Cada día Twilight Sparkle es más consciente de las responsabilidades que cayeron sobre ella al convertirse en Alicornio y Princesa.
Una enfermedad desconocida acecha Canterlot y puede convertirse en una grave pandemia, a su vez las Princesas deben l...
Los trenes saldrían a primera hora de la mañana, uno con dirección a Ponyville, otro con rumbo al Imperio de Cristal.
Sus padres la esperaban en la estación, extrañamente desolada para la etapa del día, no fue difícil deducir el motivo, y agradeció que los pocos ponys presentes estuvieran usando su propio equipo de seguridad.
En otras circunstancias les hubiera ofrecido quedarse con ella, pero el Imperio era más seguro en todos los sentidos, además, su hermano mayor seguro apreciaría la ayuda extra con su hija.
—¿Estarás bien, querida? —era visible la preocupación de su madre, se quitó la máscara unos segundos para sonreírle apropiadamente, un intento de tranquilizarla.
—Sí, mamá, no es peor a cosas que haya enfrentado antes.
—No creo que eso realmente consuele a tu madre, Twily —dijo Night Light con cierta diversión.
—¡Será una heroína de Equestria, pero sigue siendo mi bebé! —padre e hija rieron.
Tomaron el riesgo y se despidieron con un abrazo, sabiendo que sería el último por un largo tiempo, primero llegó el tren de sus padres, el de ella no tardó mucho.
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El bosque Everfree era todo un enigma en sí mismo, pero no se esperaba correr en medio de la noche hasta el Árbol de la Armonía, evadiendo las fuerzas incontrolables de su naturaleza.
Casi como si el bosque estuviera evitando que llegara a su destino.
En momentos así sus alas se volvían sus mejores aliadas, voló hasta la parte inferior de aquel barranco, siendo guiada por la luz natural del árbol entre toda la oscuridad.
Cuando llegó a tierra firme corrió al interior de la cueva. Todo se veía en orden, excepto el pequeño detalle de que no estaban los Elementos de la Armonía.
No tuvo tiempo para reaccionar con angustia, un extraño y aterrador sonido la puso en alerta, rápidamente se volteó y atacó con su magia.
Pero el rayo de luz magenta fue tragado por esa criatura amorfa, sin cuencas visibles y que aparentaba estar hecha de musgo, eso parecía desde la oscuridad, o eso quería creer que parecía.
Chorreaba un asqueroso líquido negro de su hocico, el silencio era ensordecedor, las dos primeras gotas que tocaron el suelo resonaron con eco, Twilight sentía retumbar su pulso descontrolado, pero su cuerpo estaba rígido, incapaz de voltear o actuar en consecuencia.
Casi como si algo la estuviera reteniendo.
No supo si alguien pudo escuchar ese último grito.
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