49| Confidencial

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— Yo creo que si le hacemos un poquito más anchas las mangas del traje estaría más guapo, ¿no crees? -comentaba Osvaldo, uno de nuestros estilistas para la boda.

— ¿Tú qué dices, amor? — le pregunté a Juanjo mientras seguía embelesado mirándose al espejo.

— ¿Eh, qué? — dijo, sobresaltándose.

— Que qué opinas de tu traje, que si te hacemos más anchas las mangas, como dice Osvaldo.

Juanjo parpadeó, aún perdido en sus pensamientos, y luego miró a Osvaldo, esbozando una ligera sonrisa.

— Ah, sí, claro. ¿Más anchas? No sé... ¿Cómo se vería eso? — preguntó, girándose ligeramente para observarse desde otro ángulo.

Osvaldo, con una energía contagiosa, se apresuró a colocar alfileres en las mangas, mostrando cómo quedaría con la modificación.

— Mira, aquí y aquí, solo un poquito más de espacio para darle un toque más elegante y cómodo — explicó, mientras ajustaba la tela con precisión.

Juanjo observó el resultado provisional en el espejo y asintió lentamente, comenzando a ver la diferencia.

— Sí, creo que sí. Me gusta. Se ve más... no sé, más natural — finalmente, su rostro se iluminó con una sonrisa de aprobación.

— ¡Perfecto! — exclamó Osvaldo con entusiasmo, retirando los alfileres — Vamos a hacer estos ajustes y tendrás el traje ideal para la boda. ¿Algo más que quieras cambiar?

Juanjo negó con la cabeza, aún sonriendo, y luego me miró a mí, su expresión volviéndose más cálida.

— No, eso está bien. ¿Y tu traje? ¿Todo en orden?

Me encogí de hombros con una sonrisa.

— Más o menos. Le hicieron unos ajustes ayer y creo que quedó bastante bien, aunque siempre hay alguna cosilla. ¿Te acuerdas de la chaqueta que quería más entallada?

— Sí, la azul marino. ¿Funcionó?

— Totalmente. Al final se ve increíble — respondí, tocando la manga de mi traje inconscientemente — Osvaldo también le puso su toque.

Juanjo me observó con un brillo especial en los ojos, una mezcla de amor y diversión.

— Me alegro mucho. Vamos a vernos impresionantes el día de la boda.

— Definitivamente. Ya no puedo esperar — dije, tomando su mano.

Osvaldo recogió sus cosas, ya con una idea clara de los ajustes necesarios, y se despidió efusivamente, prometiendo tener el traje listo en unos días.

Una vez que se fue, Juanjo me miró, todavía con esa mirada serena y agradecida.

— Gracias por estar pendiente de todo esto. A veces me siento un poco abrumado con tantos detalles, pero tú haces que todo parezca más fácil -dijo, apretando mi mano.

— Siempre — respondí, devolviéndole la sonrisa — Queremos que sea un día perfecto para los dos.

Nos quedamos en silencio por un momento, compartiendo una complicidad silenciosa que llenaba el aire con la promesa de nuestro futuro juntos. Las preparaciones para la boda podían ser estresantes, pero en esos pequeños momentos de conexión, todo valía la pena.

Salimos de la tienda de trajes y caminamos de vuelta a casa, disfrutando de la suave brisa de la tarde. La charla fluía tranquila, entre risas y planes para la boda, mientras el sol descendía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos.

Armonía prohibida (Ot 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora