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Capítulo 23: Una identidad inesperada

¡Clang!

Golpe.

La mano que sostenía el pico tenía callos. Incluso antes de que una herida pudiera curarse, otra se formaría y dejaría una antiestética cicatriz. Era la mano de un trabajador.

El aire de la mañana refrescaba el sudor de su frente, pero no era del todo agradable. Por la tarde, el sol abrasador seguramente convertiría todo su cuerpo en un horno.

Aun así, Conrad tuvo que seguir blandiendo el pico sin descanso.

Con cada golpe, el peso de la realidad se desvanecería.

No sentiría las punzadas del hambre. Sin embargo, al final, una sola pregunta rondaría siempre en su mente.

¿Cuánto tiempo tengo que seguir haciendo esto?

Conrad llevaba más de tres años trabajando como obrero en la Llama Azul.

Se había convertido en un experto en su trabajo y le trataban bastante bien.

Sin embargo, al fin y al cabo, seguía siendo sólo un obrero. Mal recibido en todas partes.

****

"¿A dónde debo mover esta piedra?"

"Ah, a esa parcela."

"Mi pico sigue resbalando de mi agarre. ¿La estoy sujetando mal?"

"Sí. Con el tiempo, te acostumbrarás".

Un recién llegado había llegado a Llama Azul.

Su nombre era Carl.

Normalmente, los que se veían arrastrados a ese trabajo tenían familias que mantener o deudas que pagar.

A menudo irradiaban un aura extrañamente sombría, pero Carl era diferente.

A pesar de ser un novato, estaba ansioso por tomar la iniciativa. No intentaba presumir de sus habilidades y se dirigía a los demás en busca de orientación cuando se sentía inseguro.

Por eso no le caía muy bien a Conrad.

Tenía la sensación de estar viendo un reflejo de su yo más joven.

Por mucho que uno se esforzara, al final se convertía en un viejo pesimista.

"¿Te gusta este trabajo?"

"Bueno, no es que me divierta mucho, pero me llena. Incluso el agua fría sabe increíble después del trabajo".

"Ya veo. Estás en esa fase".

"¿Te disgusta este trabajo, senior?"

"I..."

Ding-Ding

"¡Reúnanse todos! Es hora de comer!"

Conrad cerró la boca al oír el fuerte sonido de la campana.

"Ya estoy salivando".

"Es la misma comida de siempre. ¿Qué tiene de especial?"

"No es eso. Siempre sabe bien. Se siente diferente cada vez que como".

Los dos fueron a buscar su almuerzo.

Carl mojó el pan repartido en el guiso. El pan repartido era tan duro que podía herir los dientes si se comía tal cual.

Por eso era común derretirlo en un guiso caliente y luego comerlo.

"Mmm. Hoy es estofado de cordero".

La Emperatriz Tirana Está Obsesionada ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora