18 | Campañas escolares

53 3 12
                                    

El tenedor revolvía la comida de mi plato. Suspiré, recargando mi cabeza en la palma de mi mano y maldiciendo por lo bajo. El ruido de las personas conversando y el ambiente tan alegre me estresaba. Solo tenía ganas de irme a mi habitación, dejarme caer sobre la cama y escuchar Artick Monkeys.

Los juegos comenzaron hace dos semanas. Las distintas escuelas debían recolectar puntos en todo el tiempo de competencia y, quienes consiguieran más puntos para el final, ganaban. NYHS iban ganando por una pequeña cifra, pero yo no estaba enojada exactamente por eso.

No me considero una persona que se molesta fácilmente, de hecho, podría decir que nunca me molesto, pero esto hace la excepción. Desde ese día donde Frederick y yo encontramos ese sótano/pasadizo secreto debajo de la escuela, mi cabeza se hacía constantemente miles y miles de preguntas en un solo segundo.

Ir a ese lugar solo dejó más dudas abiertas en mí. Primero: ¿Por qué una escuela tendría un pasadizo secreto debajo de sus instalaciones? No descarto la explicación que me dio el profesor Lenno aquel día, pero aún así algo no me cuadra. Dos: ¿Por qué los chicos se esmeraban tanto en ocultarlo? O sea, sí es un poquito raro, pero no para que se pusieran nerviosos o que cambiaran su humor radicalmente. Tres: ¿Cómo y por qué el profesor Lenno apareció allá abajo? Le he querido preguntar, pero el orgullo me ganaba y no le hablaba a menos que sea para participar en clase.

Gruñí y dejé caer el tenedor en el plato. Agarré fuertemente el vaso de vidrio y lo tomé de un solo, bebiendo el jugo que tenía.

¿A qué se refería el profesor Lenno cuando me dijo qué hay cosas que pronto me enteraré, pero que todavía no es el momento?, ¿Mis amigos verdaderamente saben de todo esto?, ¿Fer es consciente de lo que sucedía?

Sí, no les dije a ninguno de mis amigos sobre la aventura que tuve que Frederick. Parece que el profesor Lenno tampoco había mencionado nada, ni siquiera a la directora. Pero, ¿Por qué?

Tenía tantas preguntas que llegaba a desesperarme. Mordí mi labio inferior y jaloneé mis cabellos, agachando mi cabeza y gruñendo una vez más, muy frustrada. No quería hacerle preguntas a Fernanda, porque, siendo honesta, parecía ajena a todo lo que pasaba. ¿Y si ella no sabía y se enteraba gracias a lo que dije? No sé, pero me daba miedo preguntarle. Lo más sencillo para mí ahora era hacer como si nada hubiese ocurrido, al menos hasta alguna otra oportunidad que se me presentara para seguir averiguando cosas.

Se me hará difícil, ya que en estos momentos estoy siendo vigilada por el profesor Lenno, quien se fijaba incluso en el más mínimo de mis pasos. Al parecer el profesor Michel también me tenía en la mira, pero de una manera más relajada y menos intensa que la de mi maestro de Estudios Sociales. No eran tan disimulados, pero a veces pensaba que ese era el punto: Hacerme saber que me estaban viendo para que no hiciera cosas de las cuales me arrepentiría después.

Un sonido en la mesa me alertó. Miré hacia arriba, donde Fernanda colocaba con delicadeza un plato blanco con frutillas. Mis ojos brillaron y Fernanda no hizo más que reír ante mi reacción. Sonreí y tomé las frutillas, comenzando a comerlas con todo el amor del mundo. Mi amiga se sentó en el asiento de adelante y comió de su almuerzo, mirándome de vez en cuando.

—¿Te pasaba algo? .—preguntó—. Porque estabas algo pensativa, lo cual es extraño, ya que normalmente estarías saltando por ahí.

Mi boca dejó de moverse y regresé por un segundo al asunto anterior. Suspiré, volviendo a masticar y tragando el alimento. No estaba al tanto de que era un poco escandalosa. Aun así no me avergonzaba, porque Mayte o Gemma solían unirse a las locuras que hacía.

Rumania High SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora