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Capítulo 7:
"Un evento benéfico más"

Nota mental:
No intentes engañar al bartender.

–¿Se puede saber por qué has estado ignorándonos últimamente? –fue lo primero que soltó al entrar a mi habitación sin previo aviso

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–¿Se puede saber por qué has estado ignorándonos últimamente? –fue lo primero que soltó al entrar a mi habitación sin previo aviso. Miro a Rachel con los ojos abiertos, quien me miraba con la ceja enarcada.

–Yo... –me había tomado tan desprevenida que ni siquiera sabía con qué excusarme.

–No, tengo una pregunta mejor –dijo cerrando la puerta y caminando hasta pararse en frente de mí–. ¿Puedo saber por qué tus padres acaban de preguntarme cómo estuvo la salida de ayer cuando no te he visto la cara desde el instituto?

–No... –tragué saliva–. No es lo que parece.

Rachel me mira escéptica.

–¿Debo recordarte que te conozco desde los cinco años o espero que te llegue oxigeno al cerebro?

–Ja ja –río de manera falsa, enviándole una mirada fulminante. Rachel sonríe con cierta gracia pero su mirada me transmite que debo hablar en este momento. Me remuevo en mi lugar de manera nerviosa.

Desde que tenía uso de razón le había confiado toda mi vida a las chicas. Mis miedos, secretos, fantasías y más. No había secreto de mí que ellas no supieran y viceversa, porque éramos capaces de confiarnos todo. Sin embargo, algo dentro de mí me impedía poder contarles sobre mis salidas con Austin.

De alguna manera, el hecho de vernos a escondidas generaba cierto tipo de atracción en mí. Era como un jugoso secreto que solo quería que compartiéramos nosotros dos.

–He estado con Tyler –mentí mirándola fijamente.

Ella me examina el rostro detalladamente, en busca de algún indicio que indicara que le estaba mintiendo. Sabía que si hacía algún movimiento en falso, ella sería capaz de notarlo, pero no sucedió, porque su rostro se relajó por completo.

–Pudiste haberme dejado un mensaje para saber qué decirle a tus padres –dijo con diversión.

–Se me olvidó.

Siento un pinchazo en el corazón. No solo me sentía mal por mentirle a mi mejor amiga, sino el hecho de que una voz en mi cabeza me decía que ocultar la presencia de Austin estaba mal. Al fin y al cabo, su compañía me había ayudado bastante las últimas dos semanas.

–Te lo creo, Tyler suele tenerte muy ocupada –insinúa con un tono de burla, mientras subía y bajaba las cejas.

–Cállate –murmuró con las mejillas encendidas, haciéndola reír.

–Bueno, solo quería asegurarme de que siguieras con vida y recordarte que tienes mejores amigas. –lanza un beso al aire–. Tengo una cita con el dentista. Nos vemos, pimpolla.

–Adiós –me despedí con ademán de mano. Cuando quedo sola, suelto el aire contenido en mis pulmones.

Estaba consciente que haber mentido no había sido una buena idea y ni siquiera podía entender el porqué lo había hecho, pero como todas las malas decisiones en mi vida, ya no había marcha atrás.

Miro la hora en mi móvil y siento la frustración apoderarse de mi cuerpo. En un par de horas tendría que asistir a uno de los muchos eventos anuales donde el nombre de mi familia era partícipe.

Le había preguntado a Austin si podíamos vernos en la tarde pero solo respondió que estaría ocupado en su trabajo. Aunque tuve curiosidad de preguntar, simplemente le deseé feliz día.

El hecho de no verlo hacía de algún modo el día más deprimente de lo que era.

•••

–Familia Clark, bienvenidos –saludó el encargado de abrirnos la puerta. Aunque mis padres no responden, yo le doy una pequeña sonrisa al pasar.

Lakeview era el campo de golf más prestigioso de la ciudad, donde mayormente se organizaban los eventos benéficos y fiestas de clase alta. Me despido de mis padres con un pequeña sonrisa fingida cuando se dirigen con sus amigos. Tal vez en otra ocasión estaría feliz por eso, ya que podría caminar por todo el lugar con algunos de mis amigos y embriagarnos con alcohol robado, pero hoy no era el día.

Bueno, lo del alcohol no era tan mala idea.

Me fijo dos veces antes de agarrar camino entre las personas y llegar al bar del salón. El chico de la barra me da la espalda, limpiando su mesa de trabajo, por lo que llamo su atención antes de soltar lo que siempre decimos en estos casos.

–Disculpa, me da un ron con cola, es para mi padre –suelto de manera inocente. El chico no dice nada, y aún sin voltearse, comienza a preparar el trago. Sonrío internamente al ver cómo había funcionado.

–Estoy seguro que tu padre es más de whisky seco pero quien soy yo para negárselo. –abro los ojos sorprendida, sin ser capaz de aceptar la bebida–. Clark –saluda con una pequeña sonrisa de diversión.

–¿Qué haces aquí? –susurro aceptando el vaso. Austin se encoge de hombros, señalándose el cuerpo con obviedad.

–Creo que trabajar, ¿y tu? –respondió con el típico tono sarcástico que lo caracterizaba mientras recostaba sus brazos sobre la barra. No puedo evitar pasear mi mirada por su atuendo de chaleco y pantalones de vestir.

¿Desde cuando...?

Estoy a punto de responder cuando noto sus ojos recorrerme el cuerpo de manera lenta, pasando por mi vestido de seda color lila que se dejaba caer sobre los tobillos y tacones. Siento mi garganta secarse cuando conecta su mirada de nuevo conmigo, obligándome a darle un trago largo al ron.

–Se ve que a tu padre le encanta –se burla.

–Cállate –gruño, fulminándole con la mirada.

–¿Así tratas a la persona que te proporciona alcohol de manera ilegal? –dice ofendido. No puedo evitar sonreír un poco contra el vaso.

–Mientras no hagas preguntas cada vez que me veas.

–Tu secreto está guardado conmigo.

Cierra su boca con una llave imaginaria la cual guarda en el pequeño bolsillo de su chaleco por encima de su corazón. Ambos reímos y no puedo evitar pensar en lo mucho que me gustaría quedarme en la barra toda la noche.

De repente, su rostro se ensombrece de golpe y sus cejas se hunden. Estoy a punto de preguntarle qué le sucedía cuando una voz llega a mis espaldas.

–No te pago por molestar a mi novia, friki.

–Tyler –le recrimino entre dientes, el mencionado me sonríe de manera burlona.

Noto a Austin con la mirada fija en el vaso que limpiaba con un pequeño trapo. Por un momento quise aclararle que no tenía nada con el chico a mi lado, que sólo lo hacía por molestar, pero las palabras quedaron atoradas en mi garganta, dejándonos en un incómodo silencio.

–Vamos, Hannah. Los chicos nos esperan en la piscina –insiste el rubio, colocando una mano sobre mi cintura. Austin conecta su mirada con la mía y asiente, indicándome que todo estaba bien.

Le devuelvo el pequeño gesto de cerrar mi boca con una llave y guardarla por encima de mi corazón, haciéndolo sonreír levemente antes de que se distrajera con otra persona.

EL CAOS QUE NOS UNIÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora