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Capítulo 19: La azada

Una sensación de incomodidad se instaló en Ascal.

En su despacho, apoyado en su escritorio, Ascal tenía la sensación de haber olvidado algo. No era grave, pero tampoco trivial. Sentía como si hubiera olvidado algo que estaba en un delicado punto medio...

"He venido para su aprobación, Director Ascal".

En ese momento, alguien entró en su oficina.

Era Devon.

Habiendo visto el informe que Devon traía, que era impecable, Ascal no tardó en sellarlo.

Efectivamente, Devon era un hombre al que Ascal había reconocido.

Sin embargo, había algo ligeramente inquietante.

Desde que negoció con éxito con el conde Luderun, Devon parecía extrañamente humilde con él. Uno pensaría que sería más arrogante después de tal hazaña.

En efecto. Un arroz madura más cuanto más baja la cabeza", reflexionó Ascal.

Devon debió de darse cuenta de algo durante ese tiempo.

Satisfecho con esta comprensión, el respeto de Ascal por Devon crecía más y más.

Pero lo que Ascal no sabía era...

'Perdido en tus pensamientos... ¿qué planes estás tramando ahora, director Ascal? Te temo demasiado'.

El respeto de Devon por Ascal también crecía sin cesar.

***

Por la tarde, el objeto que Ascal había olvidado regresó de forma inesperada.

"¡Salió el hombre llamado Ascal!"

"¡Eh! ¡No puedes irrumpir así!"

Un enano, con la nariz roja como una remolacha, estaba causando alboroto en la oficina. En su mano, blandía un arma.

No importaba con qué fiereza se abalanzasen los guardias, él los atravesaba sin esfuerzo. Era como ver a un jugador de fútbol de alto rendimiento que probablemente gana más de 10.000 millones de wons de sueldo.

Ascal lo observaba, admirando en secreto las grandes habilidades del enano.

"¡Ascal, Ascal Debrue! ¡Salid de una vez!"

Pero este enano...

Estaba gritando el nombre de Ascal. Con una intensidad como si invocara a un archienemigo.

"¡Director Ascal, huya! Yo me encargaré de esto. Por favor, siga viviendo y haga grande nuestro Departamento de Evaluación."

Un empleado del departamento 4º se plantó delante de Ascal, bloqueándole el paso con determinación.

"Espere. Hágase a un lado".

"Ah, ¿Director Ascal?"

Mirando al empleado del departamento 4º que no paraba de gritar su nombre, Ascal tenía una expresión de incredulidad.

"¿Quiere regalar mi posesión perdida?".

Sin embargo, la razón por la que Ascal se adelantó fue que el arma en la mano del enano le resultaba inquietantemente familiar.

Su silueta curvada, que recordaba a un ambiente pastoril, era familiar y rústica a la vez.

Era una azada.

La misma que había perdido en el territorio del vizconde Yorick no hacía mucho.

Darse cuenta de lo que había perdido y olvidado hizo que Ascal se sintiera renovado. Sentía como si un trozo de carne, atascado entre sus dientes todo el día, por fin se hubiera desprendido.

La Emperatriz Tirana Está Obsesionada ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora