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Seokjin no parecía sorprendido cuando despertó teniendo a Jeongguk sentado justo a un lado de su camilla, lo que era algo bueno.

Ya había perdido la cuenta de todas las veces que, después de la muerte de Namjoon, Jin despertaba de forma brusca por las mañanas, jadeando y con los ojos bien abiertos, como si apenas hubiera podido escapar de una pesadilla.

Jeongguk había descubierto este pequeño hábito por accidente, cuando él mismo había comenzado a escabullirse en la cama de su tío a altas horas de la noche porque no se le ocurría otra forma de sentirse seguro, pero no fue hasta que oyó a Jin hablar entre sueños que notó que no era una pesadilla de la que estaba despertando en realidad.

Namjoon, no podemos casarnos —Jin murmuró.

Jeongguk quería saber más, y su insomnio estaba acabando con él, así que le siguió el juego.

¿Por qué no? —preguntó.

—...Sólo tenemos diecinueve, ¿estás loco?

Jeongguk esperó a que dijera algo más, pero no lo hizo, así que simplemente se conformó con ver el suave vaivén de su pecho subiendo y bajando con cada respiración hasta que el sol comenzó a asomarse por la ventana de la habitación. Sólo entonces cerró los ojos y fingió estar dormido del lado izquierdo de la cama justo antes de que, al igual que siempre, Jin despertara con un jadeo.

No había sido difícil descifrar que no era una pesadilla lo que estaba soñando; sino que era su vida.

Su vida sin Namjoon a su lado.

Ahora, mientras observaba a Jin despertar lentamente, de forma pacífica, se preguntaba si un detalle así podía ser considerado también progreso. Si aún le dolía igual que el primer día, sólo que ahora sabía cómo ocultarlo. Si su subconsciente había comprendido por fin lo que su mente consciente había tenido que recordarle cada mañana desde entonces: que Namjoon se había ido.

Jeongguk se preguntaba si ahora era más feliz.

Sabía que Jin nunca podría ser tan feliz como antes, no cuando había dejado una parte de su alma con el amor de su vida y la otra para ayudar a sanar a Jeongguk, pero no podía evitar preguntarse si al menos estaba un poco mejor.

Jeongguk daría su alma, corazón y vida entera para que Jin pudiera olvidarse de todo el cansancio y que, simplemente, estuviera mejor.

Por ahora, tendría que conformarse con esto.

—Hey —Jeongguk dijo en voz bajita—. Sorpresa.

Jin soltó un gran bostezo y exhaló una de esas sonrisas, las que abultaban sus mejillas y convertían sus ojos en lunas crecientes—. Tenía el presentimiento de que te vería por aquí.

—¿En serio?

—Mhmm. Quizá estaba soñando contigo.

—He salido más temprano del trabajo —Jeongguk se explicó, omitiendo un par de detalles con respecto a su mañana—. Quería venir a ver cómo estabas.

Jin se incorporó en la cama hasta quedar sentado contra las almohadas, sin conseguir ocultar una mueca de dolor en el proceso. Jeongguk le ofreció un vaso de agua de la mesita de luz contigua, pero él negó con la cabeza.

—Estoy bien. Un poco mareado, pero nada fuera de lo normal. No te preocupes.

—¿Volverás a casa mañana?

Jin vaciló por un segundo—. Pasado mañana.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Ah, nada importante. El doctor sólo quiere tenerme una noche más en observación.

DNA ✧ KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora