El heredero

CATIPIULO 16

Alastor se quedó en silencio en cuanto escuchó la confesión de amor de Charlie ¿De verdad estaba pasando eso? No sabía cómo reaccionar ante tal cosa. Durante su vida terrenal recibió toda clase de confesiones, halagos y propuestas, siempre había sabido cómo responder, pero con Charlie era diferente, todo en ella era diferente, fuera de lo común. La quería si y deseaba poder confesar lo mismo que ella, pero algo lo detenía ¿Por qué?, ¿inseguridad tal vez?

- No tienes que responder a nada - Respondió regalándole una sonrisa apagada al demonio pecador. Alastor se sintió incómodo por ver cierta tristeza en los ojos de la dulce princesa.

- Yo...la verdad - No pudo expresarse ¿Por qué le costaba tanto? Él era Alastor, el dominio de la radio y ahí estaba como un puberto que no sabía confesarse

- Nunca antes había probado este platillo, de verdad que es delicioso - Charlie emitió un gemido de gusto por probar tales delicias. Alastor se dio cuenta de que la princesa cambió radicalmente el tema al ver que no respondía. Esa era una de las cosas que más le llamaba la atención de ella, el cómo podía leer a los pecadores y cambiar el rumbo del momento para hacerlos sentir en tranquilidad, a pesar de que ella tuviera una tormenta de sentimientos en su interior.

- Oh querida algún día te prepararé muchos de los platillos que mi madre sabía hacer - Charlie pudo visualizar en los ojos de Alastor una mirada llena de ternura cuando comenzó a hablar sobre su madre, podía entender cuanto la amaba, y eso la enterneció demasiado - Ella era una excelente cocinera, me...enseñó todo lo que se

- La amabas demasiado, ¿no es así? - Preguntó Charlie de manera cariñosa

- Fue el único amor que tuve en mi vida terrenal - Respondió Alastor mientras recordaba a su hermosa madre y esa sonrisa amable que tenía para todo el mundo - Siempre me decía "Sonríe querido, nunca está completamente vestido sin una sonrisa"

La conversación se sintió más ligera entre ambos, Charlie se quedó maravillada con las anécdotas que Alastor contaba sobre el mundo humano, siempre había querido ir, conocerlo, ver el cielo azul y sentir en sus pies aquello que llamaban césped. Se sentía maravillada el solo escuchar la voz de Alastor que por poco olvida el mejor regalo de la noche.

- Alastor - Lo llamó de manera seductora, a lo que el nombrado no pudo evitar arquear la ceja al ver el cambio repentino del ambiente - quiero darte el regalo que prometí en la carta, pero para eso necesito vendarte los ojos

El demonio de la radio la miró dudoso, pero a la vez lleno de expectativa ¿Cuál sería el maravilloso regalo del que hablaba Charlie? No le agradaba la idea de vendarse los ojos, eso lo hacía sentir vulnerable, pero su curiosidad podía más que su desagrado.

Diciéndole con la mirada que confiaba en ella, Charlie se acercó hasta Alastor con una pañoleta de seda negra, con cuidado la posó sobre los ojos del pecador y la amarró atrás de la cabeza, no sin antes pasar con su dedo índice por las sensibles orejas del pecador quien no pudo evitar suspirar sonoramente, puesto que ese era un lugar sumamente sensible de su persona.

Como el restaurante era propiedad de su familia, podía hacer total uso de él como se le complaciera, con un poco de magia, bajo las luces hasta casi en penumbra, y de un chasquido invoco el obsequio que se retorcía ferozmente, aunque un pequeño hechizo de silencio lograba que no emitirá sonido alguno.

- Mi querido Alastor - Susurro Charlie de manera seductora en el oído del pecador. Alastor no pudo evitar sentir que el éxtasis recorrió su cuerpo al escuchar su pasional tono de voz - espero y disfrute este regalo