𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓒𝓲𝓷𝓬𝓸

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YUTA
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No pasó mucho los siguientes días, no por gusto de Yuta. Las cosas entre los amigos parecían tensas en ese momento, la de cabellos rizos parecía estar demasiado seria la mayoría del tiempo y Aisha... ¿qué les puede decir Yuta? La chica parecía haberlo estado ignorando en esos días, más de lo que ya lo ignoraba.

El único que parecía tener ánimos para conversar era Omar que pasaba la mayoría del tiempo con su mejor amigo. Y no lo malentiendan, le alegraba que su amigo tuviera una relación con ese chico y estuviera feliz (si es que eso era una relación), pero se sentía algo abandonado. Además de que las chicas parecían haber discutido entre ellas.

Yuta observó con curiosidad a la chica rubia que estaba retocando su maquillaje, solo por mera curiosidad, estaba aburrido, sí. Miró con detenimiento su rostro y como el labial rojo delineada sus labios delgados, se quedó un poco más de tiempo mirando, más de lo que esperaba.

¿Por qué parecía tan distante esos días? No es como si tuvieran la mejor relación, ni siquiera tenían una. Yuta no podía considerarse su amigo o algo parecido, eran... conocidos, ¡pero al menos antes se dirigían las miradas! Era extraño.

Con cautela se acercó a la chica rizada cuando Aisha se levantó y salió del aula. Se sentó frente a ella alzando una ceja y mirándola con curiosidad.

-¿Qué pasó? No he escuchado ni una risa escándalosa de ustedes. - Habló con una leve sonrisa y después apuntó la silla que ya era costumbre donde Aisha se sentaba -¿Discutieron?

-¿Te importa? - Preguntó ella igual sonriente y entrecerró sus ojos viendo a Yuta con algo de diversión -¿Por qué no le preguntas directamente a ella cómo está?

- No sé si estás ciega o sólo ignoras la cara que se carga estos días.

- Creo que soy con la única que está enojada. - Contestó escogiendose de hombros y bufó - Y ni eso, la enojada debería ser yo.

Yuta pensó en las palabras de la chica y sus ojos la miraron con curiosidad, ¿por qué? Ellas no parecían discutir seguido, al menos no de forma seria, todo era bromas.

- Ya vi tu cara de chismoso, no te diré nada de una vez te digo. Pregúntale a ella. - Murmuró con simpleza y la chica se colocó los audífonos mirándolo hacia una parte del aula, Aisha caminaba en silencio a su silla quedando al lado de Yuta.

Yuta quedó en silencio, ¿cómo le hablaría? Es más, ¿ella quiere hablar con él? Muchos escenarios pasaban por su mente, seguramente la chica le terminaba rechazando poniéndole cara mala.

Seguramente ni me mira.

Suspiró mirando de reojo a la chica. No tenían mucho en común, bueno, a ambos les gustaba leer mangas, ver anime. Tenían los mismos gustos de música, solo algunos. Su humor era casi igual al suyo. A Yuta le caía bien, era una chica agradable.

Además, su estilo era lindo, le gustaban los maquillajes de la chica, siempre iba con algo nuevo, era lindo. Aunque Yuta no sabía por qué pensaba en eso, no tenía nada que ver.

Iba a hablarle, sí, ahora mismo. Claro.

Una gran lástima que en ese momento el profesor Nanami entrara para la clase de física.

- Ya llegó mi esposo.

El pelinegro miró de reojo a la muchacha que acababa de sentarse detrás de Daira, se escuchó un "No mames Rebeca" de la rizada y entonces tuvo que regresar a su asiento al lado de su amigo el peliblanco. Yuta no pudo evitar echar miradas hacia donde estaban los tres amigos. Se veían algo distanciados, ¿pero por qué?

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AISHA

Aisha no sabía cómo sentirse. Sabía cómo se sentía pero no exactamente, ¿entienden? Era un lío de pensamientos en su mente. Estaba frente a su mejor amiga, sabía que tenían que hablar, jamás pasaban peleadas tanto tiempo y sentía toda la ansiedad en su cuerpo elevarse por eso. Hasta Omar sentía la seriedad en el asunto.

- Dime lo que vayas a decir, Daira. - Pidió en voz baja evitando la mirada de los dos chicos.

- Me molesta que te hagas la dura con nosotros dejándonos de hablar solo por darte nuestros consejos pero a él no le puedes reclamar ni una sola cosa sin sentirte mal.

Auch, y sin lubricante, le metió todo en un solo golpe.

- No sé ni siquiera si hace algo para compensar su actitud de mierda pero aún así, Aisha. - Daira tuvo que detenerse a decir algo más, simplemente miró con seriedad a su amiga. - ¿Es más el cariño que le tienes al que te tienes a tí misma?

No pudo escuchar los reproches que Omar hacía hacia Daira. Su mente se quedó en blanco pensando. No podía culparla, seguramente ya se había terminado la paciencia de su amiga después de tantas charlas así.

Y es que tal vez tenía razón pero... Aisha no quería dejarlo, no podía. Lo quería y él la quería a ella, ¿no? Era una buena relación, solo tenía malos momentos como todas las relaciones.

Además, él se lo dijo, nadir la va a querer tanto como él la quería a ella. Y puede que no lo demuestre de una forma muy sana, pero sabía que él la quería, o ella trataba de mantener esa idea en su cabeza.

Estaba a nada de hacer alguna tontería, había tantas malas emociones y demasiados pensamientos en su cabeza que le perturbaban al punto de sentirse abrumada. Se levantó con lágrimas en sus ojos, no quería culpar a sus amigos. Sabía que lo que decían era verdad pero ella no quería romper su burbuja de amor, quería seguir con esa venda en sus ojos donde Andrew la quería aún y todo era como una bonita historia de Wattpad con final feliz. Aunque en cambio todo eran discusiones, reclamos de parte de su novio por "no recibir" tanto tiempo por parte de ella y lágrimas de Aisha por de verdad no recibir atención de Andrew, supuestamente por lo ocupado que este estaba.

Y es que no sabía qué hacer, era uno de los primeros hombres que le hacían sentir algo lindo, aún si eso era una octava parte de lo que debería ser. Aún si no sonreía demasiado a su lado, aún si sus charlas se basaban en silencio denso de ambas partes, ella lo quería.

No se había dado cuenta por donde había estado caminando. Solo quería alejarse un poco, sentía su corazón encogerse y su pecho doler. Tampoco podía ver bien a causa de las lágrimas que cubrían sus ojos. Trató de calmar esos sentimientos pues se sentía demasiado asfixiante.

- Ey, ¿estás bien?

Sus ojos se encontraron con esos ojos oscuros pero cálidos. Su corazón no debía sentirse así de seguro junto a ese chico como lo estaba en ese momento.

Sin intenciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora