𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓸𝓬𝓮

8 1 11
                                    

𖡼

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧

AISHA

Sus manos sostuvieron mi cintura de una forma posesiva, sus labios sobre los míos, intensos, rudos.

Hice una mueca, abriendo los ojos y separándolo un momento. Mi mente no pudiendo soportar más imaginándose a alguien en lugar de a la persona que me tomaba como si realmente fuera suya.

Podía escuchar el carraspeo incómodo atrás de nosotros. Seguramente Daira haciendo una mueca de desagrado total, no quería voltear,  Yuta también estaba con ella, no podía verlo ahora.

El equipo de la escuela había ganado, aunque se sentía un sentimiento agridulce al no poder felicitar a su amigo como quisiera.

— Me va a salir una perrilla en el ojo. — Sonrió un poco al escuchar a la rizada, que ya estaba caminando frente a ellos a la salida — Vamonos antes de que se llene el lugar.

Ah, cierto, saldrían. Con Alex incluido, invitándose a sí mismo.

Sabía que solo salía con ellos por Yuta,  no tenía claro si quería dejar en claro algo o si eran solo tontos celos. Pero a su amiga no le gustó nada la idea, por supuesto se lo hizo saber. De todas formas a su novio no pareció importarle.

Los seis caminaron a la parada de autobús,  Toge y Omar en su mundo mientras charlaban de alguna manera. Se sentía feliz por su mejor amigo, aunque a veces le daban ganas de darle un buen golpe.

Subieron al autobús discutiendo sobre el lugar a donde irían. Casi siempre ella y sus amigos iban a lugares tranquilos,  solo a comer y platicar como típica señoras caurentonas mantenidas. Pero a la rizada se le había ocurrido la grandiosa idea de ir a un billar cerca.

— Ay, cállate Omar,  te han llevado a lugares más nacos — Se quejó mirando al pelicafé con reproche sentándose en la fila de hasta atrás que milagrosamente estaba vacía. — Es por la anécdota.

—¿Qué anécdota podríamos tener en un lugar como ese? Mejor nada.

Los dejó discutir y se sentó. Ignorando el hecho incómodo de que estaba en medio de Yuta y Alex, quienes no se hablaban desde la última "discusión" en la escuela,  lo veía mejor así.

Sacó sus audífonos y los conectó a su teléfono para evitar tanto el ambiente incómodo ahí,  no tenía ganas de sentirse culpable con Yuta y tampoco quería escuchar cualquier cosa que Alex dijera. Estaba comenzando a hartarse de esa situación.

Necesitaba discutir eso con alguien urgentemente. Se debatía entre escuchar bromas malas de parte de Omar o los regaños de Daira, o los dos juntos.

Debía pensar, tampoco podía seguir con lo que sea que tenía con Yuta. Porque no era tonta, se daba cuenta de algunas situaciones que no eran de simples amigos. Debía ser primero sincera consigo misma para poder serlo con él y de ser cierto lo que pensaba, no podía jugar con él. Y Alex... debía pensar bien lo que tenía con él.

Lo único que sabía era que no le gustaba lo que tenían. Después de ver lo poco que podía ofrecerle alguien y el como se sentía mejor de lo que tenía le estaba abriendo un poco los ojos.

Solo un poco, porque,  ¿qué pasaba si realmente Yuta no quería más que una amistad? Con Alex lo tenia seguro,  él se lo dijo, nadie te va a amar más que yo, no deberías si quiera pensar que alguien lo haría.

Se le había quedado marcada esa frase muy bien desde que iniciaron la relación,  ¿quién la amaría con todas esas inseguridades que llevaba encima? Solo Alex, o eso llegó a creer.

Conoció a Daira tiempo después y también a Omar,  eran otra muestra para ella que también estaba recibiendo poco de lo que merecía, ¡Hasta sus propios amigos de solo un año sabían mejor lo que le gustaba! Un simple gesto, pero importante. Debió hacerles caso desde un principio.

Bajó del autobús con los demás cuando alguien le tocó con suavidad el hombre,  evitó mirar al pelinegro dueño de ese toque delicado de siempre y caminó en silencio al lado de su amiga.

— Okey, sí se ve medio asquerosito pero igual y el ambiente está bien. — La escuchó decir en voz baja cuando tomaron una mesa.

Cuando todos estuvieron reunidos en la mesa pidieron su comida, entre todos habían ordenado una orden de alitas sonrió inconscientemente al recordar anécdotas que tenía con sus amigos respecto a esa comida, lindos. Le llegó su hamburguesa y tomó un pequeño mordisco, no tenía mucho apetito.

—¿Vas a comer todo eso en serio? — Genial, peor para su falta de apetito.

Observó a Alex con las cejas fruncidas levemente cuando escuchó lo que dijo en voz baja. En algún otro momento quizá de hubiera callado para después dejar su comida intacta pero simplemente rodó los ojos.

—La compré para eso, ¿no? — Dijo con cierta ironía,  podía ver el semblante ya molesto de su novio pero no le importó  — ¿o vas a reprocharme comer algo que yo misma compré?

— Oh, ¿tú me vas a reprochar ahora que no te compró cosas? Lo compraría si no fueran basuras como esa, solo dañará más tu imagen.

No supo como responder a eso, no porque no se le ocurriera nada, sino por el nudo que sentía en la garganta de molestia,  frustración y tristeza dentro. Se levantó, mirando al fin las caras incómodas y molestas de sus amigos. Genial, también les había arruinado la salida.

Caminó hasta el baño y respiró hondo varias veces para calmarse. No quería llorar por él,  no en ese momento y salir con su maquillaje arruinado como evidencia de lo mucho que dolía su corazón en ese momento.

No pudo evitar hacerlo y lágrimas silenciosas cayeron, se observó en el espejo y suspiró. No quería seguir soportando cosas así pero había algo en su mente aún como atadura a esa especie de amor que tenía.

La puerta fue tocada y se limpió las lágrimas con una mueca para no darle una mala imagen a cualquiera que estuviera fuera.

La abrió y fue sorprendida por Yuta que la tomó con suavidad de la cintura para devolverla dentro, entrando él también. Quiso cuestionarle el por qué,  pero sus labios fueron sellados cuando él tomó su rostro entre sus manos con suavidad. Sus labios delgados y suaves contra los suyos, moviéndose lentamente.

Pudo haber muerto ahí mismo por un paro cardíaco. Su estómago sintiéndose de una forma estúpidamente ridícula, como si las mariposas ahí realmente existieran, lo que era ridículo porque ella les tenía fobia.

Si pudiera tener un reloj que detuviera el tiempo y lo atrasara seguramente se rompería de las veces que devolvería el tiempo a ese principio del beso y las veces que lo detuvo en medio de él para quedarse simplemente así. Disfrutando de una grada sensación que en hace mucho no sentía y que le gustaba más de lo esperado.

– Déjame ser yo, por favor.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧

QUEEEWWW
Así de sopetón
Brusco y sin lubricante les aventé el besote.

Sin intenciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora