4. Sombras.

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Layla

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Layla.

La primera vez que estuve en la corte de los dioses, tuve un solo pensamiento.

Repulsión.

Sentía náuseas con la manera en que ellos jugaban con la vida de los humanos, como si fueran cucarachas que tarde o temprano debían morir.

Traté por meses de escapar del mundo mágico, me encargaba de espiar a la difunta guardiana de los portales.

Esperar una oportunidad asi sea pequeña para escapar.

Pero me descubrió.

El mismo día que iba a escapar, la diosa del Sol me encontró. Estaba a punto de cruzar el portal cuando un rayo me dejó ciega por unos minutos, y cuando los volví abrir estaba en una habitación blanca y cálida.

No podía ver más nada que no fuera luz, y fue ahí que escuché su dulce voz.

Nadie ha logrado ver a las diosas, y cuando ellas cayeron en la batalla y se lanzo el último pergamino, las puertas de la corte celestial cerraron para siempre y ni siquiera los dioses, ni esos monstruos pueden entrar.

Después de esa conversación con la diosa, estuve años entrenando para ella. Para mostrar que era digna de luchar a su lado, podía hablar con ella por horas a través de mis sueños donde ella se manifestaba en forma de un pequeño aro de luz.

Un día antes de la caída de las diosas, la antigua guardiana murió inesperadamente y la diosa me asignó a mi como nueva guardiana. Desde entonces, me encargo de mantener separados los dos mundo, el mortal y el mágico.

Al ser la única ninfa en controlar todos los poderes de las estaciones, mi deber es encargarme del equilibrio.

Equilibrio que se fue al diablo, cuando las niñas se encontraron.

Sus guardianes son unos idiotas, las descendientes no podían encontrarse antes de los veintiuno, fue la regla de los pergaminos.

Llego directo al portal con ayuda de mis alas, observo todo a mi alrededor buscando anomalías.

-Dí la orden de que no podían salir —Digo cuando a las afueras del portal se encontraban unos pétalos.-El trío está en el mundo de los mortales.

Eileen

Desa

Layna

Las tres hijas de Eros, cuando a su padre le fueron arrancadas sus alas. Sus tres hijas tomaron el cargo del hilo rojo.

Se encargan de unir las almas de los humanos.

Son buenas en su trabajo pero también un dolor de cabeza, se la pasan más tiempo en el mundo humano y más de una vez han causado problemas.

Estaba recogiendo los pétalos cuando tuve un mal presentimiento, subí rápidamente y miré hacia abajo para ver sombras a punto de haberme rodeado.

-Tus reflejos han mejorado, querida Layla —Escuché su voz fastidiosa para luego verla emerger de las sombras.

Las Descendientes Del Sol Y La Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora