5.

213 41 29
                                    

5.

—¡Buenas noches, doctor Kim!

—Hola, Ernie. ¿Cómo va todo?

—No me puedo quejar.

—Abrigado y calentito, espero.

—¿Con este tiempo? No es una tarea difícil. Casi llegamos a los veintitrés grados hoy.

—Oh, ¿en serio?

—Pero si es frío para usted sólo hágamelo saber, doctor Kim. Quizá pueda encender la calefacción de su bloque unas semanas antes y...

—No te preocupes, Ernie, estoy bien. Gracias.

—Ah, tienes un invitado. Ya veo.

Jeongguk saludó con un pequeño gesto con la cabeza al portero del edificio de Taehyung, habiendo permanecido en silencio mientras los otros dos tenían su pequeño intercambio; observando cómo este tal Ernie lucía genuinamente complacido de ver al científico, al igual que la mayoría de la gente solía estarlo.

También había notado cómo la sonrisa de Taehyung había vacilado al oír que el calor estaba regresando. Él llevaba puesto un grueso abrigo de lana que era adecuado para la helada de hace unos días, como si la ola de frío nunca hubiera abandonado su cuerpo. Jeongguk se preguntó, por milésima vez, si tendría que ver con alguna consecuencia del accidente.

—Sí, ¿tengo que registrarlo en administración o...?

—Ay, no, no hace falta —cortó el portero, agitando la mano—. Suban directamente.

—Gracias —Taehyung respondió, sonriéndole de manera cálida—. Que tengas una bonita noche, Ernie.

—Igualmente, doctor Kim.

Jeongguk se despidió con un nuevo asentimiento, y esperó a que las puertas del ascensor se cerraran detrás de ambos para darle un codazo en el brazo a Taehyung, burlón—. ¿Doctor Kim, eh?

—He intentado un millón de veces que me llame sólo por Taehyung, pero no ha habido caso —suspiró el contrario, y le dedicó a Jeon una sonrisa irónica—. Aunque tampoco no está mal que alguien me llame así.

—A la mierda con el doctor Sims —Jeongguk soltó por su parte, y sólo se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta cuando Taehyung arqueó las cejas en su dirección, luciendo a punto de regañarle por ser tan inapropiado.

Cosa que no sucedió, pues una risa suave escapó en su lugar—. Tú lo has dicho.

Mientras subían los catorce pisos a toda velocidad hasta el apartamento de Kim, Jeongguk se asombró internamente por lo elegante que era el edificio completo. Un portero, suelos de mármol en el vestíbulo, un ascensor que funciona de verdad, paredes sin manchas misteriosas y ni una sola luz parpadeante en el complejo entero...

No debería haberle sorprendido el hecho de que un híper-mega-reconocido científico de la talla de Taehyung viviera en un rascacielos de lujo, porque, a ver, Ditko no se convirtió en el instituto de investigación número uno del mundo pagando poco a sus empleados de élite, pero eso no quitaba que fuera impresionante, sobre todo para alguien tan joven. Joven y con patologías complicadas que sin duda complicaban el día a día de una persona que se las apaña por sí solo.

Pero Jeongguk nunca diría algo así. Ambos ya habían caminado desde Ditko hasta aquí, y los pasos de Taehyung aún eran pesados en su caminar mientras avanzaban por el pasillo; su mala pierna con tan poca movilidad que entre vez y vez parecía que iba a terminar arrastrándose sobre la alfombra de felpa escarlata que cubría el suelo.

DNA ✧ KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora