Pensativa, Camíla descendió lentamente la escalera del segundo piso, el arco de las cejas contraído por la indecisión. Podía escuchar las voces de Deborah y su padre en la sala. Se detuvo a la entrada.
-Deborah, ¿me permites un minuto? -preguntó Camíla.
-Por supuesto -los pasos de Deborah, amortiguados por la alfombra, se acercaron rápidamente hacia ella-. ¿De qué se trata?
-El conjunto que llevo puesto, ¿es elegante?
-Desde luego que sí. ¿Vas a salir a cenar con Lauren?
-No exactamente a cenar. Compraremos algo en el muelle como hicimos la vez pasada e improvisaremos una merienda en algún lugar. Ella no me va a llevar a un restaurante.
Su mano palpó los pantalones color canela con adornos café oscuro que hacían juego con la blusa de cuello redondo en el mismo tono. Sobre el brazo, el saco complementario. En el cuello una cadena de oro.
-¿Quizás debo ponerme algo más sencillo?
-No lo creo -Deborah consideró su pregunta por algunos segundos-. Tal vez no vayas a cenar a un lugar elegante, pero ésa no es razón para que te vistas como una descuidada. El conjunto es lo suficiente versátil para cualquier ocasión, excepto las muy formales.
-Bien -Camíla respiró con alivio. Algunas veces era muy difícil juzgar de memoria la ropa que se ponía. Sonó el timbre de la puerta-. Debe ser Lauren.
-Tu bolsa está en la mesa. Le diré a Lauren que irás enseguida.
Recogiendo la bolsa, Camíla sacó el bastón de marfil del Paragüero, se lo puso bajo el brazo y abrió la puerta que daba a la escalera, diciendo adiós a su padre antes de cerrarla. Bajó ansiosamente atravesó la puerta de entrada y llegó al portón.
-Estoy lista -exclamó, abriendo el portón.
Lauren la guió hasta el coche estacionado, presionando posesivamente su brazo.-Esperaba que te pusieras el vestido nuevo esta noche.
-Me vería ridícula con ese vestido en un picnic.
-¿Un picnic? No vamos a un picnic. Te voy a llevar a cenar, ¿recuerdas?
-Pero...
-¿Pero qué?
-Sabes muy bien que no voy a comer a lugares públicos -recalcó la frase con un enfático golpe de su bastón.
-Sí, recuerdo que lo dijiste.
Su brazo le rodeó la espalda, empujándola al coche. La hizo entrar y sentarse. Camíla buscó a tientas el picaporte, sólo para encontrar que la puerta ya estaba cerrada. Antes de que pudiera dar con el seguro, Lauren ya estaba en el coche, su mano aferrada firmemente a su muñeca.
-¡No me estás prestando atención!
-No puedo hacerlo y manejar al mismo tiempo -encendió el motor y, conduciendo con una mano, alejó el coche de la acera-. Vamos a ir a un pequeño restaurante italiano. No parece gran cosa por fuera, pero la comida es excelente.
-Yo no voy.
-Camíla, no puedes seguir evitando las cosas sólo por la eventualidad de que pase algo embarazoso -el tono de su voz indicaba que su paciencia se estaba agotando.
-También tú te verías ridícula arrastrándome para entrar al restaurante.
-No creas que no soy capaz, porque si ésa es la única forma de hacerte entrar, lo haré.
En ese relampagueante segundo, Camíla comprendió que Lauren hablaba en serio. Ningún gesto de rebeldía la haría cambiar de opinión. La llevaría al restaurante de un modo u otro.
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Il tuo amore mi guida(Adaptación Camren Lauren G!p )
DragosteDesde el momento que se encontraron en las calles de San Francisco, Camila tenía sentimientos encontrados hacia la fuerte y noble pero insufriblemente grosera Lauren Jáuregui. Momentos después de salvarle la vida a ella, la oji verde la había insult...