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Por primera vez en mucho tiempo me encontraba tomando un café junto a alguien, y es que, al terminar de ser reprendida por Galaxia por no esforzarme lo suficiente, Dulce me esperó para poder ir conmigo hacia el lugar de residencia de los humanos, en este caso solo mío por obvias razones. Lino y Lurael se encontraban observándonos desde lejos con sonrisas cómplices mientras charlábamos, había tratado de ignorarlas, pero en realidad parecían como dos madres orgullosas de su hija por tener a su primera amiga, y es que a cada palabra o risa mía, ambas saltaban de emoción sin saber realmente de lo que se trataba.

La plática que teníamos era amena, ella me platicaba del sitio en el que residía hasta antes de ir a competir a Arquenia y yo del mío. Ambas historias eran completamente diferentes, pero no tardamos mucho en llevarnos bien.

— ¿Entonces resultaste alérgica a las abejas? - pregunté.

— Así es- contestó- ¿No es un poco extraño tomando en cuenta de que soy un hada fénix?, se supone que nuestra especie no debería ser dañada por la naturaleza. - suspiró- Supongo que pasé mucho tiempo encerrada en aquella jaula.

Me quedé procesando sus palabras mientras ella bebía de su taza tan despreocupadamente y con los ojos cerrados, ante mi silencio, y supongo, recapitulación de sus pensamientos, abrió los ojos de forma apresurada, al igual que un poco su boca. Me observaba esperando algo y en su rostro encontré el pesar. Dejando de lado su taza sonrió ligeramente.

—Sinceramente, no esperaba confesarte esto tan repentinamente- me dijo con pesar en sus ojos y una sutil sonrisa- Tú y yo... ya nos conocíamos de antes.

En ese momento pensé que me estaba tomando el pelo, no creí en sus palabras, pero, la sensación que había sentido al conocerla coincidía con sus palabras.

— ¿Cómo podría ser eso posible?- pregunté- no... te recuerdo.

— Mi nombre es Dulce, una hermosa niña humana me dio este nombre el día que me encontró dentro de una jaula en la casa de su familia. Soy un hada fénix que se puede camuflar como un ave ninfa... mi don, es llevar paz y tranquilidad, reconfortar y tranquilizar, a aquellos que me rodean.

Me levanté repentinamente de la silla tumbándola y tirando mi café en la mesa, los recuerdos repentinos llegaban a mí como imágenes y mi cara era completamente de desconcierto. Un ave ninfa que fue atrapada por mi abuela cuando tenía alrededor de diez años, un ave que me hacía sentir bien y nunca me lastimó. Negué con la cabeza queriendo encontrar lógica en sus palabras, todo era tan... extraño.

— Los seres como yo siempre hemos existido en la Tierra- comentó- Creo que te debió quedar un poco claro el hecho de que somos mucho más viejos que todo su planeta, hemos ayudado a conocer, a construir, a formar, a vivir... Y hemos estado vigilandolos, protegiéndolos de ustedes mismos y de cualquier otro peligro. Pero, ya no. Los humanos no necesitan ser cuidados si ustedes mismos se destruyen de a poco. Es por eso que nos escondemos de ustedes, que los evitamos y sobre todo... nos fuimos de su lado. Cuando el egoísmo fue dado en conocimiento, los humanos nos encarcelaron, experimentaron con nosotros y sembraron el miedo en nuestro nombre.- Cuando vio el desconcierto en mí, se levantó y tomó mis manos- No te cuento esto para que temas de mí o del resto, solo quiero contarte mi historia, y para ello quiero que entiendas que siempre hemos estado con ustedes, tal vez como... incluso la abeja más pequeña... o el humano menos inesperado.

— ¡Hada fénix!- gritó enojada Lurael, tomándome por los hombros y apartándome de ella- Sabes las reglas, el segundo...

— Hada fénix- dijo Aster entrando por la puerta, sonriendo y con los ojos cerrados- Creo que... tenemos que hablar.

— ¡Dulce!- Gritó alguien entrando despavorido. Su cabello era negro y su piel blanca, tenía unas alas enormes de color negro, como... las de un...

— Cuervo- dije de repente llamando la atención de todos, en cuanto me di cuenta sentí vergüenza- ah, lo siento.

Suspiré, tomé la silla de Dulce dejándolos de lado y me senté. Si, me sorprendieron sus palabras, pero en realidad no era para tanto. Lo que me había dejado en shock era el hecho de conocerla desde antes y que... bueno... ella fuera un ave. Eso sí, era extraño. Desde mi punto de vista, al menos.

— Si van a reprenderla por decirme eso... en realidad no es para tanto, ya alguien me lo había comentado previamente y no es como si ustedes fueran muy... como decirlo... cautelosos. - sonreí - Además no soy tonta, solo hay que juntar las piezas del rompecabezas y por fin estará completo.- Mis palabras fueron más en doble sentido, sé que Aster lo advirtió por la mirada que me dirigió.

A lo que en realidad me refería era que nunca me encontraba realmente sin atender a todos los estímulos que me rodeaban, cada pequeña pieza que me dieran era un punto extra para comenzar a comprender el lugar en el que me encontraba y como eran los seres a los que me enfrentaba. Cada pequeño paso que dieran, cada pista que me aportaran, cada movimiento, cada sensación que me generaran, era algo bueno para mí. Aun si aquello que me enseñaran fuera aterrador lo tomaría a mi favor.

Su silencio se prolongó hasta que uno de ellos tomó la silla del piso y se sentó frente a mí retadoramente, sus ojos negros afilados me recordaban a aquel día en el que quise tomar a Dulce y un cuervo se me fue enzima para que la soltara.

— Al menos esta vez no me dijiste cuervo estúpido- comentó- si me recuerdas al menos sabrás como llamarme- dicho eso, se marchó sin decir más.

La situación era realmente extraña, ¿De qué no querían que me enterara?, en ese momento no lo hubiera imaginado, pero, al destino... le gusta el drama. Como a mí, supongo.

Pocos minutos después me encontraba sola en mi habitación, quería descansar, pero, el recuerdo de Dulce y la sensación de que quiso comentarme algo más me dejo en intriga, sobre todo por la repentina aparición del segundo hijo de Arquenia; Aster, que tan pronto como llego se fue tras Cuervo.

— ¿Por qué siento que me están ocultando algo? - pregunté, pero nadie podría contestarme en aquel cuarto oscuro, por lo que simplemente cerré los ojos.

Cada día era más pesado estar allí.


C... 

Cada capitulo es nuevo incluso para mi; creo que esto terminará mareándome y dándome vergüenza ajena. 

Espero que a ustedes les guste. 

Un abismo infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora