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Dulce

Mi nombre original no puede ser escuchado por ningún ser existente que no sea Ena, porque ella me nombró así el día que nos conocimos y solo ella sabe su significado. Únicamente ella puede escucharlo, pronunciarlo con su idioma único. Solamente ella, además de mí, sabe todo sobre mi nombre. Ella, que me dio sus manos para poder levantarme y que me sacó de aquel lugar.

Kadupul; el país de las hadas fénix, no era un lugar tan malo para vivir, era hermoso y tenía tantas cosas maravillosas; los valles eran sin igual y los lugares de vuelo eran enormes, las lagunas de colores eran tan frescas que podrías quedarte toda la tarde mientras bebías agua de una fruta única del lugar, pero, también podía ser tenebrosa cuando no había en quien refugiarte, cuando todos te dejaban de lado tan solo por ser una hada sin familia, sin nada.

Las noches oscuras eran peligrosas para aquellas hadas que no podían llegar a las expectativas del lugar, y era aún más difícil si el hada ni siquiera podía volar y valerse por sí misma. Esa hada por desgracia era yo, un hada que había nacido con la mala suerte de perderlo todo en la guerra, una guerra hecha solamente para destruir la belleza de todo a su paso, sin cuidados, sin protección de alguien más. Muchas de nosotras fuimos nada más peones de un juego que nunca se ganó. Aquellos seres que querían tenernos como una posesión que valía millones en todo el universo atacó sin piedad.

Recuerdo los gritos de todos aquellos seres que fueron sometidos por las grandes casas de Arquenia, para aquel momento se suponía que la guerra por los grandes mandos había terminado y la primera hija de Arquenia nos estaba protegiendo, pero, las noticias no llegan tan rápido en los lugares alejados, y aquella mujer no pudo salvar a todos los pobladores de Kodupul. Mi familia murió ese día y yo perdí mis alas.

No me quedaba nada más.

Después de eso lo único que pude hacer fue vagar por todas partes buscando algo que me hiciera seguir adelante, si mi familia había dado todo por protegerme, yo no tenía el derecho de sentirme menos y desistir de la vida. Pero, cuando creí que todo estaba perdido lo conocí a él, un chico sin nombre y en mis mismas condiciones, un chico que había escapado de las garras de aquellos seres sin corazón. A pesar de no ser de mi mundo... vagó conmigo por todas partes, solo siguiéndome, con sus grandes alas manchadas de sangre y colgando, arrastrándolas en el lodo, en la tierra, en el agua. No tenía movilidad alguna en ellas y su voz se había apagado con la luz de sus ojos negros. Vagamos comiendo lo que encontrábamos, añorando calor de una fuente maternal, corrimos por los peligros del mundo, deseando vivir un día más y aferrándonos a nosotros mismos como si fuéramos un todo. Se convirtió en mi hermano pequeño, y yo, una hermana mayor para él.

Aun si sobrevivimos más de una década así, los habitantes que de a poco se levantaban de la terrible tragedia nos miraron diferente; habíamos sido esclavos de las casas grandes, y nada cambiaria en nuestras marcas ya impuestas. Un hada fénix sin alas y un ser de raza alas negra que nunca pudo volar, no podían, no debían, vivir en un lugar que se volvió perfecto en una década. Todas las manchas de la guerra se habían marchado, menos nosotros dos que seguíamos vagando por todo el lugar sin encontrar un sitio al cual pertenecer, al menos... hasta que ella apareció; Un hermoso ser de cabello como el oro más puro y tan largo como algo indescriptible, su piel con detalles dorados, su rostro hermoso, sus ojos como un abismo infinito. Su presencia te hacía temblar y sus ojos te hacían tener todas las sensaciones posibles, su voz, su voz era como... la porcelana más fina, como el algodón más suave, sus manos eran cálidas y su porte era elegante, su sonrisa era como la miel. Todo de ella era perfecto e indescriptible, y poco fuimos los afortunados de verle llegar.

Una noche como cualquier otra, mientras observábamos el cielo estrellado, las constelaciones comenzaron a danzar en un círculo perfecto, rodeando a un punto de luz que de a poco se hacía más grande y formaba la imagen de una mujer de cabellera larga, las estrellas formaron sus ojos, sus labios y sus extremidades, las constelaciones bailaron su presencia, y una vez todo se puso en calma como si fuera una simple alucinación, el viento se descontroló y una mano descendió, me tomó y cubrió con algo que nunca había visto en mi vida y luego por primera vez, pude ver lo que rodeaba a mi planeta. Nos encontrábamos flotando en la nada, mi planeta parecía tan pequeño a su lado que bien podría tomarlo y jugar con él.

Un abismo infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora