El heredero

Capitulo 02

No podía creer lo que estaba pasando, ser tratado de esa manera como si fuera un simple caballo de monta le era inaceptable ¿Por qué?, ¿Por qué de todos tenía que ser precisamente él? Maldijo una y mil veces a Vox, tan débil y cobarde que invoco a sus amigos cuando ya estaba por darle el golpe de gracia. Tres contra uno, vaya pelea honorable, y todavía se vanagloria que lo derroto en aquella infame pelea de hace siete años y no conforme con ello lo dejaron muy malherido a tal punto que veía su propia extinción. Si no hubiera sido por aquellos imbéciles cobardes, él no estaría, en esos momentos, en aquella habitación, esperando a que la dulce princesa Magne concibiera un hijo de él.

Oh, como odiaba el hecho de que la reina Lilith lo obligara a ello por medio de ese estúpido contrato que hizo cuando estaba en las puertas de la extinción definitiva de su alma. Nunca en su vida terrenal quiso ser padre, la sola idea lo perturbaba de sobremanera y más el medio por el cual tenía que hacerlo. El sexo siempre fue un tema complicado para su persona, lo detestaba o más bien no le encontraba sentido a ello, aunque fuera una necesidad básica de su cuerpo, siempre supo cómo mantenerlo bajo control. Como adoraba a Baxter y la invención de la medicina que hizo para él en aquellos años, si no fuera hombre hasta lo habría besado por inventar los supresores, aunque se lo remunero con creces al ayudarlo a darlo a conocer y volverlo millonario, lástima que no pudo disfrutarlo por mucho tiempo.

Pero nada de eso valió la pena, ahora estaba ahí solo vestido con una bata de seda, en aquella habitación tan elegante que nunca había visto en su vida. Miro la hora en el reloj y se dio cuenta de que su "adorada" cita estaba retrasada, con lo mucho que amaba la puntualidad, aunque en este caso se lo agradecía. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar como la puerta de la habitación se abría, dejando entrar a una hermosa mujer de cabellos dorados, tan parecida a Lilith y a la vez al soberano de aquel lugar, una mezcla perfecta de ambos. Alastor no pudo negar su belleza, aunque nunca la había visto de cerca, ni mucho menos hablado, le parecía de las pocas cosas hermosas que había visto en su vida.

Charlie caminó a paso lento, sin mirarlo, solo vestida con una delicada bata de seda roja, tan roja y oscura como la sangre misma. Se sentó en la cama y por fin se dignó a mirar al tan famoso demonio de la radio, quien le devolvía una mirada llena de misterio.

- Bien, acabemos con esto de una vez - La voz de Charlie, aunque femenina, fue tan dura que Alastor no pudo evitar fruncir el ceño sin dejar de sonreír

- Primero que nada, buenas noches, querida - Alastor saludo de manera alegre y sonriente, algo que molesto a Charlie, tan solo verlo le daba ganas de golpearlo

- Se que te sientes feliz de poder ser el pecador que engendrara al futuro regente del infierno - Charlie se levantó de la cama y procedió a alejarse de él - Pero al menos finge que no te alegras por ello

- Si por obligación significa que estoy feliz - Contesto de manera irónica Alastor, algo que llamo la atención de la chica - Creo que tenemos un concepto diferente de felicidad - Poco a poco Charlie comenzaba a ver lo que estaba pasando ¿acaso sus padres lo obligaron a él?, ¿al gran demonio de la radio? - Mira querida, pongamos las cosas claras, yo no quiero estar aquí - Alastor la miro de pies a cabeza - Y por lo que veo tú tampoco, así que asumo que los dos estamos obligados y podemos salir fácilmente. Así que te propongo una tregua para terminar rápidamente

Charlie lo miro por unos segundos, a pesar de esa sonrisa maquiavélica que tenía, podía ver sinceridad en sus ojos. Conociendo a sus padres, a Alastor lo tenían atado bajo un contrato, pobre pecador, atado a Lucifer hasta el fin de sus días

- Está bien - suspiro cansada, sabía que no valía la pena enojarse con él ¿Qué culpa tenía Alastor de los caprichos de su padre? Al menos él estaba siendo sincero y eso le alegraba a la joven princesa - Llevaremos la fiesta en paz