Capítulo 64: Recibir una propuesta
El frío cortante del viento recorre la tierra.
En lo alto de las impenetrables fortificaciones septentrionales de Wintertide, se alzaban los guerreros del imperio.
Entre ellos, un hombre envuelto en la piel del temible Lobo Colmillo de Escarcha llamó la atención de todos.
Su nombre era Gran Duque Félix.
Un Maestro de la Espada celebrado por el imperio y el firme escudo del Norte.
La gente lo aclamaba como el Maestro de Espadas de Sangre de Hierro.
"Aviva el fuego un poco más. Todavía hace frío."
"Ah, el viento sigue apagando las brasas, señor."
"¿No tenemos ningún mago por aquí? Es una verdadera molestia cada vez que necesitamos encender un fuego".
"¿Alguno de esos preciosos magos se molestaría en venir aquí? Ni un montón de oro les impediría huir".
El duque Félix se calentó las manos junto al fuego vacilante, al borde de la extinción.
"Asa unas salchichas antes de que se apague el fuego".
"Nos hemos quedado sin hierbas, ¿qué hacemos?"
"El hambre es la mejor especia. Comámoslas crudas".
Mordiendo una salchicha caliente que le entregó un soldado, el duque Félix hizo una mueca. Sabía horrible, como si no le hubieran limpiado bien las tripas.
El Norte siempre había sido un lugar duro, pero últimamente lo parecía aún más.
Sobre todo,
"Sigue en ello, por lo que veo".
Convertirse en un Maestro de Espadas agudiza los cinco sentidos al máximo. Sin embargo, el Duque Félix albergaba una duda.
"¿Es convertirse en un Maestro Espada lo que agudiza tus sentidos, o es porque tus sentidos son agudos que te conviertes en un Maestro Espada?
Pensaba discutirlo seriamente con otro Maestro de Espadas algún día, pero la probabilidad de que eso ocurriera en el Norte era tan escasa como la de que una fuente termal entrara en erupción aquí de repente.
De todas formas,
el Duque Félix lo vio.
Un imponente gigante, inmóvil en la distancia.
Casi la mitad de la altura de las fortificaciones.
Con la piel azul pálido cubierta de escarcha, brazos lo bastante musculosos como para apartar casualmente muros de piedra, y colmillos más grandes que los de un elefante.
Cada paso que daba el gigante provocaba un pequeño terremoto, dejando tras de sí profundas huellas.
Y lo primero que hizo el duque Félix al ver al gigante fue pedir ayuda por reflejo.
<Ayuda.>
Por primera vez en su vida, pidió ayuda al imperio.
Estaba realmente asustado.
Es algo cuando algo es grande, pero esto era del nivel de una fortaleza.
...En retrospectiva, debería haber proporcionado información más específica sobre la situación y quién era el adversario. Pero para entonces, el águila ya había volado.
Al menos había enviado un mensajero.
Pero, de nuevo, ¿qué tipo de ayuda podría proporcionar el imperio contra un gigante?
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La Emperatriz Tirana Está Obsesionada Conmigo
FantasyLa Emperatriz no me concede la dimisión.