El juego • 10 •

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Pov. Mayo:

Si pagaran por cada vez que he visto a esté chico acosándome, estoy seguro que sería millonario. No hay día donde Víctor no esté cerca de mí con alguna excusa rara y poco creíble.
No quiero confundir las cosas, él me agrada pero que este cerca de mí casi todo el tiempo es algo raro e incómodo. Aunque sí lo viéramos por el lado positivo, tengo a alguien que está pendiente de mí y no tengo porque sentirme solo pues él está ahí para acompañarme.

—Ha pasado casi tres meses desde que él está aquí y ya lo tienes dominado —intervino, abrazado mi hombro —. Es tu lindo cachorrito, tiene que aprovechar.

No era la primera vez que recibía comentarios como ese por parte de algunos compañeros, pues ya se había hecho popular los rumores que "el chico nuevo" estaba obsesionado conmigo.
Además de tener cumplidos estúpidos, siempre habían comentarios de envidia y rechazo porque Víctor era atractivo y a las chicas no le gustaba que alguien tan lindo como él esté persiguiendo a alguien como yo; un chico.

Típico y cliché.

Nunca opinaba no solo porque no quería dañar mi imagen, sino porque no valía la pena discutir por algo así.

—¿Puedes soltarme? No soy tu bastón, Acenix.

—¡Ay! Que quejoso eres, Mayito —exclamó, alejándose.

—Como digas, y ¿puedes hacerme el favor de no hablar de Víctor de esa manera?

—¿Por qué? Él es lindo y es tan encantador, perfecto para ti. ¡Oh! Mira, ahí está —indicó, señalando con su dedo índice a la cancha.

En esa cancha había varios chicos jugando fútbol de una manera casi agresiva, ellos saben que es un juego nada más, pero a veces son tan agresivos que empiezan a insultarse y golpearse solo porque no marcaron un gol o porque uno de su equipo no hizo a la perfección lo que se le pidió.

Ni siquiera sabía que Víctor se había inscrito al equipo y mucho menos sabía que le gustaba jugar fútbol, casi parecía un profesional en la cancha. Quizás tomó clases particulares en su antiguo colegio para conseguir alguna beca deportiva o algo así.

—¡Vamos a las gradas! Así estamos más cómodos para ver el partido —propuso Acenix, jalando mi brazo.

—No quiero ver, sabes que no me gusta el fútbol.

—¡Lo sé! Pero será divertido ver como juega Víctor, quizás si te ve aquí te dedique un gol o algo —argumentó, arrastrándome hasta las gradas —. Sube, sube, que ya mismo empieza el próximo partido.

—¡Bien! Pero solo estaré quince minutos y ya.

—¡Perfecto! Hay que animarlos, así que prepara tu voz para gritar.

[ . . . ]

Debí haber puesto una alarma o algo así, porque ni siquiera me había dado cuenta que ya habían pasado más de los quince minutos de los que se suponía que estaría viendo el juego, pero la segunda mitad del partido ya casi terminaba y el equipo de Víctor ganaba por dos puntos.

Nosotros no éramos los únicos que estaban viendo el partido, habían más chicos que estaban analizando el partido pero en su mayoría estaban chicas de secundaria y algunas de preparatoria de las cuales animaban y gritaban el nombre de Víctor al unísono.

—¡Hurra! ¡Ahí, Víctor! ¡Vamos, Víctor, tú puedes! —ánimo Acenix, burlándose del tono de las chicas.

—No hagas eso, suenas muy mal.

El chico del apartamento 188 [ Mayictor & Spartor ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora