YUTA
Yuta Okkotsu no se consideró jamás un chico popular entre las chicas, aunque lo era. Él vivía en su burbuja donde leer, ver series creepys y jugar con su amigo en línea era lo único de su vida.
Y es que ya había tenido experiencia con una chica y... reconsideró eso de querer pareja, por primera vez le quiso hacer caso a su madre con eso de estar soltero hasta los cincuenta.
Aunque no significara que le desagradara el amor, le gustaba el romance, pero lejos de él, muy lejos, tan lejos como había quedado su salud emocional.
Yuta sonrió divertido por las reacciones de su mejor amigo, le causaba mucha ternura ver como se ponía alrededor de el chico que le gusta, todo nervioso, todo chiquito y pendejo. Tampoco es como que Yuta fuera uff, un conquistador, estaba muy lejos de serlo, pues cada que quería hablarle a alguien gritaba por dentro mientras le daba un ataque al corazón, pero debía ser sociable. Estaba mentalizado para empezar a hablar con las personas, no podían ser dos pendejos callados, él debía echarse la misión de ser el introvertido con habilidades sociales.
Respiró hondo y se mentalizó.
No quiero, no quiero, no quiero.
- ¡Hola! - Saludó con una sonrisa leve a los tres chicos que parecían estar discutiendo. Identificó al castaño, el novio de Toge, bueno, futuro novio si todo salía bien, las otras dos chicas eran sus amigas y siempre estaban pegados como chicles. - Me preguntaba si ya tenían a todos los integrantes para el proyecto de análisis.
Sintiendo sus nervios aumentar cuando los tres chicos se miraban y después lo miraron para repetir la acción anterior, se sentía tremendamente juzgado. Y es que también un poco intimidadado, no por el chico... por esas dos, sabía bien que ellas eran del tipo de mujer... difíciles, más la rubia, no quería hacer algo que la enojara y terminar regañado, golpeado, muerto, sepultado.
Ah, voy a morir hoy supongo.
- Yo digo que sí. - Escuchó decir a la rizada que se encogía de hombros volviendo su atención a su teléfono.
- ¿Tú y quién? - el castaño tenía ya una libreta fuera con un lapicero.
- Soy Yuta Okkotsu y mi compañero Toge Inumaki.
Respondió con una leve sonrisa y miró a la chica rubia que estaba en silencio con sus audífonos puestos y muy seria. ¿No le agradaba? No pudo evitar sentirse mal al pensar que la chica no estaría cómoda a su lado pero no iba a retractarse por mucho que no quisiera hacer sentirla mal, era por su mejor amigo.
- Okey, horita vamos para discutir eso. - dijo el chico y Yuta sonrió asintiendo mientras se daba vuelta y volvía a respirar.
Le dió la noticia a su amigo y su reacción fue golpearlo, parece que se había hecho costumbre eso pero no se inmutó, sabía que por dentro su amigo se lo agradecía. Ahora ellos estaban sentados en el suelo en una esquina del aula como todos los demás equipos.
Pasar tiempo con los tres amigos era entretenido, estaban constantemente discutiendo y haciendo chistes malos que terminaban dando risa. Había ya reconocido la personalidad de cada uno, Omar era... especial, tenía humor peculiar y era carismático, la rizada llamada Daira parecía seguirle el juego solamente y era tranquila, algo tonta. La única que parecía no mostrarse con ganas de charlar ni interactuar con Yuta y su amigo fue la rubia que escuchaba música de sus audífonos.
Yuta sintió la necesidad de quitárselos para poder charlar con ella pero suspiró, no podía caerle bien a todo el mundo, lo sabía.
Al final llegaron a un acuerdo de hacer el proyecto y sería en la casa de su amigo Toge para que no se le dificultara a nadie. Yuta molestó un poco a su amigo con eso y después lo consoló cuando tuvo un pequeño crisis, además, no podía echarse para atrás y perder esta oposición grande.
Cuando llegaron a la casa de Toge, Yuta entró como si fuera la suya pues prácticamente también vivía ahí. Los tres amigos eran divertidos, se la pasaba bien hablando con ellos pues te hacían sentir genuinamente cómodo... bueno, salvo por alguien.
Y es que a Yuta no le gustaba la atención, pero ¿por qué ella no podía no mirarlo? Ni siquiera su amiga que tenía más cara de mandarte a la mierda si le hablas se comportaba así. Le molestaba un poco, tampoco es como si el fuera rarito o mala persona, ni grosero. ¿Entonces?
¿Por qué no me habla? ¿Le molestaré? ¿La incómodo?
No quería molestarla, mucho menos incomodarla. Si Toge y Omar resultaban ser novios, Yuta no soportaría más la indiferencia de la chica.
- Ahh, ¡estoy hambriento! - Murmuró mientras se recostaba en el suelo al lado de la chica. Ni siquiera sabía cómo iniciar una conversación con una chica, dirigió su mirada a ella y sonrió levemente - ¿Qué te gusta?
- ¿Qué me gusta de qué? - Yuta dejó de sonreí a tener una mueca nerviosa al escuchar su tono indiferente.
- De comida, obviamente. - dijo con una sonrisa nerviosa.
- Supongo que la pizza.
- Oh sí, la hawaiana está buena. - Murmuró con tono irónico pero al ver la mueca de desagrado de la chica eso le divirtió.
- A puro pendejo le gusta la pizza hawaiana.
- Ya, al menos esa pizza tiene un ingrediente saludable fuente de vitamina C, potasio y fibra - dijo con tono seguro como si aparentara saber mucho, no tenía ni puta idea pero impresionar era lo principal - Además, una de las mejores películas infantiles es ambientada en Hawaii.
Así se llevaron un rato discutiendo sin hacer el trabajo hasta que Omar les dijo que los sacaría del equipo por no hacer nada más que jugar. Al menos ya había hablado un poco con ella y le agradaba mucho para ser sinceros, después de eso la chica se notó más libre de hacer alguna broma o comentario y le agradaba mucho su humor y carácter.
Sonrió mientras acompañaba a los dos chicos a su parada de autobús, la rizada ya se había ido hace un momento negando cuando le sugirieron acompañarla. Se despidió con la mano sonriendole a ambos chicos algo nervioso sin saber por qué.
- Apúrate, pendejo, nos va a dejar el autobús.
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Sin intenciones
RomanceKim Aisha era una chica dura de carácter, mayormente sería y calculadora... todo cambió cuando vio a ese torpe chico.