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Mi vida había tomado un rumbo que nunca esperé; los días habían vuelto de pronto melancólicos como si mi cuerpo supiera algo que yo no conocía. Y por las noches, solía soñar cosas que en mi vida hubiera imaginado pudieran convertirse en una realidad. Cada vez que estaba por despertar, una voz dulce solía susurrarme que pronto sería el momento en que todo se aclararía.

Dentro de mis sueños, las guerras constantes hacían estragos en mí, como si los viviera en carne propia. Sueños tan terroríficos que me hacían temblar al despertar; sueños en los que la tierra encontraba su final entre mis propias manos. Sabía que eso era imposible, pero se sentían tan reales, que incluso temí que fuera una especie de predicción. En ellos, cientos de criaturas extrañas aparecían de la nada, parecía conocerlos, tenerles como amigos, y aun así, ellos también parecían extinguirse entre la nada. Planetas, estrellas, seres extraños; parecía el inicio de una nueva era, en la que el humano podía ser capaz de entender de una vez por todas que no somos el centro del universo.

Y así, con ese único conocimiento, hasta ese momento, podía permitirme ser feliz.

Siendo consciente de lo bello de la existencia.

Después de todo, sería una locura considerarnos dueños del cosmos; del universo y de la existencia misma. El cielo no nos pertenece únicamente a nosotros y nunca lo hizo. Aunque, debo de admitir que en aquellos temibles sueños, podía sentir que era dueña de incluso la más pequeña partícula vagando en el tiempo y espacio. La claridad era tanta, que sentía que podía tocar aquellos lugares que un humano nunca pudo tocar, pero, la tristeza, era tan real también, tanto, que algunos de ellos llegaron a hacerme temblar de dolor.

Por alguna razón, todos mis sueños eran similares o incluso tenían una continuación del anterior.

Excepto uno.

Todos ellos se olvidaban con el pasar de los minutos al despertar.

Incluso...

El último de ellos.

Más no sabía que tiempo después recordaría aquel sueño extraño, aquel último antes de que todo comenzara:

La oscuridad me cubría por completo y los sonidos que podía escuchar eran mi respiración y el palpitar de mi corazón, el interminable silencio me ponía nerviosa y el temor hacía que mi respiración se convirtiera errática con el pasar de los segundos. No comprendía nada en realidad, incluso podía sentir que mi cuerpo levitaba en un vacío interminable y por un tiempo completamente indefinido.

En algún momento todo aquello simplemente paró y pude nuevamente sentir, ver, escuchar, pero eso solo fue para mostrarme una colección de diferentes imágenes y sonidos bastante confusos. Imágenes y sonidos que pasaban a una velocidad considerable y que no comprendía en absoluto. Muchas de ellas me traían melancolía, felicidad e incluso temor.

– ¿Qué está sucediendo?-dije temblorosa, pues mi último recuerdo era estar a punto de dormir en mi habitación.

Paisajes hermosos me rodeaban de repente para luego desaparecer, mis seres queridos aparecían con lágrimas en los ojos; con vivencias que no recordaba en absoluto haber vivido. Seres extraños con pieles coloridas; todos ellos tan distintos como para ser un simple ser humano. Todos ellos me causaban curiosidad, más no temor, pues podría jurar que cada uno de ellos tenía algo cálido en sus sonrisas, o una historia aún no contada entre sus lágrimas.

Una mujer de piel rosa, una chica de cabellera similar al oro, unos ojos grises...

Otra vez ...

Un chico de ojos azules, mis amigos, mi familia, un par de ojos aterradores...

Una vez más...

El cielo, el espacio, un mundo diferente al mío.

Mis lágrimas fueron inevitables, las imágenes pasaban tan rápido y aun así eran tan predecibles para mi. De pronto, en un parpadeo las imágenes pararon, dejándome un vacío en el pecho por no disfrutar como se debía de ellas. La oscuridad nuevamente me cubrió, el miedo y la confusión regresaron como si eso fuera lo único que pudiera hacer en un escenario como ese. Las sensaciones en mi cuerpo eran tan desbordantes que comencé a tener pequeños espasmos acompañados de un frío creciente desde los dedos de mis pies y manos.

Sentía que podía quebrarse en cualquier momento, por lo que frenéticamente comencé a buscar una salida. Deseaba con todo el corazón que todo terminara; deseaba no sentir nada más.

一 No temas, todo estará bien- dijo una voz en aquella gran oscuridad. Una silueta comenzó a materializarse y me sorprendí al ver que se parecía a mí, un poco mayor y con una vestimenta y joyería un tanto "especial". Levantó su mano hacia mí y solo entonces, sorprendentemente, pude moverme de verdad. Arriesgándome a cualquier cosa y sabiendo que nada me pasaría al tocarla, levanté mi mano hacia ella para poder tomar la suya: desperté .

Me encontraba en mi habitación como lo recordaba, y a pesar de que solo había pasado tan poco tiempo desde que desperté; no recordaba absolutamente nada de lo que había soñado. Mi respiración acelerada, mi piel cubierta de sudor y mis mejillas de lágrimas. Era un desastre que no comprendía.

– ¿Qué... había soñado?- me pregunté

Me levanté de la cama y un inusual deseo de ver al cielo me invadió, así que salí. Siempre me había fascinado todo lo relacionado con el espacio, pero esta vez era algo completamente diferente. Era algo que no podría explicar si me lo preguntaban. La luna en algún momento se había convertido en mi camino a casa y las estrellas algo absolutamente hermoso que admirar cada día de mi vida, pero, al verlas en ese momento, una extraña sensación de nostalgia me invadió; como si tuviera años sin verlas, como si fuera algo nuevo para mí o incluso como si fuera un nuevo descubrimiento.

– ¿Qué pasa conmigo?

El dolor me invadió hasta dejarme de rodillas en el frío asfalto, mis lágrimas caían mientras que miraba al cielo apretando con fuerza mi pecho y mis uñas clavándose en mis brazos. Quería verlos a todos sin importar que. Quería abrazarlos sin ninguna razón aparente, quería despertar a mi familia a pesar de la hora, quería llamar a mis familiares lejanos que nunca tuve la oportunidad de conocer, quería, quería, quería hacer tantas cosas que en todos esos años no pude hacer. Y todo por ser una maldita egoísta.

– No- exclamé mientras me levantaba- Solo estoy siendo patética. Podrían enojarse si los despierto por nada.

Esas fueron mis palabras, pero tal vez si hubiera hecho caso a mis deseos no me hubiera arrepentido tiempo después.

Una señal.

Un deseo.

Una oportunidad más.

Tal vez eso era aquel sueño extraño que me había despertado esa noche.

Un abismo infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora