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-El café queda a la izquierda -indicó Lauren al salir de la farmacia-. Está a la vuelta y hay que bajar un tramo corto de escaleras.

-Creo que sé cual es. He ido allí muchas veces.
      

Caminaron juntas hasta la esquina. Lauren no trató de guiarla, dejándola encontrar el camino sin su ayuda.

-Es una buena pintura -Lauren rompió el silencio-. ¿Estudió desde pequeña?

-Tomé lecciones toda mi vida. Era mi carrera, llegué a tener cierto éxito.

   -¡Increíble! ¡Era buena!

   -Era. Tiempo pasado -la palabra la llenó de amargura-. Lo siento.

-No se disculpe -le pareció verla encoger los hombros-. Debe ser doblemente doloroso para un pintor perder la vista. No sería usted un ser humano si no lo sintiera como una injusticia -le tocó suavemente el brazo para llamar su atención-: el pasamanos de la escalera está a su izquierda. Podemos seguir hasta el final.

Cuando Camila se apoyó en el pasamanos, la mujer retiró su mano.

Ella aceptaba la dolorosa pérdida de su carrera como una cosa natural, que no necesitaba explicación. No trató de consolarla como otros lo hicieron, diciéndole que pronto se recobraría: Camila no lo creía.

Al final de la escalera, Lauren se adelantó para abrir la puerta del café. Su mano le rodeó ligeramente la cintura hasta que la camarera las condujo a una mesa.

-Déme su bastón. Lo colgaré al lado de su asiento, para que esté a su alcance.

Camila se lo dio y se deslizó en la silla, recargando nerviosamente los dedos en la mesa. Con anterioridad, había evitado comer en lugares públicos.

Era demasiado consciente de sí misma para sentirse a gusto.
La camarera evidentemente se hallaba cerca, pues Lauren ordenó dos cafés, antes de que le preguntaran que deseaba.

-Las galletas las hacen aquí y son muy buenas. ¿Le gustaría tomar unas?

-No -su nerviosidad le hizo contestar con brusquedad, pero agregó enseguida-: No, gracias.

-¿Quiere fumar?

-Sí, por favor -aceptó un cigarrillo con un suspiro de alivio. La camarera trajo los cafés mientras Lauren le ponía el cigarrillo encendido entre los dedos y dejaba el cenicero al alcance de sus manos.
    
Camila aspiró profundamente el cigarrillo, un tanto sorprendida de que guardaba aún el calor de los labios de ella.

   -¿Crema y azúcar?

-No, nada, gracias -exhaló el humo venciendo al mismo tiempo algo de su tensión.

El calor proveniente del café, hacía fácil localizar la taza; su mano se cerró alrededor. Siguió un silencio que Camila, gratamente sorprendida, encontró agradable. El primer encuentro con Lauren  había fracasado por la arrogancia de ésta, se dijo. Su soberbia existía todavía; la maniobra de llevarla al café era prueba de ello, pero en alguna forma demostraba mayor comprensión.

A pesar de la molesta discusión sobre el bastón blanco, parecía aprobar su deseo de independencia. La ayuda que le daba era bastante discreta. Esto, unido a su manera casual de comentar la pérdida de la vista, hizo que reconsiderara la opinión que tenía de ella. Lauren Jáuregui parecía ser una persona  diferente a las demás.

Deseó haberla conocido antes de quedar ciega. Pudo ser una modelo interesante. Suspiró.

-¿Qué fue eso?

-Un deseo -dijo Camila encogiéndose de hombros.

-¿Un pasatiempo?

-Solamente cuando no tengo nada que me distraiga. Algunas veces... -deslizó su dedo alrededor del borde de la taza- me pregunto cuando estoy sola, si no me fue dado el don de ver a la gente, lugares y cosas en los primeros años de mi vida, para poder atesorar hermosos recuerdos.

Il tuo amore mi guida(Adaptación Camren Lauren G!p )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora