PARTE 2: LA GALA.

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1955.

María entró en la gran gala con un elaborado vestido azul marino oscuro, resaltando como una joya brillante entre la multitud. Sintió al instante muchos ojos sobre ella, adversarios, admiradores... aunque no le importaba de cualquier manera.

La Gala de esa noche beneficiaría a los esfuerzos antibélicos, ya que el dinero se donaría a las organizaciones a favor de la desnuclearización mundial. Simplemente María tenía que presentarse y representar a su nación, aunque estaba deseando volver la propuesta que estaba estudiando detenidamente en su delegación.

Dignatarios, líderes y gobernantes, reyes de todo el mundo habían llegado y se habían mezclado entre la multitud. Todos felices y audaces al dar su apoyo a los países no alineados. María se disculpó de su breve conversación con el canciller de la India y se acercó a la pirámide de delicadas copas de champán. Su corazón le dolió cuando vio un hombre pedirle un baile a su pareja y de inmediato se alejaron valsando entre la multitud.

Sus ojos se dirigieron a las autoridades invitadas en cuanto llegaron: el llamado occidente colectivo, los países capitalistas. Se arremolinaron cerca de la entrada, seguros de su confianza y con los ojos brillando al inspeccionar la multitud. La cosa es que ellos no habían sido el único bloque invitado para cabildear asperezas; también el bloque oriental, el soviético, ya tenía rato platicando con las autoridades de los países no alineados y María distinguió algunas caras familiares mientras hacía la inspección.

Pero su vecino no estaría presente. Ya hacía casi dos años enteros que se había ido de misión y ella no había sabido nada de él en casi seis meses. Solamente pequeños fragmentos de conversación entre las autoridades gringas eran los que mantenían su corazón tranquilo: estadounidenses y taiwaneses... Misión más larga de lo esperado, éxito no proyectado, regreso indefinido...

María suspiró, apuró la copa de champán y tomó otra.

Entonces se acercó un hombre delgado de facciones finas cuasi femeninas y ligeramente más alto que ella, pero con aire de autoridad particular, como si se tratara de un milenario ser paseándose por la gala casualmente. Le hizo una reverencia y extendió una mano.

-Mi estimada ¿Le apetece un baile?- María sonrió cortésmente, pero se negó.

-Me temo que no soy una pareja de baile divertida- en realidad México, como buena latinoamericana, era una bailarina sobresaliente, pero esa noche simplemente no estaba de humor.

Los ojos rasgados del hombre brillaron con el desafío.

-No le creo ni por un segundo ¿Cómo puedo persuadirla? - ella se encogió de hombros.

-Dígame usted- él lo reflexionó por un segundo.

-Su vestido es demasiado hermoso para no exhibirlo- María arrugó la nariz.

-De hecho, he usado este atuendo antes. Aunque no quisiera que nadie lo supiera.

Él sonrió levemente, pero ladeó la cabeza.

-Entonces baile conmigo para distraerse. Parece que tiene algunos pensamientos engorrosos persiguiéndola.

Bueeeno, allí el hombre no se equivocó y México tuvo que improvisar otra excusa.

-Es que piso fuerte. Horrible. – entonces él le ofreció su brazo.

-Estoy dispuesto a arriesgarme a tener algunos dedos magullados.

Resignada, María tuvo que dejar su copa a medio beber sobre la mesa y él la hizo bailar un vals; la música justo acababa de alcanzar un crescendo. Ella giró, su vestido se abanicaba a su alrededor y su compañero resultó un bailarín impresionante, que dirigía y guiaba cada paso incluso al tratarse de música occidental. La hacía sentir como ingrávida, deslizándose sobre la pista. Incluso cuando la música finalmente se calmó y adquirió una melodía más suave, continuaron bailando.

EXPLICIT ONE-SHOTS: USA X MEXICO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora