YUTA
Sostuve con mi mano su cintura, mis labios tomando posesión de los suyos, como si me perteneciera.
Había esperado tanto por hacer esto, había maldecido cada que este sentimiento en mi interior se hacía más grande, negandome a lo que realmente sentía, reprimiendome a mí mismo solo por lo que está bien o lo que está mal.
Al carajo.
Mi otra mano sostuvo su mentón para poder tomar sus rostro con suavidad y besar esos labios rojos que tanto había anelado, finos, suaves. Como tocar la seda más delicada, como probar la fruta más exquisita, que con razón estaba prohibida.
— Déjame ser yo. — Pedí en un susurro cuando me separé para darnos aire a ambos, jamás pensé que mi deleite aumentaría a ver sus mejillas tan sonrojadas y su rostro confundida, pero sobre todo, ese deseo vivo en sus ojos que era claro para mí — Por favor.
Volví a acercarme, rozando sus labios con los míos, esperando un momento para darle el tiempo de alejarse si ella quería. Me demostró muy bien lo que quería cuando sus manos tomaron mi rostro para ahora ella empezar el beso.
No supe muy bien que me había traído a aceptar mis sentimientos. Tal vez el coraje al escuchar como la trataba ese idiota que la tenía para él, al ver sus brusco tacto hacia ella y sus palabras sin una pizca de empatía. Eso era lo que me daba demasiado coraje, la tenía para él.
Era su novia y aún así no sabía valorar bien eso, no sabía tratarla como realmente merecía.
Yuta se había negado demasiado a eso. Nunca tuvo la intención de sentir algo más por ella que solo una amistad, le agradaba, era graciosa e interesante y sin querer se había estado involucrando más en su vida de lo querido.
Y es que el pelinegro no tenía ni una jodida idea de cómo tratar a una chica, y la última chica a la que se había entregado le había dejado literalmente en terapia. Digamos que no era lo suyo, pero joder... no podía despegar sus ojos de Aisha en cualquier momento que estaba a su lado.
— Déjame ser yo quién te bese así. — Volvió a pedir. Mis manos sosteniéndola más cerca de mí, no queriendo soltarla.
Osbervé la mirada de Aisha, esos ojos cafés ej los que me podía perder tranquilamente. Sería demasiado arrogante asegurar que ella deseaba lo mismo que yo pero podía verlo en esa expresión que tenía, la forma en la que sus ojos me suplicaban por más.
— No necesito que me escojas ahora. — Susurré rozando sus labios contra los míos. Maldito mentiroso, lo necesitaba — No necesito que me escojas solo a mí, solo quiero un poco...
Volví a besarla lentamente, mi lengua acariciando la suya con suavidad en un beso húmedo y necesitado. Saciaba la necesidad de hace días y semanas que se había instalado dentro de él, por tenerla de esa manera entre sus brazos, contra sus labios, suya.
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Sin intenciones
RomanceKim Aisha era una chica dura de carácter, mayormente sería y calculadora... todo cambió cuando vio a ese torpe chico.