Confundido • 08 •

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Pov. Mayo:

Había pasado casi dos semanas desde aquella obligatoria reunión con los "Vk". Ni siquiera podía olvidar la cara de Raptor cuando nos encontró en esa posición extraña.
Lo único que hice fue pedirle a Raptor que no pensara en comentar eso cuando estuviéramos con Trollino comiendo o haciendo alguna actividad, por supuesto que no quería que él supiera eso...sería algo muy vergonzoso.

Pero algo que no podía sacar de mi cabeza fue lo que Raptor dijo mientras yo le pedía que no hablara sobre el pequeño accidente de aquel día.

《 —No entiendo que te preocupa, Víctor es gay al igual que tú. 》

Por obvias razones yo sé cuál es mi sexualidad, pero que Raptor deduzca la sexualidad de alguien más no es del todo respetuoso, o asi lo veo yo. Mi única reacción fue pedirle que evitara hablar sobre esos temas por respeto a la otra persona que se esté refiriendo y fin de la concertación.

De todos modos no debería enfocarme en el pasado, sino en el presente. Y como presente tengo demasiados problemas que resolver, literalmente.
Podrían considerarme como el mejor estudiante en mi curso, el típico nerd, pero ¿cómo es posible que unos problemas matemáticos me estén costando demasiado resolver?, ¿qué estoy haciendo mal? Soy bueno en matemáticas, como en casi todas las otras materias, pero de un momento para el otro mi cerebro dejó de procesar todas esas ecuaciones y fórmulas, es como si estuviera perdido o distraído por alguna razón.

Aunque odie admitirlo, todos mis pensamientos, sean o no sobre cómo resolver aquellos problemas, siempre terminan en Víctor de alguna forma.
Parece que me hizo algo desde ese día que no he dejado de pensar en él, como si me estuviera volviendo loco sin estar aquí. Sólo pensar en él me pone ansioso...nervioso.

El mundo me odia o algo así. Cuando pienso en él y lo único que quiero es que esté lejos de mí, parece que el cosmos se alinea para arruinar mi vida y que Víctor aparezca frente a mí de la nada.

—¡Uuh! ¿Qué haces May-May? —preguntó, viendo mi cuaderno con curiosidad.

—Mhm...adelantando una tarea de matemáticas.

—Pero estamos en recreo, ¿por qué no la haces en tu casa después y disfrutas del receso? —cuestionó con un tono burlón, sentándose en una de las sillas alado mío.

—Porque quiero disfrutar de mi tarde sin tener que hacer deberes pendientes, eso es todo.

—Mjm, ya veo...¿quieres que te ayude? Pareces algo confundido y por lo visto no tienes ninguno realizado —propuso, mientras veía los problemas que estaban escritos en el cuaderno —. O sea, no es porque crea que seas tonto o algo así, sino que puede que necesites ayuda para comprender alguna fórmula o algo así...no sé, la verdad no lo dije para ofenderte.

Cómo se supone que debería reaccionar en esta situación. De un momento para el otro tenía enfrente a un Víctor totalmente sonrojado y tarareando algunas bobas palabras de disculpas o cosas incomprensibles.

—Ya, ya, cálmate —interrumpi, riéndome de su comportamiento —. No me ofendí ni nada, solo porque sí tienes razón sobre que no entiendo estos problemas. Tal vez si necesite algo de ayuda.

—¡¿En serio?! Mhm, sí, sí, tienes razón. ¿Me permites tu cuaderno?

Rei en respuesta y moví el cuaderno hacía su dirección. Quizás con su ayuda sea más rápido terminar, claro, si es que en verdad él llega a entender los problemas.

—Esto es más fácil de lo que crees, querido, es simple — indicó, mirando detalladamente el problema y agarrando un lápiz —. Mira primero tienes que convertir la longitud a metros, después multiplicar el largo por la longitud para encontrar la área del rectántulo. Y por último daría como resultado 10,680 metros cuadrados.

—Eeh, disculpa, ¿qué dijiste? —interrumpí, mirándolo sorprendido.

—Mhm, bueno si te confunde ese proceso solo puedes esto —comentó, mientras escribía algunas fórmulas en el cuaderno —. Y ya tendrías el resultado.

—No lo decía por el proceso, eso sí lo entendí, lo decía por cómo me llamaste hace un momento.

—¿Qué dije? ¿Cómo te llamé? ¿Acaso te insulte? —interrogó algo confuso y nervioso.

—Bueno, te habrás confundido o algo así. En fin, no es la gran cosa —contesté, recogiendo mis materiales —. En unos minutos va a tocar la campana y lo mejor es ya irnos.

—Sí, tienes razón –balbuceo, viéndome fijamente —. Oye, si tienes alguna duda puedes ir a mi apartamento y yo te ayudo con mucho gusto...de todos modos no estoy ocupado.

—Gracias, Víctor, lo tendré en cuenta.

—¡Bien! Nos vemos, Mayo —se despidió, dirigiéndose a su salón.

Una parte de mí se sentía extraño, pues si Víctor no se había dado cuenta cómo me llamó, eso quería decir que nombraba de esa manera a cualquier persona como para tenerlo normalizado.
Así que podía considerar que no es algo importante, no es algo que tenga que sobrepensar en ello, y aunque es más fácil así creo que decepciona un poco.

El chico del apartamento 188 [ Mayictor & Spartor ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora