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El último comentario de Lauren antes de irse había sido "te llamaré". La experiencia de Camila sobre la particular, le decía que esas palabras significaban el final de una relación.

Ya era viernes por la noche y ella no la había llamado.

Rodó una lágrima más por su mejilla. La limpió con la punta de los dedos, dejando un manchón de barro oscuro en el rostro. ¿Por qué no se habían dañado sus lagrimales tanto como la vista?, aunque, pensándolo bien, tal vez era mejor tener un modo de aliviar el dolor.

Tocaron a la puerta del estudio. Lo había mantenido cerrado toda la semana, no queriendo que nadie entrara sin advertencia previa. A su padre le explicó que era para evitar cualquier distracción. En realidad, ella podía trabajar aun a la hora de más tráfico. Sin embargo, había notado que lo único que hacía era llorar. No quería que su padre, ni nadie, la viera así.

Se limpió la cara rápidamente con la orilla de la bata, en caso de que una lágrima indiscreta la delatara.

-Adelante -contestó.

Una nube de perfume se esparció en el ambiente. Era la esencia que usaba Deborah. Los ligeros pasos se lo confirmaron.

-Vine a recordarte que saldremos dentro de una hora, para que tengas tiempo de arreglarte y cambiarte de ropa.

-Creo que no iré -murmuró, centrando su atención en el busto de barro a medio hacer sobre el pedestal de trabajo.

-Alejandro deseaba que los tres cenáramos fuera esta noche.

-Lo sé, pero prefiero seguir trabajando un poco más. Estoy a la mitad de esta pieza. Quiero terminarla mientras la idea está fresca en mi mente.

-¿Estás segura? -Deborah estaba ligeramente preocupada.

-Acabo de captar la forma y no quiero perderla.

-No quise decir si estabas segura de querer seguir trabajando.

-¿Qué quieres decir entonces? -dejó descansar su mano. sobre la oreja del busto ¿Estaría la intuición femenina de Deborah trabajando?

-Quería... estar segura de que no rehusabas por causa mía. No quiero que pienses que te considero un estorbo -explicó la atractiva pelirroja un poco cohibida.

-No, Deborah, no es por ti. Probablemente no debería haber empezado esto tan tarde, pero ya que lo hice, debo continuarlo.

-Entiendo. Sé lo importante que es para ti. No te preocupes, Camila -se adivinaba la tibieza de una sonrisa en su voz-. Le explicaré a Alejandro.

-¿Qué me ibas a explicar? -se oyó una voz masculina.

-¡Alejandro! No debiste sorprendernos en esa forma.

-No traté de hacerlo. Simplemente vosotras no me oísteis entrar -se escuchó el leve chasquido del intercambio de. un beso.

-Ahora, repito, ¿qué me vas a explicar?

Camila contestó en su lugar.

-He decidido quedarme a trabajar esta noche en lugar de salir a cenar con vosotros.

-Íbamos a salir a cenar contigo, no tú con nosotros -dijo con desagrado.

-Saldremos otra noche -se encogió de hombros, decidida a no dejarse convencer.

-No; saldremos hoy.

-¡Alejandro! -era Deborah en actitud de súplica.

-¡Maldita sea! Camila está trabajando demasiado, Deborah. No hay más que ver sus ojeras y lo hundido de sus mejillas. No duerme ni come. Todo lo que hace es trabajar de la mañana a la noche, más bien hasta la media noche.

Il tuo amore mi guida(Adaptación Camren Lauren G!p )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora