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Capítulo 25:
"Los sucesos del pasado"

Nota mental:
Pedir perdón está bien.

–Oficialmente te has ganado un lugar en esta cochera, Hannah Clark –habló de manera forzosa alguno de los gemelos antes de soltar un eructo y su mano acariciando su panza lentamente

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–Oficialmente te has ganado un lugar en esta cochera, Hannah Clark –habló de manera forzosa alguno de los gemelos antes de soltar un eructo y su mano acariciando su panza lentamente.

–Diego –le recrimina Austin antes de mirarme a mí con cierta vergüenza–. Discúlpalo.

–Está bien. –Niego con una sonrisa divertida, restándole importancia–. Me alegra que les haya gustado.

–Sí, definitivamente estamos encantados contigo, princesita Clark. –Esta vez habla el otro gemelo, quien se encontraba del mismo modo que el primero con su panza inflada. Incluso la chica, Sydney, parecía complacida.

Estaba al tanto del poco agrado que podía causarle a la misma, y aunque me generaba cierto interés en sus razones, no quería divagar demasiado con el tema. Para bien o para mal, mi apellido generaba cierta controversia en muchas personas y no tenia control sobre eso. Pero, teniendo en cuenta que eran las personas mas cercanas a Austin, si me interesaba dar una buena primera impresión. Tal vez así, podría cambiar su percepción de mi.

–¿Qué haremos con la comida sobrante?

Cuatro pares de ojos me miran con intriga ante la pregunta de Marco. Me remuevo nerviosa en mi lugar, sintiendo el calor subir a mis mejillas por enésima vez. No era una persona tímida, pero mi propósito del día me obligaba a mantener inquietos mis sentidos.

–Pueden quedársela –digo finalmente, iluminando cada rostro del grupo.

–¡Sí! –gritan los gemelos al unísono.

–Acaban de comer tres kilos de comida cada uno, ¿cómo piensan hacer con el resto?

–No te preocupes por eso, Syd. –Diego vuelve a darle unas palmaditas a su estómago–. Una ida al baño y estaré como nuevo.

–Eres repugnante.

–De nuevo, discúlpalo –me susurra, apenado. Niego con una sonrisa.

–Está bien, son muy divertidos.

Se encoge de hombros, devolviéndome la sonrisa.

–Suelen ser pesados, pero creo que te los has ganado.

–Es bueno saber eso –admito, soltando un ligero suspiro.

–¿Te molesta si le llevo un poco de comida a Lorena? Le encanta el pollo agridulce.

–No hay problema. –Austin deja una suave caricia en mi cabello antes de levantarse para dirigirse a su mochila, generando un agradable revoloteo en mi estomago. Tarda apenas un par de minutos y cuando lo veo regresar, vuelvo a hablar–: Por cierto, mi madre me ha dicho que mañana te escribirá para indicarte el horario del trabajo.

EL CAOS QUE NOS UNIÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora