enmascarado en su apariencia de niño educado y de buena familia. –De una u otra forma...iré a esa cena-

Al día siguiente cierta joven buscaba desesperada algo que usar para tan importante ocasión, sin embargo no tenía nada bueno; Su mejor vestido lo había usado el día anterior y eso sólo significaba una cosa, era la hora de ir de compras a las tiendas elegantes de la ciudad.

Se vistió lo mejor que pudo, arregló su cabello y se maquilló, era preciso ir presentable a esos lugares de lo contrario, los comentarios groseros no se detendrían jamás. Luego de tomar el dinero para guardarlo en su bolso junto con el celular, este comenzó a vibrar con el suave tono de La Valse D'amelie que había puesto específicamente para el músico dueño de sus pensamientos. -¿Hola?....A si, estaba por salir a comprar un vestido para la cena....¿Enserio?.....me parece genial! Te veré allí en media hora.-

Se dejó caer sobre su sofá con una inmensa sonrisa pegada en su rostro, luego recordó que deía salir para no llegar tarde, puesto que tendría una especie de cita con un apuesto muchacho de cabellos castaños, no había otra manera de comenzar mejor aquel día, por lo que sin más tomó sus llaves para salir corriendo a tomar un taxi.

Mientras tanto, en una tienda de ropa formal al otro lado de la ciudad, se hallaba un alto joven acompañado por una señorita de casi su altura, rubia, de cuerpo espectacular y para que más, amante de los colores chillones, cuyo nombre nunca supo ni estaba interesado en saber. La cual tendría que soportar durante todo el día hasta la hora de la cena, puesto que al haber coqueteado con ella se ganó, automáticamente, una invitación al evento.

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