Cuatro

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Minerva.

Mi captor es malditamente demandante, por más que me nieguen ciertas cosas termino aceptando, con la comida mi duda era aclarada cada que venia que a dejar la comida veía como le comía, se que lo hacía para que viera que no tenía nada raro.

Pero esa maldita acción era extrañamente sexy.

No debía verlo de esa manera, no es un buen hombre, muchas veces escuche los crueles que eran los Ivanov incluso los hijos ilegítimos del pakhan, eran mencionados con terror.

Pero nunca escuche lo estúpidamente atractivos que eran…

Salía de la habitación por las mañanas cuando más o menos creía que no había nadie, no intente escapar pues de todos modos había gente de la bratva en los alrededores, y no dudo que irían a por mi padre primero.

Me sentía algo indispuesta y estoy segura que en nada llegaría mi periodo, no puedo andar sin ropa interior en esa fecha, además no tengo tampones a la mano. Necesitaba si o si encontrar su habitación.

Averigüe la mayoría de los cuartos, algunas personas de servicio me observaban pero no me preguntaban nada.

La habitación del fondo era la más lógica pero por alguna razón tenía miedo de entrar ahí, por eso la había evitado con todo mi ser. Pero era de vida o muerte encontrar esa ropa interior.

Abrí la puerta con cuidado, estaba abierta para mi sorpresa, puse un pie en la alfombra y el aroma a su colonia me alerto de inmediato, pero ya era tarde cuando ya me tenía contra la pared cerrando la puerta.

—¿Qué haces aquí princesa?

—Vengo por mi ropa —trate de empujarlo pero su pecho estaba desnudo así que tocarlo era una tortura a mis hormonas —no puedes tenerme así.

—Si puedo, es mi pequeña recompensa por ser paciente — volví a empujarlo pero esta vez tomo mis manos y las subió sobre de mi cabeza sosteniendome de las muñecas —imaginar que andas por mi casa sin nada debajo, me ayuda a masturbarme mejor.

—Maldito pervertido.

—Cúlpame de serlo, pero mi miembro solo reacciona ante tu imagen.

—ES TU PROBLEMA.

—Ahora también es tuyo.

Bajo su pantalón de chándal con la mano libre y sentí el calor emanar de su miembro contra la tela de mi estómago, mi interior se sintió mojado y rezaba por no fuera mi periodo llegando.

—Se que no piensas que soy repugnante, eres orgullosa, pero he notado como me miras —volvió a subir por mi mano y soltó solo una —Debes de irte acostumbrando a mi, serás mi esposa y no puedes olvidarte de todos tus deberes como tal.

Apreté mís dientes quería meterle un puñetazo en el rostro, pero mi fuerza me estaba fallando, guio mi mano hasta su miembro, me negaba a tocarlo.

—Abre la puta mano Minerva.

—Si me haces tocarlo lo apretare y no haré que te guste.

—¿Si? Muéstrame entonces.

Abrí la mano y puso si miembro, apreté y soltó un siseo extraño, la textura en mi mano, lo caliente y la manera en que el me miraba aflojo mi agarre, quería lastimarlo, en verdad quería.

Pero mi mano comenzó a masturbarlo y sus labios atraparon los míos en el puto beso más sucio que en mi corta vida hubiera dado…

Libro #2 More (P.J.M +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora