17. "Peligrosas decisiones"

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El mismo día de la traición.

Diciembre 4

Todos a su alrededor intentaron asistirla. Gritos por aquí, llantos por allá. La voz corrió por todos los lugares y fue más rápida que la luz. Todo el viento ingresaba por el agujero que abrió Liberty a su paso, y más de veinte manos la estaban tocando por distintas partes del cuerpo.
  ¡Reacciona, Azul! Le gritaron dos veces. A la tercera vez, recibió un golpe de la palma de Crist. La realidad volvió a su curso.

—¡TEN MÁS CUIDADO, ES UNA DAMA!

—¿Que no ves que no estaba reaccionando?

—¡Silencio los dos! Hay que llevarla pronto con los chasovoys de salud.

—Lamentablemente no se podrá... Lo destruyeron por completo y se robaron todo.

—Carajo... Bien, la asistiremos nosotros.

Las voces de sus colegas se solaparon una con la otra. Azul largó gemidos de dolor presionando fuerte su estómago contra su mano. La sangre no paraba de caer. Apenas y tenía fuerzas para usar sus piernas y pararse. En ese momento llegó Aldavinski empujando a todos a su paso.

—¡Azul! ¡AZUL!

—Al...—susurró entre quejidos. —Sácame de aquí... Por favor...

¡Váyanse! ¡Largo! No la abrumen...—gritó enojado en su idioma maternal.

Los chasovoys, quienes a duras penas lo entendieron, se apartaron dejándolos solos. Azul cayó boca arriba contra el suelo por la falta de soporte. Aldavinski se arrodilló junto a ella y la levantó con sus brazos.

—Volvieron... Al, volvieron—tosió largando pequeñas gotas de sangre —. Liberty.... Se la llevaron. Se lo llevó...

Esto es mi culpa. Pensó él.

—Hay que llevarte a casa... Tienes que descansar. ¡Tenemos que curar tus heridas!—Se quitó su chaqueta y se la colocó sobre la herida intentando frenar el sangrado.

Azul sujetó con fuerza el lado izquierdo del rostro de él, entrelazando sus dedos en su cabello como si intentara aferrarse a la última conexión que le quedaba.

—Me voy... Me estoy…—lanzó un suspiro tembloroso. —Te dejo a cargo del fuerte… — Deliró entre palabras ahogadas cargadas de tristeza.

—¿Qué? ¡No seas necia! No te dejaré ir. De ninguna manera...—La voz de él se quebró.

—Déjame, hitachi.—gruñó frustrada empujando sus pies contra la arena. Él, en un acto de desesperación, la acostó brutalmente contra el suelo y se posó sobre ella, bloqueando su escape.

—¡BASTA! ¡Necesitas atención! ¡Necesitas cuidados!—exclamó entre la rabia y el dolor.

—¡Ya suéltame, Aldavinski!—gritó furiosa. Quería correr, quería alejarse, no quería desistir ahí. Él la sostuvo con más fuerza en el vago intento de salvar su vida.

—¡NO TE QUIERO VOLVER A PERDER!—exclamó Aldavinski llorando por los dos. —No te quiero volver a perder…—reiteró.

Azul jadeó mientras el dolor se intensificaba a cada segundo. Aquello la llevó a un estado de confusión. ¿Quién...? ¿Quién era ella...?

El Retorno De Los Sekunders© | Exanimun #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora