Julio 02, 2287
Centro médico del
Valle Inutilia9:36 a.m
Nuevamente una nueva tanda de heridos iba llegando. El ala de guardia estaba saturada y a Sam no le daban las manos. Llevaba más de veintiocho horas sin dormir. Su prioridad tuvo que volverse su profesión y no la ayudantía al protectorado "Anti Sekunder."
—¿Por qué hay tantos heridos...?—preguntó Samantha Morbus, mientras se acercaba para ayudar.
—Dijeron que hubo un accidente en la entrada al valle. Un terremoto o algo similar. Sólo puedo decir que hace mucho frío...
Algo en la mente de Sam se encendió con una inquietud que no podía explicar. Era un presentimiento, oscuro y pesado, como un eco de advertencia. Apretó los labios mientras pasaba la aguja por la piel del paciente. Su respiración se volvió más lenta, controlada, mientras intentaba percibir lo que sus ojos no veían. Escuchó las gotas de agua caer, los llantos de bebés en otra sala, el sonido distante de un auto estrellándose, y luego... el suave crujido de la puerta principal abriéndose.
Alguien había entrado.
El aire de la sala cambió volviéndose más denso, más pesado. El nuevo paciente llevaba una capa oscura que le cubría todo el cuerpo, apenas dejando ver su rostro bajo la sombra de la capucha. Caminaba despacio, con pasos tan suaves que apenas resonaban en el suelo de mármol. Sam no alcanzó a escuchar lo que discutía en recepción, pero la presencia del hombre le erizó la piel, como si el frío del valle hubiera entrado con él.
—Samantha... —murmuró sin apartar la vista de su trabajo—. ¿Puedes acercarte y ver qué necesita ese hombre? El que está... allí.
Señaló con la aguja en la dirección del encapotado.
Samantha accedió y fue, aunque a medida que se acercaba, el ambiente parecía volverse más pesado, opresivo. Había algo en ese hombre... algo que no encajaba. Un olor metálico y agrio flotaba a su alrededor, como bacalao en severa descomposición, una fragancia tan desagradable que le revolvió el estómago.
—Señor... ¿puedo ayudarle en algo? —preguntó tratando de mantener la calma mientras se acercaba.
El hombre dejó de hablar con el secretario y, muy lentamente, giró la cabeza hacia ella. El movimiento fue pausado, antinatural, como si disfrutara del impacto que causaba. Con un gesto deliberado se quitó la capucha revelando un rostro frío y demacrado. Unos ojos vacíos, de un negro profundo, la observaron sin parpadear.
Samantha retrocedió un paso, el terror le paralizó la garganta. Lo supuso. Ese hombre... era un sekunder.
—¡¡¡AAAAAAAAAH!!!—gritó con fuerza, fuerza que después se debilitó.
El grito nunca terminó de formarse en sus labios antes de que sintiera la punzada de una hoja afilada hundiéndose en su abdomen. El mundo pareció detenerse. La sangre comenzó a manchar mameluco mientras la figura del hombre se difuminaba ante sus ojos.
Sam dejó caer la aguja y corrió. Las mesas se volcaron a su paso, el sonido de su propio aliento ahogado era lo único que escuchaba. Tenía que llegar al telégrafo, tenía que alertar a alguien, pero el miedo latía en sus oídos, acelerando cada uno de sus pasos mientras el caos se desataba tras ella.
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El Retorno De Los Sekunders© | Exanimun #2
FantasyAzul Vancouver ha recuperado su nombre, pero su identidad sigue siendo un enigma. Atrapada entre la sombra de quien fue y el destino que le han impuesto, cada paso hacia adelante la sumerge en un abismo de dudas. ¿Quién es realmente bajo el manto de...