Disculpe el inconveniente, caballero.
Nunca ha sido jamás mi intención inoportunarle, le escribo para hacer de su conocimiento que ansío su llegada.
La ilusión de respirar en un lugar y coexistir donde usted se encuentre me hace dichosa, me encantaría con gran emoción hacerle saber que deseo con toda el alma que perpetue su pasión y sentimientos por mí hasta que vea mi llegada.
Añore mi venida tanto como su servidora, mantenga viva la llama de la esperanza pues cuando se encuentre frente a mí, sepa que no deseare nadamás más que pasar el resto de mi vida a lado de usted y su generoso afecto, mi señor.
Me despido cordialmente mi estimado, deseándole nadamás y nada menos que una próspera existencia hasta el día de mi llegada o de su venida.
Y me alegrará mucho saber pronto de usted, caballero.
Hasta pronto.
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