24| Espabilate anda Martin

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— Ve hablar con tu hermano María anda venga, igual contigo si habla — Lograba oír entre susurros a mi padre detrás de mi puerta.

— Solo estoy descansando joder — Pensé mientras me escondía entre mis sabanas para hacerme el dormido.

— Martin — Susurraba mi hermana abriendo la puerta con cuidado.

— María intento dormir — Bufo sin levantar la cabeza de la almohada.

— A mi no me la cuelas — Dijo encendiendo la luz.

— María — Dije achinando los ojos por la inesperada luz.

— Que te pasa Martin — Insistio mi hermana mientras se sentaba en el borde la cama.

— Joder María — Dije pasándome las manos por la cara.

— Vístete, nos vamos a dar una vuelta, no acepto un no por respuesta.

Bufé descontento y fui hacia mi armario para ponerme unos cargo negro y una sudadera roja.

— Ya estoy — Dije prácticamente sin ganas.

— Madre mía hijo llevas una cara que madre mía.

— María déjame — Dije entre risas ante su comentario.

— Mamaaaaa salimos a dar una vueltaaaaaa — Grito María mientras abría la puerta de casa.

Una vez fuera, el frió viento de Getxo nos azoto  a mi hermana y a mi.

— Que frío no — Comentaba mi hermana mientras bajábamos por una de las calles principales que iban dirección al paseo Marítimo.

— Pues si la verdad — Comenté sin más metiéndome las manos en los bolsillos mientras golpeaba una piedra pequeña con el pie.

— Te apetece un café? — Preguntaba mi hermana ya un poco desesperada al ver que no emitía una palabra por la boca.

— Vale — Comenté con una pequeña sonrisa mientras nos sentábamos en la primera cafetería que vimos.

— Juanjo y yo lo hemos dejado — Comenté de sopetón para restarle importancia.

— Como — Dijo mi hermana con la boca abierta apoyando el café de nuevo en la mesa.

— Pues que lo hemos dejado o eso creo María — Dije bebiendo de mi capuchino, intentando con todas mis fuerzas aguantar las ganas de llorar que volvía a tener.

— Pero que ha pasado Martin, te ha hecho algo Juanjo? — Comentaba mi hermana preocupada.

— Me ha puesto los cuernos — Comenté prácticamente en un susurro.

— UNA POLLA — Grito mi hermana.

— MARIA — Dije poniéndole la mano en la boca.

— No grites porfavor — Supliqué.

— Pero cuando Martin por dios si no hace ni una semana que habéis salido de ot, sera hijo de puta.

— En la fiesta de la final.

— ¿Con otro compañero tuyo o que?

— No, con uno de los bailarines.

— Hijo de la grandísima puta, le mato es que le mato pisa Getxo ese hombre y le mato — Comentaba mi hermana super seria.

— Y en 5 días o así para Madrid de nuevo, que son los ensayos para la gira, no me apetece nada María sinceramente.

— Pues que te apetezca, no puedes estar mal tanto tiempo por alguien que no ha sabido valorarte, no se merece que le llores Martin.

— Ya pero.

— Ya pero nada, Juanjo desde hoy es el innombrable, no se habla de Juanjo, porque no te sales de fiesta o algo?

— No me gusta la fiesta María — Comente divertido.

— Bueno pues se hace otra cosa, yo lo que no quiero es que tengas que estar encerrado en tu cuarto que llevas sin usar el móvil como un día largo Martin y tú móvil no ha dejado de sonar que lo sepas.

— No si tienes razón, tendré que dar señales de vida en algún momento la verdad — Dije pasándome las manos por la cara.

— Te parece que vayamos yendo a casa? Hace un poco de frío ya.

— Si claro, pago esto y nos vamos ya — Dije levantándome para ir hacia la caja, tras unos minutos de suplicarle al camarero que me aceptara el billete de 5 euros para pagar los cafés finalmente cedi en que nos invitará ya que su hija era muy fan mía y de Juanjo como era de esperar.

Al llegar a casa, sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando vi la pantalla de mi móvil iluminada con una sucesión de llamadas perdidas y mensajes sin leer. El nombre de Juanjo parpadeaba en la pantalla, y un nudo se formó en mi estómago al imaginar lo que podría decir.

María notó mi cambio de expresión y frunció el ceño con preocupación.

—¿Qué pasa, Martín? —preguntó, siguiendo mi mirada hacia el teléfono.

—Es Juanjo —respondí con voz temblorosa, deslizando el dedo sobre la pantalla para ver los mensajes.

Los mensajes eran un torrente de emociones encontradas. "Lo siento", "Te necesito", "Por favor, perdóname", se repetían una y otra vez, mezclados con declaraciones de amor y promesas de cambio. Mi corazón se debatía entre el deseo de responder y la necesidad de alejarme de todo aquello.

María se acercó a mí, leyendo por encima mi hombro los mensajes que inundaban la pantalla.

—Martín, no te dejes llevar por las palabras vacías. Ya te ha hecho demasiado daño. —susurró, poniendo una mano reconfortante en mi hombro.

Asentí con la cabeza, luchando contra la tentación de contestar. Sabía que tenía que mantenerme firme, pero la parte más vulnerable de mí anhelaba encontrar consuelo en las palabras de Juanjo.

Esa noche, después de dejar mi teléfono en silencio, traté de distraerme con cualquier cosa que no fuera pensar en Juanjo y en sus mensajes.

Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, la sensación de inquietud persistía en mi mente. Me encontraba en un estado de limbo emocional, atrapado entre el deseo de dejar atrás el pasado y la incertidumbre del futuro.

Después de despedirme de María, me dirigí a mi habitación, donde el silencio de la noche me envolvió en una atmósfera cargada de pensamientos y emociones encontradas.

Me recosté en la cama, mirando fijamente el techo mientras mi mente divagaba por los recuerdos de lo que solía ser mi relación con Juanjo. Los momentos felices se entrelazaban con los dolorosos recuerdos de su traición, y me encontré preguntándome una y otra vez si alguna vez sería capaz de perdonarlo.

Con un suspiro, cerré los ojos y traté de apartar esos pensamientos de mi mente. Mañana sería otro día, y estaba determinado a comenzar de nuevo, dejando atrás el pasado y abrazando el futuro con valentía y esperanza.

Con esa determinación en mente, me sumergí en un sueño inquieto, con la esperanza de que el nuevo amanecer trajera consigo una nueva oportunidad para encontrar la paz y la felicidad que tanto anhelaba.


Armonía prohibida (Ot 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora